Mostrando entradas con la etiqueta responsabilidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta responsabilidad. Mostrar todas las entradas

lunes, 26 de febrero de 2024

¡Te doy mi palabra!

         ¡Qué tiempos aquellos! Si. Eran tiempos en los que los hombres presumían de su palabra. En la actualidad esa concepción ha pasado a ser una simple añoranza del pasado. Todo el mundo sabe que nuestros mayores, especialmente en los pueblos, siempre que llegaban a un acuerdo se estrechaban la mano y bastaba para adquirir el compromiso formal de que lo que se había acordado entre dos personas se cumplía por ambas partes. Aunque existían los formalismos escritos en contratos más o menos farragosos, se priorizaba el valor de la palabra. Las legalidades se las pasaban por el arco de triunfo. Lo importante era la palabra, palabra de hombre.

 

            La palabra era la garantía de que se iba a cumplir lo pactado. Por encima de todo, no se podía caer en la desvergüenza de engañar. Hacer lo correcto, sin malinterpretaciones, sin dobleces y malas artes. Simplemente ser fiel a la palabra dada. Y para ello no era necesario recibir clases de política, economía, comercio, administración o leyes. La familia te enseñaba a ser buena persona.  Sobre todo te educaba para no mentir. Porque la mentira es la carcoma que fagocita la confianza y cuando no se puede confiar en una persona, ésta ha perdido toda su dignidad y respeto.  

 

          Sin embargo, siempre se han aceptado los errores, son congénitos al ser humano. Pero con la condición de que se reconozcan. Como dijo el rey emérito, Juan Carlos: “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir.” La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. La verdad suele ser corta, sencilla y directa. La mentira recorre sinuosos, largos y enrevesados  caminos para justificar lo injustificable, para demorar la justicia, para ocultar lo evidente. La mentira invita a urdir más mentira, al fin y al cabo, no es sino  la consolidación de la tozudez de quien pierde lo mejor de su dignidad.


         Las mujeres y hombres de palabra se ganan el respeto y todo el mundo se fía de ellos a pies juntillas. Las personas que se equivocan recuperan el respeto cuando reconocen su error. Y las que mienten a conciencia jamás encuentran amigos, porque creen que imponiendo el respeto se gana el honor. En esta sociedad actual, donde predomina la carencia de valores, abunda el engaño y la corrupción.  Se olvidan los principios de la convivencia y se antepone el individualismo egoísta al bien común. Dar la palabra y cumplirla es una garantía de dignidad y respeto.

 

viernes, 26 de mayo de 2023

¡A VOTAR!

    ¡A votar! Han pasado cuatro años y hay que decidir a qué candidatos les entregamos nuestro voto.  Estamos ante el ejercicio más relevante en una democracia. Elegir a las personas que van a representar y gestionar los principales intereses de los ciudadanos en el parlamento de cada comunidad o ayuntamientos.

    Los partidos políticos presentan a los mejores espadas de su formación, echándoles al ruedo de las televisiones, redes sociales y medios de comunicación para que enseñen “la patita por debajo de la puerta” y convenzan a sus posibles electores de que son ovejitas muy buenas. Simplemente piden que votes a la marca de su partido y ellos se encargarán de todo. No pienses más. Elige entre votar a fachitas o a rojillos. No pienses, no critiques, no tengas memoria, no compares, no mires tus cuentas, no pienses en tu familia, no te preocupes si estás enfermo y no hay médicos, no eduques a tus hijos, no hagas nada... el partido que has elegido lo va a hacer por ti. Se atreven incluso a darte una propina para ir al cine o comprarte un videojuego. Te compran tu voto, si es necesario, con tu dinero. ¡Son tan listos! Solamente quieren tu permiso para hacer lo que les parezca. Después ya no te necesitan para nada más hasta dentro de otros cuatro años.

    Bien es verdad que hay políticos en todos los partidos que son buena gente y quieren lo mejor para la ciudadanía. Supongo que la mayoría. Pero no deja de ser muy triste que la mayor parte de sus dirigentes nos traten a los ciudadanos como si fuéramos idiotas e inmaduros. "Piensa el ladrón que todos son de su condición" dice el popular refrán. La realidad es tozuda y en la mayoría de las ocasiones las personas actúan y toman sus decisiones con madurez. Y es con esta cualidad del ser humano con la que hay que demostrar en las urnas lo que deseamos realmente. Es un deber inalienable y solo lo podemos hacer en el ejercicio de nuestra responsabilidad. 

    Como todos los partidos prometen propuestas que te parecen buenas y también otras que no te convencen, debes optar por el lote “menos malo” para tus intereses. No queda otro remedio. 

