martes, 3 de octubre de 2023

LEER Y COMPARTIR

                             Muchísimas gracias por LEER y COMPARTIR.  

                                     Rafael Roldán López

                                      www.vivirysentir.es

                                      rfarolop@gmail.com

         


viernes, 26 de mayo de 2023

¡A VOTAR!

    ¡A votar! Han pasado cuatro años y hay que decidir a qué candidatos les entregamos nuestro voto.  Estamos ante el ejercicio más relevante en una democracia. Elegir a las personas que van a representar y gestionar los principales intereses de los ciudadanos en el parlamento de cada comunidad o ayuntamientos.

    Los partidos políticos presentan a los mejores espadas de su formación, echándoles al ruedo de las televisiones, redes sociales y medios de comunicación para que enseñen “la patita por debajo de la puerta” y convenzan a sus posibles electores de que son ovejitas muy buenas. Simplemente piden que votes a la marca de su partido y ellos se encargarán de todo. No pienses más. Elige entre votar a fachitas o a rojillos. No pienses, no critiques, no tengas memoria, no compares, no mires tus cuentas, no pienses en tu familia, no te preocupes si estás enfermo y no hay médicos, no eduques a tus hijos, no hagas nada... el partido que has elegido lo va a hacer por ti. Se atreven incluso a darte una propina para ir al cine o comprarte un videojuego. Te compran tu voto, si es necesario, con tu dinero. ¡Son tan listos! Solamente quieren tu permiso para hacer lo que les parezca. Después ya no te necesitan para nada más hasta dentro de otros cuatro años.

    Bien es verdad que hay políticos en todos los partidos que son buena gente y quieren lo mejor para la ciudadanía. Supongo que la mayoría. Pero no deja de ser muy triste que la mayor parte de sus dirigentes nos traten a los ciudadanos como si fuéramos idiotas e inmaduros. "Piensa el ladrón que todos son de su condición" dice el popular refrán. La realidad es tozuda y en la mayoría de las ocasiones las personas actúan y toman sus decisiones con madurez. Y es con esta cualidad del ser humano con la que hay que demostrar en las urnas lo que deseamos realmente. Es un deber inalienable y solo lo podemos hacer en el ejercicio de nuestra responsabilidad. 

    Como todos los partidos prometen propuestas que te parecen buenas y también otras que no te convencen, debes optar por el lote “menos malo” para tus intereses. No queda otro remedio. 

    No sé si existen periodistas independientes (dime quién te paga y te diré cuánta independencia tienes) pero no estaría mal que publicaran una sencilla tabla comparativa de lo que ofrecen los partidos en sus programas y lo que han cumplido cuando han estado gobernando. Pero me temo que no es fácil. Ni para el periodismo recopilarla, ni para los ciudadanos estudiarla.

         Así que ¡a votar! en función de la actuación del artista más mediático. A votar en base a intuiciones, que no de razones. Firmar un documento en blanco para que hagan y deshagan a su placer, durante otros cuatro años. Pero, podemos estar tranquilos, no nos vamos a ver en nada, que eso es lo que quieren nuestros salvadores los políticos. 

domingo, 7 de mayo de 2023

UN SEGUNDO

 

         Cada día tiene su propio afán. A cada hora le sobran cincuenta y nueve minutos y a cada minuto le basta un segundo para decidir si dejas de respirar. No es broma. El límite entre la vida y la muerte es muy pequeño. Por tanto disponemos de un segundo para enfocar nuestro objetivo final y todo un presente para llevarlo a cabo.

         Es verdad que la historia de nuestro pasado, más o menos largo, ha dejado una huella en nosotros que suena a eternidad. Cada año que se añade a nuestra fecha de nacimiento nos relaja y nos emboba. Abrimos la carta de nuestro futuro y nos dedicamos a esbozar planes. Cada uno de ellos nos los tomamos muy en serio. Por momentos nos creemos dioses y señores de todo. ¡Allá nosotros mismos!

         Basta tropezarnos con el conocimiento de que un conocido, un vecino, un familiar o cualquier persona cercana hayan adquirido una enfermedad incurable o nos hayan dejado para siempre y es en esos momentos cuando reflexionamos un poco más a fondo. En el mejor de los casos, y como no nos ha tocado directamente a nosotros, concluimos que la vida es así y a otra cosa mariposa. En el peor de los casos, cuando uno es el protagonista de la desgracia, la cosa cambia radicalmente. Pensamos que la vida no tiene que ser así. El mundo se detiene o debería hacerlo para prestarnos la máxima atención.

