Vivir y sentir
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miércoles, 27 de mayo de 2015
lunes, 25 de mayo de 2015
5 CLAVES DEL BUEN GESTOR EDUCATIVO
1.-BASA SUS PRINCIPIOS EN LA HUMILDAD
Un buen gestor educativo es una persona que
fundamenta su actuación en principios éticos basados en la humildad. La
humildad es la mejor garantía que puede ofrecer una persona a otras personas. Y
la gestión de la educación no es sino una interacción entre personas:
alumnos/as, padres y madres, profesorado, sociedad. En la actualidad se pone
demasiado énfasis en las aptitudes de competencia necesarias en todo gestor
educativo como son la gestión organizativa del centro, la búsqueda de recursos,
el desarrollo de las funciones docentes o la eficacia de los servicios. Pero no
dejan de ser competencias que, desligadas de los principios, se pueden
convertir en armas arrojadizas contra las mismas personas a las que se quiere
servir. La humildad ejercida en el liderazgo es la garante de una educación basada
en el respeto y la dignidad de educandos y educadores.
2.- CON PASIÓN POR EDUCAR
Un gestor
educativo debe tener una experiencia dilatada como educador. La pasión por
educar no se adquiere simplemente con la formación académica recibida en la
enseñanza convencional, en un máster o en cursos específicos para educadores.
La pasión por la educación es fruto del convencimiento interior que empuja a
todo buen educador a valorar las tareas de acompañamiento personal que exigen el
proceso educativo. Y la mayor dificultad que tienen los gestores educativos es
la comprensión profunda de los procesos e itinerarios en el crecimiento y
desarrollo de las personas. El gestor educativo debe ser un ejemplo de
paciencia y comprensión que sabe atisbar los “resultados” más allá de las
superficiales percepciones de fracaso.
3.-PIENSA MÁS EN LAS PERSONAS QUE EN EL DINERO
En toda gestión
de grupo es inevitable la aparición de conflictos y, por desgracia, predomina el valor del dinero como criterio
principal en la búsqueda de las soluciones adecuadas. Hay líderes que cuando
intervienen en la solución de dichos conflictos producen a su alrededor miedo.
Algunas veces sin darse cuenta y otras con la intención de dejar clara su
autoridad como consecuencia de su falta de madurez e inseguridad personal. Son
malos gestores que encasillan sus
soluciones en leguleyas prescripciones, absurdos razonamientos o infantiles
falacias. Los buenos líderes se diferencian por todo lo contrario, es decir, crean
confianza, son capaces de escuchar y buscan soluciones consensuadas con una
actitud asertiva ante los problemas.
4.- SE RODEA DE COLABORADORES MUY COMPETENTES
El líder con
vocación de servicio busca a colaboradores de la máxima competencia para dar lo
mejor a la institución que representan. Desean de manera prioritaria el bien común
por encima de sus intereses personales. Sin embargo, aquel gestor educativo que
sólo pretende subrayar ante la sociedad su propio estatus, querrá que sus
colaboradores le adulen y no contradigan sus decisiones por muy nefastas que
sean. No quiere que nadie le pueda hacer sombra y por tanto sólo conseguirá oír
lo que él mismo desea oír. El buen líder se distingue por la libertad, la competencia
y la responsabilidad que demuestran sus colaboradores.
5.-MANTIENE CERCANÍA CON LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Cuando un
gestor educativo pasa demasiadas horas en su despacho indica que le preocupan
más los papeles que las soluciones, las cosas que las personas. La cercanía con
la comunidad educativa es esencial en las cualidades fundamentales del gestor
educativo. El líder educativo busca el encuentro con todos y todas, en las
miradas, en los gestos, en las palabras y en los hechos. Los buenos gestores
educativos son accesibles y cercanos. Transparentes y comprensivos. Amables y
delicados. Fiables y humildes. Porque saben que la educación es un tesoro demasiado
vulnerable y delicado.
miércoles, 13 de mayo de 2015
AL PASAR
AL PASAR
Al
pasar te ví cómo andabas
en
la acera de mis sueños,
con
la mirada puesta a lo lejos.
Al
pasar noté el rubor
que
abrasó mi cara tierna
y
escondí mis ojos abiertos.
Al
pasar conté los pasos
de
tu caminar firme
sin
que te dieras cuenta.
