viernes, 30 de diciembre de 2016

¿Te quieres? Año nuevo, vida nueva

Llegamos al final del año 2016. De una u otra forma muchas personas estarán haciendo balance. Expectativas que se han cumplido, esperanzas rotas, planes truncados o terminados con éxito. Y, casi seguro que, para el próximo año 2017, se estarán pergeñando nuevos propósitos. Mientras se toman las uvas al compás de las doce campanadas, en un último esfuerzo de síntesis, se formula el principal deseo: salud.
Las diferencias fundamentales entre el último día de un año y el primero del siguiente, descartando la copiosidad de las comilonas, suelen ser poco significativas. La mayor parte de las veces es porque se piensa que los cambios se van a producir con magia y por arte de birlibirloque. Pero no suele ser así, ya que se siguen repitiendo las mismas pautas de conducta y, por tanto, se obtienen parecidos resultados.

                Si realmente quieres cambiar algo en tu vida te propongo 3 claves:

1.- Rechaza públicamente y de forma repetida aquel aspecto que no te gusta en tu vida.

2.-Manifiesta a tus seres más queridos el propósito que te has propuesto conseguir y la fecha en que lo habrás conseguido. Al mismo tiempo pídeles su ayuda.

3.- Evidencia los avances que realizas anotando los pequeños logros conseguidos y resalta los pasos que todavía te faltan.

                Solo al final del proceso, cuando evalúes los resultados sabrás con certeza si el cambio se ha producido. Pero con toda seguridad te habrás acercado a la meta que habías deseado, más de lo que te imaginas. 


                Tú, puedes conseguirlo si quieres, si te quieres.


lunes, 26 de diciembre de 2016

¿Profesores justos?

         Los profesores ejercemos en el aula muchas funciones, además de las propias de un educador. A veces nos ponemos el sombrero de policía y encontramos en los alumnos las conductas reprobables que merecen ser castigadas. Otras veces no ponemos la toga de abogados o de jueces. Interpretamos los hechos, decidimos qué está bien y qué está mal, emitimos el veredicto de culpabilidad o inocencia, cuantificamos los “delitos” y, no solo eso, sino que además somos los vigilantes de que se cumpla la pena...

         -Los alumnos nos reprochan que muchas veces no somos justos y con razón. Todos los días les estamos valorando. Unas veces en el terreno de la disciplina. Ya sea porque se han retrasado a la hora de la entrada, o en el momento de la entrega de un trabajo, o porque se han reído, justamente, cuando a nosotros no nos parece oportuno. Otras, en el ámbito de las relaciones. Valoramos su atención a las explicaciones, estén o no cansados nos tienen que soportar. Les ponemos numeritos por cada ejercicio que hacen, por cada examen, por cada evaluación. Optamos por calificar su actitud personal si ha sido buena, aceptable, negativa o pasiva. Si salen a la pizarra a resolver algún ejercicio, aunque no quieran, se les expone delante de sus compañeros a hablar de un tema, les interese o no. Simplemente tienen la obligación.

Están dentro de los muros del terreno escolar. Confinados, como en una cárcel, sujetos a las normas que ellos no han elegido. Obligados a aprender contenidos impuestos por el proyecto curricular. Materias diseñadas para responder a las pretensiones de la sociedad. Exigencias dentro de un marco competitivo. Hay que saltar por encima los obstáculos que se les va poniendo durante su recorrido escolar. Superar, curso a curso, un nivel cada vez mayor que el anterior. Hasta alcanzar la meta de pertenecer a la enseñanza superior. Ello quiere decir que se ajustan al sistema. Han cumplido con los méritos que le demanda la sociedad. Al alcanzar ese estadio superior se supone que se habrán cumplido las promesas de tan esperada recompensa final.

"De mi último libro, ¿Para qué fui a la escuela?"




miércoles, 21 de diciembre de 2016

Navidad


No. No quiero quedar bien enviándote una felicitación por estas fechas. Me parece injusto que solamente una vez al año se exprese a los demás un buen deseo. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz año nuevo! Así que no te pienso enviar ningún christmas de navidad, ni una foto enternecedora acompañada por un aforismo, ni un video de animalitos con cuernos volando al ritmo de un villancico.  

Prefiero decirte que más de una vez al año me acuerdo de ti y sé que aunque no hablemos en muchos días, tú estás ahí y, aunque tú no lo sepas, algo has tenido que ver en mi vida.

Prefiero destacar la importancia de nuestra presencia en este mundo. Ser consciente de la vida que disfrutamos cada día y que no merece la pena dejar paso a la tentadora queja que aflora cuando no nos gustamos como somos.

Prefiero sonreír cuando nos encontremos que maldecir el olvido de quienes consideraba como amigos o amigas. Para mí no hay categoría mayor que la de ser persona y solo por ello merece la pena ser respetada en lo que piense, sienta o actúe. No soy quién para juzgar a nadie.

Prefiero dejar que fluya el deseo permanente de que te vaya bien siempre. Aunque yo no tenga conocimiento de ello. Un fuerte abrazo.





jueves, 1 de diciembre de 2016

Sol en diciembre

Silencioso tapiz, verde y blanco.
Extendido en la solana abierta.
Aplastado con la humedad vital
por ese rocío de la mañana.

