Mostrando entradas con la etiqueta sociedad de emperadores. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sociedad de emperadores. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de diciembre de 2020

SOCIEDAD DE EMPERADORES

               Estamos creando una sociedad de emperadores. Desde antes del nacimiento, el enfoque y sentido de las actuaciones paternas se orienta a la complacencia del nuevo ser que va a venir a este mundo. Se deben crear las mejores condiciones de habitabilidad, el cuarto del bebé, la cuna, el carrito, el baño, la ropa del primer año, los juguetes, etc. De transporte, hay que cambiar el utilitario por un monovolumen espacioso, en el que quepa la sillita, y los complementos para el pequeño. Si es posible cambiar de piso con una habitación exclusiva. Hay que garantizar la guardería, la plaza en un centro escolar de infantil. Asegurar que va a estar atendido por una canguro mientras los padres van a trabajar. Cerciorarse de que los gastos intrafamiliares no se van a distorsionar tanto como para tener que renunciar a las vacaciones veraniegas, el viaje del año, o ir demasiados ajustados para hacer frente al préstamo hipotecario. Hay que estar seguros, muy seguros de la decisión que se va a tomar: la crianza de un emperador/a. Aquí no hay diferencia de género. 

            Los maestros deben andar con cuidado. No se deben pasar ni un pelo con el niño. ¡Ojo a los métodos de corrección de conductas inadecuadas! Los padres les pueden montar un pollo de aquí te espero. No se te ocurra llamar la atención a nadie en un servicio de transporte público por alguna acción incivilizada. La libertad personal ampara casi todo. La libertad de expresión, también está garantizada. Aunque sea para excrementar sobre tus muertos. Y, como en este ejemplo, se podrían analizar miles de otros similares.

 

            La estirpe del emperador es muy especial. Se caracteriza porque no tiene ningún deber y dispone de todos los derechos, conocidos o no. Teniendo en cuenta que se conceptúa como deber la obligación moral de una persona hacia otra y como derecho la exigencia de lo que se considera éticamente correcto, establecido o no legislativamente. El origen nobiliario del emperador se ha instalado en la concepción básica de nuestra sociedad. Per se, toda persona nace, crece se multiplica y muere con el apellido de emperador. Es decir, su vida se va a desarrollar plenamente solo si puede ejercer todos los derechos sin límite alguno. Recordemos, un emperador solo tiene derechos. Los deberes los tienen los demás hacia el emperador.     

                 

            Hoy sólo se habla de derechos. Derecho a la libertad, a una vivienda, al trabajo, a decidir, el derecho de la mujer, de los niños, de los mayores. Derechos, derechos y derechos. Incontables e innumerables derechos. La palabra derecho se antepone a casi todo y se subraya con énfasis en cualquier ámbito de la sociedad. Sin entrar en la legitimidad a defender los derechos humanos que tantas veces se conculcan, se ha olvidado hablar de los deberes.

 

            Hoy no se habla de deberes. Suena un poco a carca y facha. El deber de respetar, el deber de ser responsable, el deber de obedecer a los padres, el deber de cumplir con la obligación, el deber de colaborar con la ciudadanía, el deber de estudiar y/o trabajar, el deber de… Los deberes se han reducido a identificarlos con la actividad que realizan los estudiantes en cuanto terminan sus horas lectivas. Los deberes no se exigen, se justifican perdiéndolos en el cajón del olvido.

 

            Aquella frase típica que expresa la idea de que cada derecho está asociado a un deber, ha pasado a mejor vida. Derecho a la educación se supone que está unido al deber de estudiar. El derecho a la sanidad está unido al deber de cuidar de la salud personal. El derecho a no ser agredido por los demás con el deber de respetar a todas las personas. En estos tres ejemplos, la primera parte de las  frases –hablan de derechos- son escuchados con atención, mientras que la segunda parte de las frases –hablan de deberes- suenan como un ruido de fondo. En resumen, se defiende el derecho y se olvida el deber. Se ha conseguido anestesiar “los deberes” en esta sociedad y cuando contemplamos las consecuencias, nos echamos las manos a la cabeza.

 

            Se nos ha olvidado que se está alimentando permanentemente al monstruo emperador. Una persona omnipotente, sin deberes para con los demás, dotada del máximo poder, egoísta e individualista. No puede haber más de un emperador. Por tanto el resto del mundo son sirvientes, súbditos, vulgares recursos cosificados al servicio del gran emperador. Y cuando no se puede ejercer en toda su amplitud y en todos los ámbitos la función de emperador, pues cada emperadorcillo la ejerce con quien puede y con la mayor tiranía posible. Es decir, el abuso desmesurado del poder, el dominio sobre otras personas y la carencia de deberes está conformando una sociedad a la que se le llena la boca con la defensa de los derechos, pero que alimenta sin límites todo lo contrario.