Al
pasar entre aquella gente
que
hacía fondo a tu belleza,
encendí
la vela del poeta
Al
pasar probé mil nombres
y el diapasón de tu ser
vibró al nombrar el tuyo.
Al
pasar te grité un piropo
con
la boca tapada
por
la vergüenza de mi timidez.
Al
pasar, no sé que me pasó
y si lo supiera… tal vez no diera
semejante
vuelco mi corazón.
jueves, 7 de mayo de 2015
ESTOS SON MIS PRINCIPIOS
ESTOS SON MIS
PRINCIPIOS; SI NO LES GUSTAN TENGO OTROS
Los
principios éticos y morales son pocos y sencillos de comprender. Por ejemplo,
no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran, la verdad, la honestidad,
etc. Están relacionados con la conciencia de los individuos. Algunos principios
son compartidos por la sociedad y otros son mucho más específicos puesto que
están arraigados a la cultura en la que emergieron. Aunque principio indica el
comienzo de algo, ahora pondremos el acento en el significado que lo relaciona
con la norma. Es decir, si hablamos del principio de la no violencia, no nos
centraremos en los orígenes de la no
violencia, sino en la norma que nos hace entender a todos que está mal cualquier
hecho violento en perjuicio de las personas.
Una
agresión que lastima a una persona, como puede ser un puñetazo, o un acto de
corrupción en el cual una persona se lucra a escondidas y con engaño, son
actuaciones que incumplen los principios de violencia, en el primer caso y de
verdad, en el segundo ejemplo. Lo diga Agamenón o su porquero. Los principios y
los valores están enraizados en el corazón de las personas y difícilmente se
pueden disfrazar de otra cosa como hacía el lobo feroz, cubriéndose con lana de
oveja, en el cuento de Caperucita roja.
Hay
quienes interesadamente confunden el fondo con la forma. Creen que por cambiar
el formato de las normas que no cumplen ellos mismos, convencen a quienes han
defraudado o agredido. Al que ha vivido el dolor del puñetazo o le han robado
su cartera, no le puedes engañar diciendo que fue su cara la que chocó
bruscamente con un puño cerrado que se encontraba en esa situación en el
espacio, o en el ejemplo del fraude, que la razón del beneficio económico
personal era porque convenía mejorar la renta per cápita de los ciudadanos.
Los
principios éticos se pueden recopilar por escrito de diferentes formas, no cabe
duda, pero el fondo de lo que significan y el compromiso de su valor intrínseco
no se pueden manipular con el pretexto de ocultar su incumplimiento.
Porque la forma y el fondo deben
estar perfectamente imbricados entre sí.
lunes, 4 de mayo de 2015
EN MEDIO DEL DOLOR
En medio del dolor no es fácil
sonreír. Sin embargo es el momento de más necesidad. Los instantes de dolor nos
recuerdan las horas vividas en la felicidad que conlleva la normalidad. Esa
vida cotidiana, algunas veces anodina, donde no sucede nada especial. Toca el
despertador. Vas a trabajar. Opinas de las noticias. Paseas por el
supermercado. Descansas en el sofá mirando la tele. Ríes, juegas, bromeas.
Pero amigo,
cuando el dolor entra en tu casa todo es distinto. Es como si hubiera habido un
apagón eléctrico. En un santiamén todo se vuelve oscuro, no se ve nada. La
percepción de tu dolor ha sido el interruptor de tal apagón. Ya no sonríes, ya
no juegas, ya no bromeas. Estás pendiente sólo de tu dolor. Has echado una
cortina para separarte del mundo y quedarte solo en tu soledad. La sensación de
sufrimiento personal es como el carnet identificativo que te da derecho a
ponerte en el centro del universo, para abandonarte en sus brazos y que todo el
mundo se ponga a tu servicio. Ha llegado la ocasión de erigirte en la persona egoísta,
exigente, dictadora. Tienes el justificante que te ha proporcionado el dolor.
Se acercan
tus cuidadores más cercanos y en ellos se vuelcan tus malos modos. No son
capaces de ponerse en tu lugar al cien por cien. Incluso se permiten el
capricho de bromear, de sonreír y reír, de jugar. ¡Qué poca empatía y respeto a
tu dolor! Si estuvieran con tu dolor sabrían lo que vale un peine.
El dolor es
también parte de ti. ¿Sabes que no eres tan perfecto como te creías, amigo?
¿Comprendes ahora porqué no hay monedas con una sola cara? ¿Has aceptado los
límites que te identifican con ser humano?