    No sé si existen periodistas independientes (dime quién te paga y te diré cuánta independencia tienes) pero no estaría mal que publicaran una sencilla tabla comparativa de lo que ofrecen los partidos en sus programas y lo que han cumplido cuando han estado gobernando. Pero me temo que no es fácil. Ni para el periodismo recopilarla, ni para los ciudadanos estudiarla.

         Así que ¡a votar! en función de la actuación del artista más mediático. A votar en base a intuiciones, que no de razones. Firmar un documento en blanco para que hagan y deshagan a su placer, durante otros cuatro años. Pero, podemos estar tranquilos, no nos vamos a ver en nada, que eso es lo que quieren nuestros salvadores los políticos. 

jueves, 19 de noviembre de 2020

¿LIBERTAD?

 

         No sé si seré el único rarito de este país, España, que en esta época de pandemia ha visto y comprobado una amenaza real a la pérdida de libertad personal y ciudadana. En aras de vencer a la curva de contagios y muertos, como si tuviéramos una lucha con las representaciones gráficas de cualquier tipo, se justifican una serie de medidas, cuando menos dudosas y cuestionables, para prohibir y castigar.

    Los famosos expertos anónimos, desconocidos e inexistentes, encabezados por el famosillo de la tele doctor Fernando Simón, que luego no es tal doctor, al comienzo de dar a conocer a la ciudadanía el problema que se nos venía encima con el coronavirus y para dejarnos tranquilos nos cuentan la gran mentira. Uno o dos casos, que de producirse se podrían controlar sin mayor problema. Han pasado nueve meses y vamos por unas 70.000 personas muertas. Aunque la mentira oficial sea de 40.000. El “doctor” sigue en su puesto, el ministro también. Nadie ha dimitido ni se siente responsable absolutamente de nada. Es más, argumentan que si no hubieran estado ellos, se hubieran producido siete veces más de muertos.

   La libertad va íntimamente unida a la responsabilidad. Y si los responsables no la ejercen la tiranía de sus decisiones son una evidencia. En este caso se ha mentido descaradamente al pueblo. Es decir, se le ha privado de su libertad. Se nos ha manipulado en beneficio de no sé sabe bien qué. O quizás se conoce demasiado bien.

         Nos intentaron convencer de que las mascarillas no eran necesarias. Las gotas del bicho eran muy pesadas y caían al suelo inmediatamente. Mientras, la ciudadanía comprobaba que en otros países se habían preocupado de dotarse de ingentes cantidades. Supongo que sería por interés coleccionista. A todo el mundo le entró el deseo de poseer una mascarilla en su poder. Total para qué. Los test PCR no merecían la pena, eran muy difíciles de interpretar y no servían. Te hacías un test pero al minuto siguiente podías estar contagiado. La solución, encerrados en casita. En la actualidad las mascarillas son obligatorias, cuanto más caras sean más recauda el gobierno y para colmo las que recomienda como más efectivas, a esas no les reduce el IVA.  Los tests cuantos más mejor, de todos los colores y tamaños. Especialmente si eres futbolista de élite, político con gorrilla o famosete en los medios de comunicación.

         La solución siempre pasa por la privación de libertad. Prohibición de acceder a la información veraz. Incapacidad para elegir la mejor decisión, puesto que no se proporcionan elementos objetivos en los que fundamentar la responsabilidad personal y colectiva.

         Hoy más que en ningún periodo de la democracia española se está produciendo un recorte de las libertades en aras de paliar una pandemia mortal. La privación de libertad se ejerce untando a los medios de comunicación con dinero público y legislando a través de un ministerio de la verdad, su verdad. Tapando la boca de los jueces con mascarillas de acero controlando el poder judicial, apropiándose el gobierno la fiscalía general del estado para retrasar, paralizar o acelerar las causas que convengan al poder ejecutivo y a sus intereses partidistas. Gobernando a golpe dedecreto, sin control parlamentario y un sinfín de tropelías propias de dictaduras.

         Hay dinero para todo. Pero no se pude dotar a la sanidad de los recursos que necesita, personal, UVIs, equipos de protección, rastreadores, etc. No se pueden facilitar mascarillas, ni tests a toda la población para prevenir y afrontar la pandemia. No se informa con veracidad del estado real de la situación por las posibles pérdidas de votos en las siguientes elecciones, es decir, para no perder el poder.

         Ahora ya se ha conseguido echar la culpa de todo a la irresponsabilidad del ciudadano. Por tanto hay que privarlo todavía más de libertad y en caso de incumplimiento, castigarlo, multarlo. Cerrar su negocio porque es propenso a delinquir. Conseguir que dependa todo del papá estado que es quien sabe lo que te conviene. No tienes que pensar, no tienes que decidir, simplemente debes obedecer. Si no lo haces se te tipifica como un desgraciado que debes ser apartado del rebaño.

¿Libertad?