         A partir de la consciencia de ese crucial segundo, todo cambia radicalmente. Nos enfrentamos al objetivo fundamental de nuestra existencia. Nadie nos va definir nada. Somos nosotros mismos los únicos capaces de encontrar la respuesta a una infinita sucesión de preguntas. Muchas de ellas ya las conocíamos teóricamente y en su momento decidimos posponerlas. Otras son totalmente nuevas y quizás jamás encontremos una aproximación tranquilizadora.

         Jamás se me ocurriría insinuar qué se debe hacer. Solo sé que esta situación es inevitable y que cada uno la afronta como mejor puede. Y he aprendido que la serenidad como actitud personal favorece la paz y el encuentro con uno mismo.

 

viernes, 17 de febrero de 2023

Un poquito de paz, ¡por favor!

 

          Corremos de un lugar para otro sin saber de dónde venimos y a dónde vamos. ¡Date prisa! ¡Corre! ¡Acelera! La velocidad pasa al primer puesto de la axiología. Se convierte en un fin en sí misma. De esa manera dilapidamos los momentos presentes, nos perdemos el disfrute de la belleza del lugar dónde nos encontramos. Aceleramos y el ruido motorizado de la actividad ensordece la melodía de vivir con intensidad. De esta manera perdemos la consciencia de todo los que nos rodea. Solo percibimos el chirriar de las ruedas metálicas del tren sobre la vía, los frenos del autobús que nos recoge en la parada, el motor del ascensor, el traqueteo de la lavadora, el vapor de la olla exprés, las notificaciones del whatsapp o el golpetazo de la puerta del vecino. Y nos perdemos el canto del ruiseñor escondido en los setos, el silbido del viento entre rendijas, los colores irisados que derrama el sol sobre la escarcha matinal o la sonrisa del niño que sube al tobogán.        

¡Qué maravilloso es encontrar un remanso de paz! ¿No has buscado, en muchas ocasiones, un espacio de tu vida en el que sientas la felicidad? ¿No has necesitado dejar la cotidianidad y soñar en un lugar, un ambiente, un espacio donde tú realmente seas tú? ¿Nos has comprobado, en algún momento de tu existencia, cómo lo esencial de tu vida se escurre como el agua entre las manos?

         Todo se consume en un abrir y cerrar de ojos. Nos fijamos en los latidos del corazón solamente cuando el cuerpo nos avisa de que algo no va bien. Contamos las pulsaciones con el ansia de que estén en los márgenes de su funcionamiento normal y, sin embargo, pasan desapercibidos cuando fluyen al compás del diapasón que marca el ritmo de la existencia.

         Tal vez caminemos hacia ninguna parte donde nadie nos espera. La carencia de metas produce generalmente mucha inseguridad. La nada, el vacío, el abismo enfocado al futuro personal no es nada atractivo. El ansia de eternidad que tenemos incrustada en lo más hondo de nosotros nos empuja a buscar permanentemente algo que dé sentido a nuestro ser. Y cada uno tratamos de encontrarlo a nuestra manera, sabiendo de antemano que nadie nos va a dar ninguna respuesta fiable y segura.

            Tenemos claro que el tiempo es el regalo más importante en nuestra vida. No deseamos perderlo  en cosas que, aparentemente son tonterías. No obstante, preferimos no detenernos en el camino. Aunque todas las señales nos indiquen la necesidad de stop, nos las saltamos con la ilusa pretensión de que llegaremos antes. ¿A dónde?

         ¡Para un momento!

Siéntate. En una silla, en la hierba de una cuneta, en cualquier peldaño de una escalera. Deja de movilizar tus piernas para que tu cuerpo interprete que te has detenido.

Calla. Tu boca y tu mente. Guarda silencio ante ti. Deja abierto el sentido de la escucha. Sin ninguna pretensión.

Déjate llevar. Hacia todo y hacia nada. Experimenta la sensación de viajar a ninguna parte.

Tranquiliza tu ser. Es el estado más difícil, pero no importa. Reposa tus acciones, tus pensamientos, tus sensaciones, tus sentimientos. Déjalos caer y permite que se sienten contigo.

Abre los sentidos. Todos los sentidos. Aunque cierres los ojos deja abierta la mirada y la escucha. Percibe la sutileza de tu piel y el rumor de la brisa. Saborea ese instante.

Respira. Solamente respira. Una y otra vez.