LA CANTIDAD IMPORTA
Vivimos en tiempos
donde nos hemos acostumbrado a las noticias de corrupción. Parece ser que
cuanto más alto es el nivel de corrupción más se protege al corrupto. Echemos
un ojo al futbolista de oro defraudando a hacienda, al fundador de la autonomía
que encima da clases de ética que no paga al fisco y se lleva el dinero de sus
conciudadanos a sus cuentas familiares, a un expresidente de una comunidad mostrado
como ejemplo de gestión por el actual presidente de gobierno entrando en la
cárcel, a las organizaciones sindicales y empresariales robando dinero
destinado a la formación, a sus “supuestamente defendidos”. Al rey actual
prohibiendo que la familia real no se meta en empresas privadas para que no les
pase lo mismo que a su cuñado. Y tantos otros…
El mal uso
del dinero se puede justificar hasta lo indecible, especialmente por aquellos
que se benefician o lo hicieron anteriormente con las actuaciones del corrupto.
Porque la cantidad sí que importa.
Los
valores, los principios, los códigos éticos siempre se refieren a la calidad de
las acciones. Y de estas cosas sólo se habla para quedar bien ante los demás y
conmover el corazón de la gente de bien. Las construcciones seguras se cimentan
sobre suelo sólido y no sobre la arena de la playa que el mar se encargará de
diluir en sus aguas. Al fin y al cabo las obras duraderas siempre dependen de
la calidad de sus fundamentos.