No propongo
nada fácil. Jugar, reír o, al menos sonreír en medio del dolor. Como dice un
amigo: “Las penas compartidas son la mitad de penas y las alegrías compartidas
son doblemente alegrías”. Si es así, y yo estoy convencido de ello, merece la pena jugar, reír y sonreír en medio
del dolor. Porque aunque el dolor permanezca ahí, habremos disfrutado de la
vida junto a los demás. Mientras que si sólo centramos nuestra mirada sobre el
dolor, lo único que conseguiremos es ahondar mucho más en él y sentiremos cómo
se hace dueño y señor de nuestra voluntad.
lunes, 27 de abril de 2015
QUIERO SER FELIZ
Los días siguientes
fueron demasiados duros para Alex. La ausencia de su abuelo le acompañaba allá
por donde iba. Había pasado tantas horas con él que oía su voz en la sala de
estar y en cualquier sitio de la casa. Los ruidos de la cocina lo traían a su
memoria. Muchas veces le parecía oír su
nombre llamándole desde la puerta de su habitación. Luego se hacía consciente de la situación y
le embargaba una nostalgia que, de vez en cuando, le hacía saltar las lágrimas
sin poderlo remediar. En la convivencia
con sus padres se había creado un silencio mayor que el de costumbre. Todos intentaban hacerse
los fuertes y evitaban hacer comentarios referentes al fallecimiento del
abuelo.
Su madre se encontraba
especialmente triste, su padre guardaba largos y discretos silencios. Alex
sabía que no podía hacerle las gracias que acostumbraba porque parecían fuera
de tono. En casa se había creado un
vacío demasiado grande. Cuando se encerraba en su cuarto siempre recurría la
tentación de tomar la consola, pero una fuerza especial le paralizaba
totalmente. No se atrevía a tocarla bajo ningún pretexto. La curiosidad de
conocer el resultado de puntos con el que habría terminado la partida su abuelo
era un motivo muy atrayente para Alex. Si se hubiera agotado la batería jamás
podría saber el resultado. Si quedase algo de carga sería suficiente para
comprobar el resultado y la orientación del Mago Mangarín.
Transcurrieron más de
dos meses para que Alex se atreviese a mirar la consola. Se acercó a ella por
enésima vez, con el propósito de superar el miedo que le tenía amordazado. Al
tocarla con sus manos sintió la presencia de David junto a él. Un escalofrío
recorrió todo su cuerpo de la cabeza a los pies. Notó la mirada de su abuelo y
creyó sentir la respiración detrás de sus hombros. Se giró sobre sí mismo con
el deseo de reconocerlo, pero al instante se desvanecieron todas las
sensaciones que había tenido. Se encontraba con la consola en sus manos,
quieto, intentando pulsar el botón de encendido con una expectación inaudita.
Con decisión se dijo así mismo, adelante y pulsó el botón del encendido. La
consola no respondía y la pantalla permanecía apagada. Lo intentó de nuevo, el
resultado fue el mismo. Buscó el cargador de batería para restablecer la
energía en el aparato y lo conectó a la red eléctrica. Volvió a pulsar el botón
de encendido y la pantalla se iluminó. Buscó la última partida que había jugado
su abuelo y se había borrado totalmente. No había forma de localizar ninguno de
los juegos que contenía anteriormente y por supuesto tampoco se encontraban
aquellos con los que David había pasado tan emocionantes momentos. Recurrió entonces al menú y seleccionó
“Ayuda” con la intención de consultar al Mago. La única respuesta que halló fue
la siguiente: “El Mago Mangarín lo llevas dentro de ti mismo”. Releyó la frase y se quedó mirando a la
consola atónito, sin saber qué hacer. No pudo saber el nivel al que había
llegado su abuelo. Y, a partir de ahora, ¿a quién consultaría? En clase de
filosofía, ¿habría alguien que le podría cargar el software? ¿Para qué lo
necesita si ahora es él el Mago?
Alex entró en un
proceso de búsqueda permanente. Si soy el Mago Mangarín, ¿cuál es mi meta a
partir de ahora? Sabía de la importancia de conocer hacia dónde quiere uno llegar. Se trataba de practicarlo y puso manos a la obra.
