Yo
dedicaría toda la enseñanza a ser feliz. ¡Qué importa más que ésto! Yo quiero
ser feliz y toda mi vida la he pasado buscando lo que me hacía acercarme con
más fuerza a la vivencia de ese estado.
Las personas siempre se quejan cuando
no son felices de verdad. Los padres están pendientes de sus hijos con la única
misión de enseñarles a ser felices. Les educan con esa única finalidad.
Sin
embargo, esta sociedad nos está inculcando el dinero como valor supremo y el
poder como la herramienta más útil. Y ahí están los resultados.
Vivimos
enajenados, pendientes de conseguir más para escalar en la pendiente del tener
hasta la cima del sinsentido. Encerramos a los niños en las guarderías, en las
escuelas, en los centros deportivos, en la vorágine de las actividades
múltiples… con la finalidad de disponer de más tiempo para trabajar y ganar
más dinero. Y, así pagar unos días de
vacaciones en verano. Comprar un modelo de automóvil mejor y con más potencia
que el que tenemos. Viajar lo más lejos posible. Cambiar de casa a otra mucho más
confortable.
La felicidad se nos escurre entre los dedos como la mantequilla en
la sartén ardiente.
De mi último libro: "¿Para qué fui a la escuela?"
https://www.youtube.com/watch?v=UXQYEBWPAaA
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