Vivimos enfrascados en nuestras
mismidades. Envueltos en una soledad que nos acompaña a todas las partes. Como
si el mundo y quienes nos rodean fueran ajenos a nosotros.
Sin embargo, cuando alguien no
está le echamos tanto en falta que
lamentamos no haberle dicho lo
importante que era para nuestra vida.
¿Por qué nos cuesta tanto bendecir, bien decir a los demás?
La vida con sentido es aquella capaz de ver
en los demás la prolongación de nuestro bien ser. Especialmente con los más
cercanos, conviene acercarnos con sencillez y decirles: “Tú eres especial para
mí”. “Te quiero”. “Eres un encanto”… Cada uno sabe qué frase es la adecuada
para hacerle sentir que tú le importas y mucho.
Te invito a
que pienses en una persona con la que convives. Acércate a ella y exprésale con
un gesto cariñoso qué es especial para ti. Si lo haces comprobarás como se
genera en tu interior una gran alegría.
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