La sierra vigilante, enhiesta,
allá, sentada, en su trono de gloria.
Los peñascos proyectan sus penumbras,
calientan sus caras duras y desnudas.

Ha llegado el sol de diciembre
Bendiciendo esos hálitos de vaho,
sorbos de niebla, espirados
en ligeros algodones etéreos.

Resplandor. Lumbre viva de invierno.
Sol. Sopor de estío,
en diciembre lucero, cristal en luz.

En el frío fulgor encendido.

Sol-diciembre-vida

lunes, 21 de noviembre de 2016

No son invisibles

INTRODUCCIÓN

          Fran, Felipe, Pilar, Cris,… personas con rostro y nombre, personas con historia, experiencias, sentimientos. Así es este libro.

Con inusitada normalidad desaparece ese rostro concreto cuando en las ONGs de lo social o en servicios sociales se habla de “usuarios”, cuando en política se mencionan las estadísticas de pobreza y sinhogarismo, incluso cuando damos una limosna en la calle. Y si desaparece el rostro, que cerca estamos de la indiferencia, la segunda y definitiva exclusión de las personas en pobreza. El Papa Francisco denuncia esa “globalización de la indiferencia”.

         Sin Techo y de Cartón nos invita a contrarrestar nuestra propia indiferencia, a volver a poner a la persona en el centro; la persona real, de carne y hueso, con nombre. Son más de treinta personas, con nombre e historia, las que en este libro entrecruzan sus vidas y destinos. De alguna forma, casi todos los retratos nos son conocidos. Habla de madres y abuelas, de hombres y niños, de esposas e hijas, de trabajadores y desempleados, de vecinos e inmigrantes, de profesionales y religiosos, de grandes en humanidad y de miserables, quizá de nosotros mismos. Habla de amistad, amor, fracasos,…  


Rafa Roldán, desde una dilatada experiencia de trabajo y voluntariado con personas vulnerables, presenta la vulnerabilidad de la vida reflejada en personas que deambulan, mendigan, viven e incluso duermen en las calles protegidos por cartones. A veces se piensa que la vida que llevan estas personas no tiene nada que ver con nosotros, pero no se puede olvidar que nadie está libre de ser frágil, de cartón. Sin techo y de cartón  es un ejercicio de empatía de ponerse en la piel de cualquier persona vulnerable.

Es un libro que empieza como nos gusta que empiecen los libros, enganchando y sumergiendo al lector en los acontecimientos. Pero se vuelve poco a poco descarnado, provocador, incluso políticamente incorrecto. Pero el lector sabe o intuye que lo que lee es tan real que en un momento dado debe decidir si sigue leyendo o lo deja. Si sigue leyendo quizá decida incluso compartir su lectura; es un libro para la reflexión, el aprendizaje y el debate: en grupo de lectura, en la asociación del barrio, en la carrera de Trabajo Social, en la Cáritas parroquial, entre profesionales de la inserción de uno y otro lado de la mesa.  

         Y finalmente es una lectura que plantea un reto, al estilo de esa serie tan conocida hace unos años: Buscando a Wally. Solo que aquí, en vez de buscar a un divertido joven de jersey a rayas, hemos de encontrar la esperanza. Parece un libro desesperanzado, pero no lo es. Y ese es el reto y el premio: si encontramos la esperanza en esta historia tan cruda y real, descubriremos también en nosotros mismos la capacidad de ver a esas personas vulnerables y darles al menos un destello de esperanza.
        
Jorge Nuño Mayer

Secretario General de Caritas Europa

jueves, 3 de noviembre de 2016

Buenas y malas

                “Hay más personas buenas que malas”. Me lo dijo Andrés, todo un señor de pueblo. Octogenario. Agricultor. Hombre sencillo, cabal. Toda su vida trabajando, para comer, alimentar a su familia, vivir con la dignidad del deber cumplido, una persona que se viste por los pies.

                Curiosamente a este hombre siempre le oído hablar de su trabajo, de sus faenas, sin quejarse, sin reclamar tantos derechos que, seguramente, le son ocultados. Él sólo atiende a sus deberes como persona, como ciudadano, como miembro de una comunidad a la que respeta y colabora con el bien común de todos sus miembros. Es su deber. Además piensa que la mayoría de las personas piensan como él. De ahí su afirmación: “Hay más personas buenas que malas”.

                Frente a esta visión de la vida se encuentra la de aquellas personas que enfocan su visión exclusivamente en sus derechos y olvidan por completo sus deberes. Tienen derecho a una vivienda digna, a un salario digno, a matricularse en la universidad gratuitamente hasta la jubilación, momento en que pasarán a cobrar una digna pensión. Tiene derecho a todo, dignamente claro.

                El deber de esforzarse en los estudios, el deber de colaborar en las tareas domésticas del domicilio familiar, el deber de trabajar en lo que haga falta, el deber de ahorrar para comprar el piso o el coche de sus sueños. El deber de cotizar, pagar los impuestos que le correspondan para mejorar las condiciones de la sociedad en que vive. Sabemos que los derechos siempre van en correspondencia con los deberes. Pero en su vocabulario no existe la palabra “deber”.


