Hoy es
un gran día para vosotros y vosotras. ¡Por fin llegan las vacaciones! Atrás
queda la pizarra borrada un sinfín de veces, los nombres de vuestros chicos y
chicas impresos en la memoria diaria, las horas empleadas en preparar las clases,
las reuniones, las entrevistas, los trabajos corregidos, el repaso a los
exámenes para arrancar las décimas que faltan para sacar adelante la
recuperación necesaria e infundir el ánimo en el estudio.
Hoy es
un buen momento para enchufar el cargador de las pilas educativas y dejarlo
conectado hasta septiembre. Tomar nuevas fuerzas, dejar que la arena de la
playa filtre los cansancios y la mar equilibre la tensión que tantas veces se
ha disparado a lo largo del curso.
Es
momento de descansar, de leer aquellos libros aparcados que han esperado su
turno, de felicitarse por el trabajo bien hecho y desear lo mejor a quienes han
sido vuestra vida durante un intenso curso.
Ahí va
mi agradecimiento por vuestra tarea educativa. Ya sé que el resultado de
vuestros esfuerzos es intangible, no se puede tocar. No se puede demostrar el
fruto del ejercicio de vuestra profesionalidad. Tal vez con el paso del tiempo
alguien reconozca vuestra tarea porque recuerde que tú, maestro, profesora o
docente, fuiste quien despertaste las ganas de superación personal y desde
entonces una persona más comenzó a crecer y ser lo que siempre había deseado.
¿Te parece poco?
Por
ello creo que los que dedicáis vuestra vida a la educación os merecéis un buen
descanso, de verdad. Así, cuando llegue septiembre, los nuevos alumnos y
alumnas que pisen vuestras aulas se encontrarán con personas dedicadas e
ilusionadas con toda la fuerza del mundo.
¡Feliz
verano!