Normalidad viene de norma. Una cosa intermedia entre lo más y lo menos. Sin excederse pero tampoco quedarse corto. Se diría en términos coloquiales lo normal. La normalidad es la cualidad que se atiene a la norma, a lo establecido, a lo consensuado en la costumbre o estilo de vida de una población. Por ejemplo, está concebido tácitamente que al inicio del encuentro entre dos personas se utiliza el saludo y al finalizar ese encuentro existe una despedida. Puede escenificarse con unas palabras como: ¡hola!, ¿qué tal?, ¡adiós!, ¡chao!, ¡hasta pronto!, etc… En nuestra cultura se da un apretón de manos o unos besos en las mejillas. Si existiera una relación de mucha confianza lo normal sería un fuerte abrazo.
La normalidad
suele estar muy ligada a lo que denominamos sentido común. A veces se
comenta que el sentido común es el menos común de los sentidos. El sentido
común parece que predomina su concepción como la manera sensata de actuar y
relacionarse con los demás. Dejémoslo ahí.
Con la
irrupción de la pandemia del coronavirus, las autoridades gubernativas han
intentado convencer a la ciudadanía de que entraríamos en una nueva
normalidad. No se sabe muy bien que intencionalidad hay detrás del
significado de esas palabras. Entre ellas, destaco la importancia de no tocarse
entre personas, para evitar el contagio, ¡claro! Nada de apretones de manos,
besos o abrazos. Todos los saludos, al menos, con un metro y medio de distancia
de separación. Añadamos a todo esto la no conveniencia de aglomeración de
personas.
Es decir,
mascarilla y boca tapada. Alejamiento personal y evitar el saludo. Y, por
supuesto, nada de reuniones o encuentros y, menos aún, si son de mucha gente.
Nos encontramos ante la nueva normalidad. Esta situación, además
de favorecer la no propagación del virus, reúne todos los ingredientes para
facilitar a los gobernantes la división entre la población. El aislamiento y la
obsesiva preocupación por uno mismo, son el caldo de cultivo perfecto para que
la sociedad permanezca dividida. Sólo falta el ingrediente simbólico de la
mascarilla como bozal. La boca y la nariz tapadas. Predominio absoluto de las teles.
Tele-trabajo, tele-asistencia, tele-formación, tele-consulta, video-llamada. A
distancia, telemáticamente. Lejos, cuanto más lejos mejor. ¿Y a esto le llaman
la nueva
normalidad?
Sin dejar de
aplicar las recomendaciones sanitarias de manera provisional para la no
expansión del virus, me niego a instalarme en la nueva normalidad. El saludo
cordial, cercano. Los besos y abrazos. Las reuniones familiares y con los
amigos. El sentimiento de pertenencia a una sociedad común, interdependiente,
democrática, libre, unida y con tendencia a la universalización de las
relaciones. Acortar distancias entre los seres humanos, compartir experiencias,
buscar juntos el bien común de esta humanidad, en los tiempos que nos tocan
vivir y con los obstáculos que aparecen en el camino, me parece lo normal
y de sentido
común.