                No me gusta la gente que se dedica exclusivamente a reclamar sus derechos y a escaquearse de sus deberes, aunque sea por medio de las rendijas que no contempla la ley. La gente buena prioriza las buenas acciones. La gente mala dedica todos sus esfuerzos a beneficiarse del resultado de los deberes de los demás con la excusa de sus derechos. Y, personas así, “haberlas haylas”. Pese a todo, estoy de acuerdo con Andrés: “Hay más personas buenas que malas”.

viernes, 28 de octubre de 2016

“Parlamento” y “para lamento”




                Voy a explicarlo porque hay señorías que lo desconocen. El parlamento es la asamblea legislativa en la que sus parlamentarios representan la voluntad del pueblo. Lamento o lamentación es una queja, disconformidad o sentimiento de dolor. Las quejas y lamentaciones ya las hemos manifestado los ciudadanos. Para canalizar estas lamentaciones y encontrar las mejoras necesarias hemos elegido a los parlamentarios/as. Si sólo saben quejarse y lamentarse, yo les considero “para-lamentarios/as”. Estoy un poquito cansado de tanto lloriqueo y plañidera. Menos quejicas y más arremangarse las mangas para trabajar, como cualquier ciudadano/a. ¡Tanta tontería!

miércoles, 26 de octubre de 2016

Tú eres como nadie.
Nadie piensa como tú,
ni siente como tú.

No quieras ser como quieren,
ni pienses en lo que piensen.
Simplemente, piensa.

Tú eres tú.
Puedes crear
lo que nadie sabe hacer, como tú.

Sin ti, nada sería igual en este mundo.
Nadie llegará a ser tú.
Como tú nunca serás nadie.

Tú eres diferente.
Ámate.
Así conseguirás ser tú,

Te quieres por lo que quieres.
Para qué vivir como no quieres si,
quien te quiere, te quiere como eres.

A lo tuyo, tú.
Y si eres tú, sé tú.
Siempre.


Tú eres como nadie

domingo, 23 de octubre de 2016

¿Se puede decir?

                La iglesia católica está agonizando. Muchos de los creyentes inseguros de su fe se sienten rechazados o excluidos de la iglesia. Las misas son para los religiosamente seguros. Y los curas, bajo la dirección de sus jerarcas eclesiásticos, se aferran a las normativas de la institución, con la única finalidad de mantenerse a lo largo del tiempo. Es casi imposible encontrar en los templos algún resto de ese dios cristiano.


                Me atrevería a decir que la mayoría de las personas están buscando sin cejar un camino que dé respuestas a sus interrogantes, a esos misterios indescifrables del ser humano. Estas personas están solas y rechazan de plano a quienes se ven superiores porque se creen que poseen la “única verdad” y al “dios verdadero”. 

martes, 18 de octubre de 2016

Guerra y conciencia

Las palabras se esconden
en la penumbra del ser
como una chiquilla asustada por los tanques
en esa guerra que nadie quiere ver.

Se apaga con un clic el mando de la tele
y se borra la conciencia de la maldad existente.
Adormecer el sentimiento humano
como la mejor forma de sobrevivir
en el sinsentido de esta humanidad decadente.

Se prefiere soportar la publicidad reiterativa
al pensamiento que fluye del ojo del periodista desconocido
que atrapa imágenes de horror en su mirada,
al germen de sus insomnios eternos.

La guerra no es un film.

Todo está tan lejos, para la cobardía.
Las manos han dejado de trabajar la libertad
y por ello se prefiere la esclavitud consentida.
Atamos el pensamiento con cadenas que anestesian la realidad.

Para unos, las heridas son tatuajes estéticos
Y, para otros, la señal de su suerte,
la evidencia de que todavía siguen vivos.
Para unos, elegir un buen vino es una señal de su cultura
y, para otros, el agua embarrada lo único que han bebido hoy
que les permite buscar comida, mañana.

Duele el alma y se palia el sufrimiento con orfidal.
La fiesta continúa.
Los cohetes de la feria se confunden con la explosión de las bombas.
Las guerras y la guerra del odio minan esta tierra sin conciencia.

Humanidad, a veces tan inhumana.

viernes, 7 de octubre de 2016

Promesa y obligación

         Hoy día no está de moda la palabra compromiso.

Promesa que se realiza a alguien  y con el cual se asume el cumplimiento de una obligación. El razonamiento interno más común es “Para qué me voy a comprometer si no tengo claro que lo pueda cumplir”. Esta suele ser la razón esgrimida por mucha gente para no implicarse en un tema. En el mejor de los casos se hacen promesas pero sin el aval de su desempeño. “Lo intentaré, aunque no te garantizo que lo haga”. La verdad es que ante esta postura casi sería mejor guardar un discreto silencio. 

El compromiso es una declaración de principios sobre todas las áreas de nuestra vida, el trabajo, la familia, los amigos, la economía, la política... Muestra a los demás la obligación contraída para cumplir lo que se ha dicho respecto a algo. Existen diferentes niveles de compromiso y cuanto más grave sea mayor exigencia ejercerá en quien lo asume. 


