No sé si seré
el único rarito de este país, España, que en esta época de pandemia ha visto y
comprobado una amenaza real a la pérdida
de libertad personal y ciudadana. En aras de vencer a la curva de contagios
y muertos, como si tuviéramos una lucha con las representaciones gráficas de
cualquier tipo, se justifican una serie de medidas, cuando menos dudosas y
cuestionables, para prohibir y castigar.
Los famosos
expertos anónimos, desconocidos e inexistentes, encabezados por el famosillo de
la tele doctor Fernando Simón, que luego no es tal doctor, al comienzo de dar a
conocer a la ciudadanía el problema que se nos venía encima con el coronavirus
y para dejarnos tranquilos nos cuentan la gran mentira. Uno o dos casos, que de
producirse se podrían controlar sin mayor problema. Han pasado nueve meses y
vamos por unas 70.000 personas muertas. Aunque la mentira oficial sea de
40.000. El “doctor” sigue en su puesto, el ministro también. Nadie ha dimitido
ni se siente responsable absolutamente de nada. Es más, argumentan que si no
hubieran estado ellos, se hubieran producido siete veces más de muertos.
La libertad va
íntimamente unida a la responsabilidad. Y si los responsables no la ejercen la
tiranía de sus decisiones son una evidencia. En este caso se ha mentido
descaradamente al pueblo. Es decir, se le ha privado de su libertad. Se nos ha
manipulado en beneficio de no sé sabe bien qué. O quizás se conoce demasiado
bien.
Nos intentaron
convencer de que las mascarillas no eran necesarias. Las gotas del bicho eran
muy pesadas y caían al suelo inmediatamente. Mientras, la ciudadanía comprobaba
que en otros países se habían preocupado de dotarse de ingentes cantidades.
Supongo que sería por interés coleccionista. A todo el mundo le entró el deseo
de poseer una mascarilla en su poder. Total para qué. Los test PCR no merecían
la pena, eran muy difíciles de interpretar y no servían. Te hacías un test pero
al minuto siguiente podías estar contagiado. La solución, encerrados en casita.
En la actualidad las mascarillas son obligatorias, cuanto más caras sean más
recauda el gobierno y para colmo las que recomienda como más efectivas, a esas
no les reduce el IVA. Los tests cuantos
más mejor, de todos los colores y tamaños. Especialmente si eres futbolista de
élite, político con gorrilla o famosete en los medios de comunicación.
La solución
siempre pasa por la privación de libertad.
Prohibición de acceder a la información veraz. Incapacidad para elegir la mejor
decisión, puesto que no se proporcionan elementos objetivos en los que
fundamentar la responsabilidad personal y colectiva.
Hoy más que en
ningún periodo de la democracia española se está produciendo un recorte de las libertades en aras de
paliar una pandemia mortal. La privación de libertad se ejerce untando a los
medios de comunicación con dinero público y legislando a través de un
ministerio de la verdad, su verdad. Tapando la boca de los jueces con mascarillas
de acero controlando el poder judicial, apropiándose el gobierno la fiscalía
general del estado para retrasar, paralizar o acelerar las causas que convengan
al poder ejecutivo y a sus intereses partidistas. Gobernando a golpe dedecreto, sin control parlamentario y un sinfín de tropelías propias de
dictaduras.
Hay dinero
para todo. Pero no se pude dotar a la sanidad de los recursos que necesita,
personal, UVIs, equipos de protección, rastreadores, etc. No se pueden
facilitar mascarillas, ni tests a toda la población para prevenir y afrontar la
pandemia. No se informa con veracidad del estado real de la situación por las
posibles pérdidas de votos en las siguientes elecciones, es decir, para no
perder el poder.
Ahora ya se ha conseguido echar la culpa de todo a
la irresponsabilidad del ciudadano. Por tanto hay que privarlo todavía más
de libertad y en caso de incumplimiento, castigarlo, multarlo. Cerrar su
negocio porque es propenso a delinquir. Conseguir que dependa todo del papá
estado que es quien sabe lo que te conviene. No tienes que pensar, no tienes
que decidir, simplemente debes obedecer. Si no lo haces se te tipifica como un
desgraciado que debes ser apartado del rebaño.
¿Libertad?