La
iglesia católica está agonizando. Muchos de los creyentes inseguros de su fe se
sienten rechazados o excluidos de la iglesia. Las misas son para los
religiosamente seguros. Y los curas, bajo la dirección de sus jerarcas
eclesiásticos, se aferran a las normativas de la institución, con la única
finalidad de mantenerse a lo largo del tiempo. Es casi imposible encontrar en
los templos algún resto de ese dios cristiano.
Me
atrevería a decir que la mayoría de las personas están buscando sin cejar un camino
que dé respuestas a sus interrogantes, a esos misterios indescifrables del ser
humano. Estas personas están solas y rechazan de plano a quienes se ven superiores
porque se creen que poseen la “única verdad” y al “dios verdadero”.
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