Promesa y obligación es igual a compromiso.


La convivencia en una sociedad se fundamenta en las relaciones comprometidas de sus individuos porque el bienestar social no se concibe sin la colaboración entre sus componentes. Continuamente se están produciendo acuerdos, pequeños contratos ya sean escritos o verbales, explícitos o implícitos, fruto de las conversaciones que mantenemos con los demás. Por ejemplo si yo le digo a un amigo que mañana le llevaré el libro que me prestó, él espera que cumpla lo dicho. De lo contrario comenzará a dudar de mi palabra y por tanto mi compromiso se verá dañado en un futuro. 

El coraje de mostrar a los demás nuestras intenciones crea lazos fuertes en las interacciones personales, pero además es digno de admirar si conseguimos evidenciar la correlación que mantenemos entre las palabras y los hechos.

De "Caminar a tientas",  Rafael Roldán, Ediciones Universidad San Jorge

martes, 4 de octubre de 2016

Palabras derramadas

En los ojos.
Esas miradas tristes que anuncian la soledad.
Esperando la sonrisa ajena, como el labrador
con la lluvia que preña su tierra de vida.

En la boca.
Esos labios cerrados y secos.
Voces apagadas desde el adiós
a los papás que los vieron crecer.

En los oídos.
El silencio vacío que sólo recoge
el murmullo de sus soliloquios entrecortados
con el brote de sus recuerdos.

Si pudieran escuchar
alguna palabra derramada en el fondo
del ser despertarían con el canto
matinal y alegre del gallo.

Si algunos labios pronunciaran,
al menos una palabra derramada,
en un nombre que alegre la vida.
Todo sería distinto.

Si una mirada se fijara en esos ojos
ávidos de compañía serena,
no caería ninguna lágrima
sobre las palabras derramadas en el desierto.

Las soledades nunca se harían fuertes en la noche.
El rumor de la lluvia anunciaría
el verdor intenso de los prados.
Bastan unas palabras derramadas…


Bastan unas palabras derramadas

viernes, 30 de septiembre de 2016

El mesianismo de los dictadores

            No hay persona más peligrosa que aquella que se siente como la única que puede salvar a otra.  No hay nada más inhumano que considerar a los demás inferiores a uno mismo. En el fondo late la principal actitud de un dictador: imponer a sus semejantes la propia voluntad. El mesías de turno aparece ante la sociedad como el absoluto bienhechor. Se rodea con su bandera y, con una confianza desmedida,  aplica sus criterios subjetivos, con la fuerza de todos los medios que dispone a su alcance.  

La autoproclamación de salvador le confiere la seguridad de creerse sus propias mentiras y, desde esa atalaya, contempla cómo todo el mundo se equivoca y camina en sentido contrario al suyo. Su “razón” le acompaña y es su mejor consejera. La soledad se convierte en su amiga preferida y, los razonamientos maquiavélicos, en tratados de lectura a consultar en su mesilla de noche.

No se le puede cuestionar absolutamente nada, porque poner en tela de juicio sus actuaciones es un delito en sí mismo. Los dictadores sólo admiten la sumisión incondicional. Sus argumentos se basan en la amenaza de una destrucción generalizada que, gracias a su intervención casi divina, no se va a producir mientras ellos graviten en el cielo. A ellos todo honor y toda gloria. Amén.

Mesianismo-dictadores


Esta es la esclavitud no reconocida del siglo XXI: adorar al salvador de turno. Dejar hacer, pensar que ya vendrán mejores tiempos. Delegar en los “mesías” la voluntad propia y así se evitan los errores personales. Consentir a los dictadores que ejerzan su voluntad. Así se escurre por los dedos de las manos la capacidad de construir un mundo más humano y diverso. Donde la justicia no se administre en función del nombre de pila y la ética junto con la corresponsabilidad rijan los comportamientos  de las personas.


Sustentar a estos dictadores es responsabilidad de todos, especialmente de los jefes y jefecillos, a quienes el dictador de turno, ha puesto una gorra y se creen los amos del mundo.  Estos subalternos prefieren usar la lengua para lamer el culo al inmediato superior y mantener su status que activarla para pronunciar la verdad, donde haga falta. Están muy atentos a la voz de su amo y agarrados a un clavo ardiente para no perder las migajas de privilegio que les echa su mesías.  Son capaces de acomodar los principios y valores éticos a las exigencias del dictador, con tal de no perder la gorra o el puesto. Y además, dispuestos si fuera necesario, a convertirse en verdugos injustos de sus semejantes. Son auténticos déspotas con sus subalternos y alfombras de oro para su mesías.

martes, 13 de septiembre de 2016

3 actitudes claves del educador

Ha comenzado el nuevo curso. El duendecillo de lo nuevo cosquillea la curiosidad de cualquier educador que se precie de tal. El nerviosismo de los primeros días de clase es inevitable. ¿Qué pensarán los nuevos alumnos? ¿Qué impresión daré a mis educandos? Casi con toda seguridad, la mayoría, se concluye con alguna reflexión de este cariz y una respuesta, más o menos, de esta manera: “debo entregarles lo mejor de mí”.
También les sucede algo parecido al alumnado: “Este profesor va a conocer lo que soy capaz de hacer, porque este curso voy a trabajar y estudiar a tope”.

