Cuando la persona no está contenta
con la dotación de bienestar que le ha regalado la vida, el juego puede servir
de sustitutivo y compensar con la esperanza en una racha de suerte que mitigue
dicho malestar. Hay personas que se quejan de su trabajo, de la poca
remuneración que reciben a cambio, de la carencia de bienestar producto de
vivir con una economía de subsistencia y ponen sus esperanzas en el juego y el
azar creyendo que algún día les tocará la lotería o recibirán un premio
inesperado que les librará de esa condición tan penosa en la que se ven
inmersos. Ponen su fe en la suerte y, en algún momento, por arte de birlibirloque
obtendrán el premio de ese paraíso al que se creen con todo el derecho del
mundo, aunque no hayan dado un palo al agua en toda su vida. En el fondo
también es una forma de buscar la felicidad. Tratar de vislumbrar un pequeño
rayo de luz de esa felicidad posible que la indefinición del futuro puede
llamar a la puerta el día menos esperado. La vivencia de una desorientación
continua ante la vida hace que el individuo se abandone al destino, pero sin
perder la ilusión de encontrar en el azar la compensación a todos los males de
los que no se siente responsable. No creo que el enfoque del azar sea lo más
acertado para encontrar luz en el camino.
De "Caminar a tientas"
Rafael Roldán
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