Cuando
nací no sabía
si
era pájaro o pez,
desconocía
que era yo,
no
quisieron decir mi nombre.
Me
sacó del légamo una mano
en
aquel charco del camino.
Hundieron
los dedos
dentro
del lodo de mis ojos,
me
limpiaron la cara, del limo.
Al
tirar de mí,
me
llevé, en la cola, la pecina.
Dejé
de ser pez.
Mis
aletas se mezclaron con la arcilla
y
ahora son aladas albardillas.
Finalmente
silbé
con
todas mis fuerzas,
una
sonrisa trazó mi boca en pico.
Ahora,
vuelo en el agua y nado en el viento.