Una apuesta por el ánimo de pérdidas y sin ánimo de lucro.
La mayoría
de las personas piensan que un escritor después de escribir un libro, éste aparece en las librerías del país, los
clientes lo adquieren y la cuenta corriente del escritor comienza a incrementar
el saldo a su favor. Error. Nada más alejado de la realidad. Ni siquiera se
puede aplicar a los mejores escritores de reconocida fama.
Lo más
habitual es que un escritor esté apasionado por un tema concreto y desee
comunicarlo a las personas porque le seduce dar a conocer sus ideas, sus
fantasías, sus sentimientos, su forma de ver la vida… Y, como se siente feliz
escribiendo, pasando horas organizando el contenido, dejando volar su
imaginación, consultando libros e información sin descanso, observando la vida,
las personas, las situaciones, consigue plasmar en el archivo de un ordenador,
miles de palabras escogidas, mimadas, excavadas en el fondo del diccionario,
para transmitir su mensaje de la mejor manera posible.
El escritor
o la escritora, en adelante los denominaré autor, sin ánimo de herir
susceptibilidades de género y para no complicar la redacción del escrito. Pues
el autor, después de pasar interminables horas frente a la pantalla del PC
consigue concluir el libro y lo lee y relee una y otra vez. ¡Por fin puede
publicarlo! Desde este punto comienza el camino hacia el calvario de la
edición.
Si además
el autor es novel y no nobel, la cruz que debe soportar todavía es más pesada.
Su primera pregunta es: “Y ahora, ¿a quién le enseño el libro para que se
publique?” La respuesta parece sencilla.
A una editorial, claro. Se envían correos a las editoriales y como mucho te
contestan amablemente. Ellas saben que si quieren tener negocio deben hacer caso
a los autores que hayan vendido más de 5000 ejemplares de alguna de sus
publicaciones. A no ser que algún amigo te asegure el marketing y la publicidad
en los medios de comunicación. Ya se sabe, sólo se vende lo que se conoce.
Como no es
fácil ser principiante e incluso veterano en el arte de escribir, vendiendo esa
cantidad de libros en un santiamén, recurre a las editoriales de autoedición. Éstas publican el libro si lo mandas
corregido totalmente. Con las imágenes correspondientes, prácticamente maquetado,
te dicen que lo distribuirán a no sé cuantas librerías, pero no te explican que
los distribuidores sólo distribuyen los libros que “venden” es decir aquellos
que seleccionan las librerías porque son los que les proporcionan los
beneficios, totalmente razonables, para que mantengan su negocio. Como se puede
apreciar ese libro todavía no se “vende”, simplemente aspira a ello.
El resultado es que la autoedición corre a cargo del autor,
paga la impresión, la supuesta publicidad que te van a dar en las librerías de
venta en e-book, y el sello de la editorial que queda impreso en cada libro.
Todos los gastos son para el autor y le mandan el paquetón de libros a su casa.
Por fin ha conseguido tener mucho más que un archivo en el ordenador, ha
conseguido ocupar parte de la habitación de su vivienda con cajas de libros.
Ya puede
regalar a la familia, a los amigos y a los compromisos que haya adquirido. Eso
es amor al arte y a la literatura. Los bolsillos vacíos y la casa llena de
letras. Romántico, emocionante.
Pero autor es insistente y no se
rinde a la primera. Entonces decide buscar un agente literario. Y con mucha
suerte alguno le responde diciendo que debe invertir en la publicación de su
libro una cantidad de dinero que para conseguirla necesitará vender por lo
menos 1000 libros para recuperar los euros invertidos.
Pongamos un ejemplo comparativo:
Una persona contratada cobra unos 800 € al mes. Trabaja unas 160
horas. Veamos que necesita realizar un escritor para llegar a esa cantidad.
Autor apoyado por una agencia literaria:
Un escritor escribe un libro de unas 160 páginas en un mes,
dedicando unas 160 horas si es un experto literario. Si tiene la suerte de que
se lo publica una editorial sabe que si el libro se vende a 10 €, a la imprenta
le corresponde unos 2 o 3 €, el distribuidor se queda 4 o 5 €, la librería que lo vende alrededor
de 3 € y al autor le pasarán 1 € de los cuales debe pagar sus impuestos, con lo
que el autor obtiene unas ganancias de
0,8 € aproximadamente, por cada libro vendido. Es decir que, para ganar 800
€ necesita que la editorial haya vendido 1000 libros, en un mes. Todo un best seller.
Por fin ha
conseguido recuperar el dinero que tuvo que invertir con la agencia literaria
para que le publicaran su libro. Es decir, hasta ahora no ha obtenido ningún
beneficio económico. Necesitará que se vendan otros 1000 ejemplares para poder
cobrar 800 €. Si se da esta situación observaremos que se ha producido el
milagro y nos encontramos ante un aspirante a ser reconocido como un autor muy,
pero que muy, destacado.
Autor que opta por la autoedición:
El mismo
libro descrito en el apartado anterior de 160 páginas. Cuesta alrededor de 2000
€ si imprime 1000 ejemplares. Necesita vender personalmente 200 ejemplares,
entre familia, amigos y conocidos (que son muchos) para poder recuperar los
2000 € de la edición.
Pero si
quiere ganar los 800 € deberá llenar la mochila con 100 libros más y dedicarse
a venderlos puerta a puerta y hacerse un verdadero agente comercial. Estupenda
profesión con la que no esperaba tener que especializarse. Incluso puede
hacerle pensar que su vocación era precisamente esa ser agente comercial. Todo
un descubrimiento.
Menos mal que los verdaderos beneficios no son económicos,
ni crematísticos. Lo que verdaderamente llena al autor es su generosidad al
expresar en unas páginas el pensamiento, la emoción, las cuitas y alegrías del
ser humano, necesidades imprescindibles para hacer de este mundo un lugar de
convivencia y libertad.