Hoy predomina una
moral descafeinada. Prima el consumo que fagocita todo lo que puede con el fin
de conseguir nuevos estímulos que satisfagan el ego y el placer personal. No se
valora la importancia de las dudas existenciales a pesar de que nos asaltan
permanentemente y se opta por relativizar hasta extremos pueriles el fundamento
de nuestra existencia. No nos queda otro remedio que abordar las grandes
preguntas si queremos llenar el espíritu con una cierta plenitud para nuestras
vidas. Pensar que todo es relativo como los valores, la moral, la verdad, el
bien, el mal, es una concepción de la vida que lleva a desarrollar un
escepticismo sin medida y una desorientación generalizada.
Hay personas que echan la vista atrás
y sólo se fijan en las imágenes del retrovisor. Mal pueden conducir su vida
mirando al pasado. De la misma manera, otros optan por estar sumidos en el
sueño de que, algún día en el futuro, su vida se aclarará cuando se den las
circunstancias idóneas, sin embargo ese día cada vez se vuelve mucho más
inalcanzable. En ocasiones la vida nos va dando señales para tomar decisiones
que no podemos aplazar y sin embargo dejamos que el tiempo transcurra hasta que
surge el detonante clave para que afrontemos lo que hace mucho tiempo
deberíamos haber hecho.
De “Caminar a tientas”
Rafael Roldán
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