Transcurren los primeros días y casi todo se cumple, tanto por parte de los educadores que se esfuerzan por ser los mejores, como por parte de los alumnos que intentan llevar las tareas al día con la mayor aplicación. Poco a poco, con el paso de los días, comienza un proceso de decadencia y abandono del interés inicial. Un dicho popular lo expresa magníficamente: “Se empieza como un caballo cordobés y se termina como una burra manchega”. Parece como si el tiempo se empeñara, con cabezonería, en borrar las primeras buenas intenciones. Profesores y alumnos, a medida que pasan los días la declaración de principios que se realizó en su momento se va escondiendo en el baúl del olvido.

Reflexión, modelo de vida y atención única.


Tres actitudes claves del educador:

Una:

Es bueno recordar “comienzos y finales” de los cursos anteriores para saber racionalizar  los comportamientos inadecuados que se han repetido a lo largo de la trayectoria educacional. Tomar nota de ellos  y evitar reproducirlos de nuevo.  La reflexión del buen educador  se nutre con permanente lectura, profundizando en su estilo pedagógico y recargando de serenidad su tarea educativa.


Dos:
Los valores básicos el educador los transmite y expresa, con su saber hacer, cada día, en cada clase, en el mismo proceso cotidiano. En ese camino se desgranan las conductas concretas que explicitan la entrega de lo mejor y peor de la acción educadora. La persona es una y es percibida por los demás como una totalidad.  El educador es un modelo de vida para sus educandos, en lo bueno y en lo malo. No se puede transmitir solamente una parte de la personalidad. El ser no se divide en pedazos. Y por tanto es imposible escoger las partes más interesantes de la personalidad del educador y ocultar aquellas otras que no lo son tanto. El educador se manifiesta y transmite de forma holística y se da a conocer en su totalidad.


Tres:

        Entregar  lo mejor del ser persona. Es decir, mostrar, con toda naturalidad, lo que realmente se es. Ofrecer la sonrisa permanente que sale de corazón. Evidenciar el rigor del trabajo y la preparación de las clases diarias. Generar la confianza en las posibilidades de cada educando, como una forma de afianzar su crecimiento personal. Y, sobre todo, creer con toda la fuerza del mundo, que cada educando es único y se merece una atención especialmente única.


domingo, 4 de septiembre de 2016

Exámenes de septiembre

Los adultos estamos para ayudar a los niños a descubrir sus potencialidades y enseñarles a desarrollarlas.
Dentro de un mundo viejo y obsoleto no puede
crecer la naturaleza en todo su esplendor.


                Hoy quiero recordar a aquellos chicos y chicas que suspendieron en junio y se presentan a los exámenes de septiembre para tratar de superar las materias que les permitan seguir sus estudios. Me refiero a ese grupo de la población que, sin miramiento alguno, se les clasifica de vagos, malos estudiantes, repetidores, portadores de calabazas, suspensos. Niños y niñas que no estudian durante el curso y luego, les llegan las consecuencias.

                Tampoco aprovechan los meses de verano para estudiar. Se dedican a pasarlo bien con sus amigos, con su familia. Se divierten en vez de estudiar. De vez en cuando alguien les recuerda que tienen una responsabilidad con la que no están cumpliendo. Pero parece que hacen oídos sordos y, en el mejor de los casos, tres días antes de los exámenes dedican todo su tiempo a ver cómo pueden aprobar esas asignaturas que ni les van ni les vienen o, simplemente, no les interesan lo más mínimo.

                En esos momentos de sus vidas, nadie se acuerda del profesorado que consiguió hacerles odiar su asignatura. Profesores, si se les puede calificar de tales, que jamás se preocuparon de conocer sus dificultades con la materia, de detectar sus inseguridades, de ponerse a su lado y felicitar sus pequeños logros. Profesores que se han dedicado durante el curso a resaltar los fallos, una y otra vez, hasta demostrarles solemnemente que son unos inútiles y, les marcan en su asignatura con el suspenso máximo al final del curso.

                Los adultos estamos para ayudar a los niños a descubrir sus potencialidades y enseñarles a desarrollarlas. Y eso no se consigue simplemente haciéndoles repetir los contenidos de unos programas educativos, concienzudamente diseñados para modelar a todos con el mismo patrón. Los profesores realizan su trabajo de forma excelente, si son capaces de hacer que su alumnado se apasione de su asignatura de tal manera, que terminen el curso de forma sobresaliente. Cuantos más suspensos sancionen más deberían cuestionarse su vocación educadora.

                 

martes, 23 de agosto de 2016

PIENSA EN TI

Vive con sentido

               No es fácil comunicar un pensamiento que suscite el interés de todo el mundo. Tampoco es necesario consumir palabras para conseguirlo. Sencillamente se deja en el espacio para que el aire lo disperse. Siempre habrá alguien que aspire su fragancia.
                Piensa en ti. Sin más. Abandona el sentimiento de egoísmo que te reprime asir lo mejor que llevas dentro. Ahí estás, con toda la fuerza del mundo. Desearte lo mejor. Descubre tu propia energía personal. Vive con sentido.

