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viernes, 4 de junio de 2021

EUFEMISMOS Y POSTUREO

 

         ¿Tan difícil es? ¿Por qué no se llama a las cosas por su nombre? Cada vez que me hago esta pregunta termino por concluir que la razón principal está inserta en ese gen que llevamos dentro llamado cobardía. Por lo visto cuesta mucho expresar, con la crudeza que se requiere, la realidad de las situaciones y el estado de las personas y las cosas.

         Es evidente que describir un hecho, no cambia la realidad pero puede distorsionar la percepción que se tiene sobre lo esencial de esa realidad. Por ejemplo, a una persona octogenaria se le puede decir que está muy joven, pero todo el mundo sabe que le quedan cuatro telediarios. Bueno, si tiene mucha suerte, quizás cinco. La estadística nos demuestra que en España pasar de los ochenta y tantos es la excepción y es una de las naciones más longeva del mundo. Da tranquilidad que la gente no se muera sino que pase a mejor vida.

         Pues estamos en una etapa de la historia en la que los eufemismos y el postureo se imponen como determinantes en esta sociedad. Entendiendo por eufemismo la suavización de las expresiones, no caer en la grosería y, especialmente, evitar la descripción franca y directa. Y por postureo, el ejercicio sin medida de intentar quedar bien con todo el mundo para recibir la aprobación pública.

         Toda la vida han existido personas negras y blancas. Sin embargo, ni se te ocurra decirlo, (¡perdón, ya lo he hecho!). Hay personas de color, en vez de color negro. Las personas blancas no tienen color, por lo visto. Mira tú si no se podían llamar personas encarnadas o rosáceas. Los políticos hablan de armonización fiscal para crujirte a impuestos. La violencia de género es mala malísima en comparación con cualquier otra violencia del género humano.

Pronto nos quedaremos sin papás y mamás porque solamente se podrán tener “progeniteres”. Si asesinan a tu padre por la espalda, con un tiro en la nuca, se soluciona abriendo un proceso de paz con el asesino para conseguir la estabilidad social. Respetar la identidad de una parte de la sociedad que argumenta su superioridad sobre el resto de la población es derecho a decidir. El paro no aumenta, simplemente hay un descenso de la población activa. La factura de la luz no se encarece, lo que pasa es que no hay una buena distribución de las franjas horarias en el consumo eléctrico. Los alumnos no suspenden, promocionan de curso con carencias en materias no troncales. Hay nubes de evolución, por lo visto hay otras nubes que son fijas y desconozco. En las ruedas de prensa de los dirigentes políticos no se admiten preguntas. ¿Qué son las ruedas, qué es la prensa? No te suben el coste del gasoil, simplemente estás colaborando en la transición ecológica. Los militares siempre están en misiones de paz, los que van a la guerra son los malos y se pelean entre ellos. Se producen víctimas colaterales y no se puede responsabilizar a nadie. No se pierde dinero, es un crecimiento negativo o un aumento del déficit. La pobreza ha desaparecido y los pobres de solemnidad, también. Existen personas en riesgo de exclusión social, pero pobres, no. De igual manera sucede con los países pobres. ¡Qué va! Son países en vías de desarrollo.

Tampoco hay ladrones, sino presuntos individuos con apropiaciones indebidas. No hay despidos masivos sino expedientes de regulación de empleo. Los servicios de acompañamiento, se han sustituido por la prostitución de lujo. Los sobornos son hechos del pasado, ahora hay tráfico de influencias. ¡Vamos! Hemos llegado a vivir en una sociedad en que la gente ya no caga, ni defeca, lo único que le pasa es que tiene tránsito intestinal y la mierda le escurre hasta los zapatos. Como le sucede a cualquier cobarde.

lunes, 22 de marzo de 2021

La necedad

 

         La necedad es la demostración evidente de falta de inteligencia. Lo que se viene describiendo en el lenguaje popular, a través de sus  dichos y refranes, con tanto acierto como sabiduría. “Labrar en barbecho es labrar necio.” No es más tonto porque no se entrena. “El necio cree que todo lo sabe.” “El necio es atrevido y el sabio comedido.” A mí, especialmente me encanta el refrán que reza así: “El sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice”.

         Pues bien, parece ser que estamos rodeados de necedad por doquier. Es una plaga que va en aumento exponencial. Hay un exceso de idiotas que se han adjudicado el carnet de sabios “omni-temáticos”. Saben de todo y lo que es mucho peor, dogmatizan y sentencian con la autoritas que les proporciona su infinita ignorancia. Vociferan el desconocimiento que tienen sobre economía, salud, educación, política, deporte, cultura, etc., con tal desparpajo que llegan a creer que son referentes sociales, poseedores de la verdad absoluta. Simplemente, no saben lo que dicen, son tontos de capirote.

         Suele ser muy fácil caer en sus redes. Los pilares de sus verdades se fundamentan, la mayor parte de las veces, en lo que consideran la mayoría social. Es decir, unos cuantos que opinan como él mismo, el tonto de turno. Y, ¿Por qué opinan de la misma manera? Pues porque ha salido en la tele, en las redes tiene muchos likes, lo ha dicho un famosillo o un líder del partido político al que se le vota con fanatismo por su mano derecha o su izquierda. No merece la pena entrar en discusión con el necio, se acaba en su propio terreno. Porque “todo necio confunde valor y precio”.