viernes, 30 de junio de 2017

Serenidad en el aula

"La serenidad, la sonrisa y la calma transmiten mucha paz en el espíritu de quien necesita mirar hacia adelante y crecer -como les pasa a los niños, adolescentes y jóvenes- porque ese es el gran deseo de sus vidas. En las aulas se tiene que respirar un ambiente de armonía, frente a las tensiones y el exceso de estimulación que ya de por sí llevan los educandos. El profesorado tiene como misión crear el espacio educativo donde se pueda contemplar el horizonte y cuando el corazón está agitado y las emociones descontroladas, resulta muy complicado. Por estas razones tiene tanta relevancia la estabilidad emocional en la personalidad de un docente.


Los profesores necesitamos disfrutar de cada tarea y sentirla alineada con nuestros sueños. Compartirla con los alumnos a nuestro cargo, describir sus esperanzas y sus logros. Contagiar de esperanza a quienes esperan lo mejor de esta vida. Y, sobre todo, a celebrar los pequeños éxitos de superación, de consecución de sus expectativas. Expresar con serenidad los fracasos y apoyarse en ellos para volver a intentar sacar adelante el proyecto imaginado. Los profesores deberíamos enseñar a los alumnos a equivocarse frecuentemente, porque cuantas más veces caigan en la cuenta del error, mejores soluciones van a encontrar a los problemas. Se necesita serenidad para conocer las limitaciones humanas y afrontar la vida como un regalo que sólo podemos disfrutar una sola vez. La serenidad está ligada a la alegría. Cuanta más alegría se porta en el corazón, significa que se está más de acuerdo con nosotros mismos y ello es el mejor indicativo de la armonía personal. Yo creo que la sonrisa sincera expresa fantásticamente esa alegría interna."
Libro Rafael Roldán

miércoles, 28 de junio de 2017

Blanca y Bécquer

Bécquer sentado junto al castillo de Trasmoz

La noche estrellada en el monte de la villa. Solo el silencio se pasea de puntillas por las calles, callando los secretos de sus gentes. La luna pendiente de todos los movimientos. Blancura, allá en lo alto, claridad blanca. El silbido tenue de una caricia del viento llamó la atención de la singular silueta. Tentado estuvo el poeta de girar su rostro de bronce entumecido y volver la vista hacia atrás para ver de dónde provenía el sonido. Pero la prudencia le invitó a permanecer hierático, sentado, mirando las sombras chorreadas por la huecha del lugar. 
 Unos pasos se acercan, apenas perceptibles, remueven los pequeños guijarros en el camino del cementerio. Zapatos blancos de charol. Calcetines de puntillas, blancos también, como la blanca luna y el vestido de comunión que la envolvía en el misterio insólito del lugar. El cabello descendiendo sobre sus delicados hombros femeninos, ensortijado en bucles de oro y arcanos deseos. El camino de subida al castillo se había borrado con el olor al tomillo y el aliento del Moncayo. 
 Gustavo, el poeta romántico, allí estaba detenido, sentado, llamando al tiempo de su tiempo. Una mano sostiene el contador de las horas, de los días y de las eternas esperas sin nombre. La otra, enmudece las cartas inéditas que un día leerán muchos ojos ávidos de la belleza del logos. Con la mirada reposada, en lontananza, fantaseando con el silencio monacal del monasterio de Veruela. Envuelto en su capa, la amiga de inviernos y senderos, sintió una presencia en sus espaldas. La mano se posó en su hombro. Mucho más gélida que la temperatura del resonante cuerpo bronceado. Un escalofrío estremeció los cimientos de la fortaleza y algunas ondas trasladaron la sensación al mismísimo nigromante que la construyó. 
 -No temas amigo. He bajado de la ardiente clara nocturna, para sentarme a tu lado, y soñar, en este espacio maldito para creyentes, en esta bruma esotérica de brujas y embrujos, de queimadas y locura, de placer y poesía.

domingo, 25 de junio de 2017

Flor encendida

Flor encendida,
semilla,
en un hálito contenida.  
Peregrina,
germen ambulante,
casi divina.
Te disemina un soplo
y se apagan tus estrellas,
pero fluye la vida.

Flor encendida

viernes, 23 de junio de 2017

Levedad

Levedad

Detrás de tu nombre se han bosquejado mis sueños.
Delante, mis dudas, la mar troceada.
En medio, el abismo, farallón infinito.

Y, solo un beso huidizo gravita perdido.

viernes, 16 de junio de 2017

Ardiente

En tus manos un suspiro,
en tus ojos la mar abierta,
en tus labios cántaros de agua
derramados en el río.

Dormida la playa seca,
inconsciente el desierto,
bajo tus  gráciles pies
caminando a cielo abierto.

El murmullo de tus pasos
en la húmeda fronda
perturba mis sentidos
abrazado a tu sombra.

Envuelto en tus abrazos,
dibujado con pinceles,
soy cuadro en tus lienzos
latón fino de oropeles.

Gélida brisa, nívea flor.
Llovizna de otoño presente,
sofoca esta noche el calor
y serena un corazón ardiente.

Sol ardiente