                Se consciente de quién eres de verdad. Cuando lo descubras, no podrás retener tanta riqueza y se derramará a tu alrededor como el agua del río. A ese cauce se acercan las personas que te quieren, aunque no lo sepas. 

PIENSA EN TI


               No es fácil comunicar un pensamiento que suscite el interés de todo el mundo. Tampoco es necesario consumir palabras para conseguirlo. Sencillamente se deja en el espacio para que el aire lo disperse. Siempre habrá alguien que aspire su fragancia.
                Piensa en ti. Sin más. Abandona el sentimiento de egoísmo que te reprime asir lo mejor que llevas dentro. Ahí estás, con toda la fuerza del mundo. Desearte lo mejor. Descubre tu propia energía personal. Vive con sentido.

                Se consciente de quién eres de verdad. Cuando lo descubras, no podrás retener tanta riqueza y se derramará a tu alrededor como el agua del río. A ese cauce se acercan las personas que te quieren, aunque no lo sepas. 

martes, 16 de agosto de 2016

VIVO



Hoy es un día grande. El mejor de mi vida. Me he levantado y mis piernas me han transportado hacia donde mi mente me ha dirigido. Mis ojos están disfrutando de la belleza de los colores y del blanco y negro. Huelo el aroma de la tierra mojada en los jardines y percibo la maloliente contaminación urbana. Escucho el ruido de los motores de la civilización y la sencilla melodía del piar de un gorrión adolescente. Las manos reconocen los objetos con el simple rozamiento de la piel. ¡Qué bueno me ha sabido el café matinal! Inmenso placer disfrutar de todos los sentidos.

¿De qué puedo quejarme? ¡Estoy vivo!

martes, 9 de agosto de 2016

“Me aburro”…


            “Me aburro…”
¿Cuántas veces se ha oído esta afirmación, y se sigue escuchando hoy día, por parte de los niños? Padres y adultos casi han tirado la toalla intentando buscar algo que entretenga a los niños. La creatividad de mamás y papás está creciendo al mismo ritmo que la pasividad de sus hijos.
            En muchos hogares se han acumulado un montón de juguetes, algunos sin usar una sola vez. Ahí están aparcados en sus estanterías hasta que les llegue el día de ser tirados a la basura o, en el mejor de los casos, depositados en algún contenedor solidario. Los juegos electrónicos, móviles, consolas wii, etc., acaparan la atención de niñas y niños que fijan su atención a la pantalla que les aísla de las personas que les rodean.
         Se puede optar por consentir esta realidad o mantener la amenaza permanente de escuchar la terrible afirmación: “me aburro”. (Significado aproximado de “me aburro”: Lo que estoy haciendo ahora no me gusta. Tú me tienes que proporcionar algo mucho más interesante, siéntete culpable de no acertar con mis caprichos, porque yo soy tu emperador y tú mi esclavo.)


            La infancia actual desconoce el juego del “churro va”. Juego que consiste en colocarse, a modo de tren, la cabeza de uno entre las nalgas del compañero anterior, para aguantar el peso del equipo contrario que va a saltar a caballito sobre él. Los juegos de lascanicas, el escondite, la rayuela, polis y cacos, las cuatro esquinas, el aro o los zancos, entre otros muchísimos más. Juegos de antaño, cuando se carecían de recursos económicos pero su falta se sustituía por la propia creatividad innata de los niños. Y no quiero decir que los niños y niñas tengan que jugar únicamente  a estos juegos para poder divertirse.
           

            Muchas veces los adultos caemos en la tentación de buscar soluciones y respuestas a problemas que aún no se han planteado los niños. ¿No sería mejor dejar que ellos mismos, si se aburren, busquen la mejor manera de divertirse? Sin aportarles ningún tipo de recurso material. Ellos mismos, con  su inteligencia, sus sentimientos, su cuerpo son capaces de imaginar ámbitos y situaciones, lo suficientemente atractivas para que se les olvide recurrir a la exigencia dependiente que conlleva la frase: “me aburrro”.


miércoles, 3 de agosto de 2016

HA LLEGADO EL MOMENTO



De aprender a desaprender,
de tomar a entregar,
de producir a consumir,
de querer a dejarse amar.

Aunque se resista el cuerpo
y la mente camine más deprisa,
cada año se haya clavado hasta el fondo,
esperando el martillazo final.

La mirada abierta al infinito,
anchas las mangas y las espaldas,
dulce la sonrisa serena,
sencillo el respeto a la libertad.

Embobarse en los paseos vespertinos
descansar en los bancos manchados
por el polvo levantado en los juegos de niños
ausentes del destino que les espera.

Disentir con la fuerza de los silencios,
comprender las ausencias deseadas,
infundir una paz en cada conflicto,
entregando al mundo los frutos de toda una vida.

Sin medidas, sin reloj. Con arrugas y suspiros.
Buscando el sol y la claridad del día.
Soltando nudos. Las manos abiertas
en ofrenda sin medida del amor.




lunes, 25 de julio de 2016

¿Lo estás pasando mal?

            Estas palabras van dirigidas a quienes en estos momentos de su vida lo están pasando mal. No pretenden ser palabras para la compasión, ni siquiera un gesto de comprensión. Nadie es capaz de ponerse en el lugar del otro y mantener una empatía absoluta. Sólo el individuo que está sufriendo conoce la dimensión de su dolor y es, únicamente él mismo, quien decide aguantar o asumir su situación.
            Aguantar es sostener un peso, soportar algo o a alguien. Mantener un peso, por muy pequeño que parezca, puede hacerse in-soportable. Cuanto más tiempo se mantenga esta acción más pesado resultará. El cansancio irá haciendo mella hasta llegar un momento en el que la persona, prácticamente se sienta impotente. El aguante personal, a no ser que uno se sienta masoquista, es una actitud no deseada.
            Asumir es tomar para sí una tarea o una responsabilidad. Quien asume una responsabilidad la considera en el ámbito de su determinación de libertad personal. Por tanto, se orienta a trabajar en aras de buscar las soluciones más inteligentes para resolver cualquier situación, por muy delicada, molesta o dolorosa que fuere.

            ¿Cuánto puedes aguantar? ¿Qué quieres asumir? Tú, y solamente tú, decides. Quizás no hayas descubierto todavía que vales mucho más de lo jamás has pensado.

miércoles, 20 de julio de 2016

A los amigos que fueron

Hemos pasado muchos tiempos juntos
Haciendo planes que se cumplieron, o no.
Hablando de cosas fútiles y de profundidades.
Partidos de la risa o acompañando con lágrimas contenidas.

Eso, ya pasó.
Ahora queda el presente anodino del recuerdo.
La añoranza de la presencia ausente.
El suspiro de un nuevo reencuentro, casi abandonado.

El tamiz del tiempo purgó la esencia amical
con un cedazo cada vez más fino
que nos ha convertido en arena escurridiza,
depósito de la mar embalsada en las manos.

Ahora nos ha vencido la prisa y el reloj es nuestro dueño.
Atrás quedó la gratuidad de los minutos perdidos,
la inutilidad de las conversaciones que sólo confirman
la necesidad de sentirnos acariciados, amigos.




martes, 12 de julio de 2016

La locura de vivir

                Los partidos políticos a lo suyo. Parece que sólo les gusta presionar la tecla del play y repetir, una y otra vez, la misma monserga que les ha escrito en una octavilla el dirigente de su organización. Son un poco cretinos y piensan que sólo con “su receta” salvarán al país. Las orejas les sirven para apoyar las monturas de gafas que apenas son capaces de soportar los cristales de “culo de vaso”. Total para seguir en su ceguera. No ven tres palmos más allá de sus narices.
                Para el pueblo, pan y circo. Con la Eurocopa se olvidan todos los males. La gente es capaz de llorar de alegría porque un futbolista de su selección nacional que ha metido un gol. Un gol que ha hecho a todo un país feliz. Demasiadas personas son capaces de justificar el fraude fiscal de un excelente jugador de fútbol, incluso se ve con buenos ojos que todo un club de fútbol propague una campaña dándole su apoyo, utilizando el mismo eslogan que el de un asesinado por un terrorista. ¡Nos hemos vuelto locos!
                ¿Dónde se encuentran esas personas que lideren esta sociedad des-estructurada y carente de un horizonte humanizado? ¿Quiénes son referentes del bien ser que se atrevan a separar lo esencial de lo accidental, el grano de la paja?
                Sin ánimo de que flote una visión catastrófica de la sociedad en la que vivimos, me gustaría dejar claro mi convicción de que existen muchos padres y madres, educadores, profesionales, artistas, científicos, escritores, y un largo etc. de personas, que con su voluntad de mejorar esta humanidad, intentan todos los días dejar un mundo mejor que el que se encontraron. A todas ellas dedico las lágrimas de mi alegría, en medio de esta locura de vivir. Como las hormigas, ellas son las que colaboran en soportar el peso de lo que realmente necesitamos.  

        



viernes, 8 de julio de 2016

"SUS SEÑORÍAS"

                Seguramente ya hayan recogido sus actas de diputados (no añado también diputadas porque entonces debería haber comenzado diciendo “sus señoríos” y puede evocar connotaciones peyorativas) que son los documentos que certifican sus cargos como tales porque han sido elegidos por una parte de la población. Pues a “sus señorías” me permito hacerles una consideraciones como ciudadano de a pie.
                ¿Tanto cuesta anteponer el bien común al bien del partido o a la conveniencia personal? Da la impresión de que la única idea válida es la generada por la oficialidad del partido. Sus señorías explican de manera generalista la conveniencia de ponerse de acuerdo con el resto de partidos y de manera partidista su negativa a concretarlo. No creo que sus mentes aguanten tanto nivel de esquizofrenia. Si les digo la verdad, se parecen más a los perritos falderos pendientes en todo momento de su amo que a las auténticas personas libres buscando soluciones para mejorar la situación de sus representados. Esta actitud simplemente se explica porque parecen estar demasiado pendientes del premio de su líder. No vaya a ser que en el reparto de los puestos les dejen sentaditos en el suelo.
                ¿Podrían dejar de descalificar al adversario político y ofrecer alternativas comunes que recojan las mejores soluciones para la mayoría de la sociedad? Me da la impresión que debe ser bastante más difícil construir propuestas que criticar. Pero no se les olvide que han sido especialmente elegidos para lo primero y no exclusivamente para lo segundo.

                Si desconocen los significados de humildad y servicio podrían consultarlos. Les vendría muy bien. El primero, la humildad como actitud (que no hace ostentación de sus virtudes) y el segundo el servicio como tarea (trabajo que se hace especialmente para otra persona). 

jueves, 30 de junio de 2016

Docentes y vacaciones.

                Hoy es un gran día para vosotros y vosotras. ¡Por fin llegan las vacaciones! Atrás queda la pizarra borrada un sinfín de veces, los nombres de vuestros chicos y chicas impresos en la memoria diaria, las horas empleadas en preparar las clases, las reuniones, las entrevistas, los trabajos corregidos, el repaso a los exámenes para arrancar las décimas que faltan para sacar adelante la recuperación necesaria e infundir el ánimo en el estudio.
                Hoy es un buen momento para enchufar el cargador de las pilas educativas y dejarlo conectado hasta septiembre. Tomar nuevas fuerzas, dejar que la arena de la playa filtre los cansancios y la mar equilibre la tensión que tantas veces se ha disparado a lo largo del curso.
                Es momento de descansar, de leer aquellos libros aparcados que han esperado su turno, de felicitarse por el trabajo bien hecho y desear lo mejor a quienes han sido vuestra vida durante un intenso curso.
                Ahí va mi agradecimiento por vuestra tarea educativa. Ya sé que el resultado de vuestros esfuerzos es intangible, no se puede tocar. No se puede demostrar el fruto del ejercicio de vuestra profesionalidad. Tal vez con el paso del tiempo alguien reconozca vuestra tarea porque recuerde que tú, maestro, profesora o docente, fuiste quien despertaste las ganas de superación personal y desde entonces una persona más comenzó a crecer y ser lo que siempre había deseado. ¿Te parece poco?
                Por ello creo que los que dedicáis vuestra vida a la educación os merecéis un buen descanso, de verdad. Así, cuando llegue septiembre, los nuevos alumnos y alumnas que pisen vuestras aulas se encontrarán con personas dedicadas e ilusionadas con toda la fuerza del mundo.
                ¡Feliz verano!



miércoles, 22 de junio de 2016

Felicidad vs. violencia

         -Yo dedicaría toda la enseñanza a ser feliz. ¡Qué importa más que esto! Yo quiero ser feliz y toda mi vida la he pasado buscando lo que me hacía acercarme con más fuerza a la vivencia de ese estado. Las personas siempre se quejan cuando no son felices de verdad. Los padres están pendientes de sus hijos con la única misión de enseñarles a ser felices. Les educan con esa única finalidad. Sin embargo, esta sociedad nos está inculcando el dinero como valor supremo y el poder como la herramienta más útil. Y ahí están los resultados. Vivimos enajenados, pendientes de conseguir más para escalar en la pendiente del tener hasta la cima del sinsentido. Encerramos a los niños en las guarderías, en las escuelas, en los centros deportivos, en la vorágine de las actividades múltiples… con la finalidad de disponer de más tiempo para trabajar y ganar más  dinero. Y, así pagar unos días de vacaciones en verano. Comprar un modelo de automóvil mejor y con más potencia que el que tenemos. Viajar lo más lejos posible. Cambiar de casa a otra mucho más confortable. La felicidad se nos escurre entre los dedos como la mantequilla en la sartén ardiente.

         El modelo educativo ha asumido esta dinámica de pensamiento como ideal de vida. Algunos me discutirán que ello es falso. Que en la escuela se enseña a buscar la felicidad, a cuidar el medio ambiente, a querer a los animales e incluso a las personas. Estoy de acuerdo que lo intentan muchos educadores y educadoras. Pero los resultados en la realidad se muestran tozudos hasta la saciedad. El trabajo es el trabajo y ahí está justificado despreciar a la persona, si llegara el caso. Cuando es necesario se apela con la ley en la mano. En pro de los beneficios económicos de una sociedad, se pospone la dignidad de los seres humanos, de los niños, de los inmigrantes. Nos hemos vuelto individualistas con nuestra propiedad privada y socialistas con la propiedad pública. Exigimos la solidaridad de los estados y negamos el saludo al vecino. Vivimos un mundo saturado de injusticia. Ello es así, en buena parte, porque los adultos estamos educando en la injusticia, a veces sin darnos cuenta.


      Existe demasiada violencia porque los niños aprenden de los mayores, no sus teorías sobre la paz, sino sus ejemplos de agresividad. Les pedimos a los más pequeños que se comporten con educación, mientras nosotros nos comportamos como verdaderas acémilas –con perdón de dicha especie-, en algo tendremos parte de responsabilidad los educadores. Decimos unas cosas y hacemos otras y esto nadie lo quiere entender.
Fragmento de mi libro: "¿Para qué fui a la escuela?"