-Estoy muy preocupado por mí mismo. Sé que estoy en proceso de
crecimiento, he oído que en la adolescencia se producen muchos cambios, aunque
yo solamente me doy cuenta cuando me miro en el espejo del gran problema que
tengo con el acné. Me salen muchísimos granos y todos los días me doy una crema
que se supone maravillosa para el cutis, pero me veo horrible. No me extraña
que las chicas no se fijen en mí. Además mi estatura, no es demasiado alta,
algunos compañeros miden casi diez centímetros más. No obstante intento mejorar
mi imagen ante los demás, sin embargo no estoy seguro de que tanto tiempo
gastado en acicalamiento sea lo más importante. He aprendido a distinguir la
obsesión por uno mismo denominado narcisismo, del proceso de maduración
personal en el que se intenta ir descubriendo el camino para no quedarse en un
estado infantil. Por tanto necesito
liberarme del narcisismo físico y emocional.
Vivir con este peso encima de mí me agobia un poco. Estoy descontento
conmigo mismo porque en el fondo no acepto mi cuerpo tal y como es, tampoco
acepto mis maneras de reaccionar ante los demás porque, a veces, soy incapaz de
controlar mis emociones. Tengo que aceptar mis límites y no ser yo mismo quien
me ponga barreras. Me conviene reconocer las estupendas cualidades personales,
sin falso pudor, y no envidiar las que yo miro en los demás. Estoy demasiado
pendiente de los juicios que hacen los otros sobre mí. Me influencia de tal
manera que muchas veces me paraliza un poco. No puedo vivir a expensas de lo que diga la gente, puedo ser yo mismo.
Yo tampoco puedo vivir por los demás.
Voy a intentar concentrarme en
buscar la armonía conmigo mismo para encontrar el camino de la felicidad.
Quiero ser feliz.
Del libro "EL MAGO MANGARÍN"
viernes, 24 de abril de 2015
El silencio promotor del cambio
En la actualidad no se
lleva muy bien eso de guardar silencio. Casi siempre tenemos algún ruido con el
que distraernos. Existe un cierto miedo a no percibir ningún sonido a nuestro
alrededor, a quedarnos en soledad y por tanto se intenta que, en todo momento,
haya algo de música, de ruido. No es habitual que la gente busque el silencio
en sus vidas. Bien es verdad que muchos
individuos expresan la necesidad de que los dejen solos cuando se produce un
exceso de relaciones sociales. El silencio es un potente promotor del cambio.
Cuando se encuentra el ser frente a él le revoluciona su mundo interior y le
conduce a estadios maravillosos en su vida. El silencio es la actitud
determinante de la escucha activa. A través de su magia se puede adentrar en
los insondables vericuetos y las partes más escondidas del ser humano.
La actitud de escucha como
fuente de aprendizaje no tiene precio. Practicarla frecuentemente es un
ejercicio de una riqueza inagotable. En cada persona hay un potencial maestro,
bien sea por sus lecciones de vida a través de su testimonio, bien sea por la
manifestación de sus errores en los que no debemos caer. Cuanto más se escuche
más se aprende. La escucha es como un papel secante en el que se impregna la
tinta dejando su huella, lo difícil es apoyar el papel sobre la superficie
adecuada y esa determinación depende exclusivamente del criterio con el que
tomamos las decisiones. Además, estar con los oídos abiertos facilita la
apertura al mundo que nos rodea, a ver diferentes perspectivas, diversas formas
de pensar, comprender nuevos sentimientos, sentir emociones renovadas.
El silencio activo delante
del otro permite abrir la mente a lo desconocido. Si no dejamos espacio la
mente se sentirá confiada en lo que ya conoce, pero cerrada a las nuevas
perspectivas de crecimiento, con lo cual estamos empobreciendo las fuentes de
conocimiento que nos acompañan siempre. Aquí juega un papel fundamental la atención.
Por medio de la atención focalizamos con precisión la nitidez del mensaje que
estamos recibiendo. Algunas personas suelen comentar mientras se mantiene una
conversación, “habla, habla que te escucho”, se está dando cuenta que la otra
persona ha dejado de hablarle e insiste en que continúe, pero no se da cuenta
que su expresión corporal le está delatando, no presta la atención que requiere
la verbalización. La atención no sólo se canaliza exclusivamente por el oído
sino que son necesarios emplear el resto de los sentidos. Cuando se escucha de
verdad haces sentir a los demás que son especiales, te unes a ellos y dejas en
su retina la imagen de que eres atractivo y percibes el valor de sus intereses
en toda su amplitud.
Del libro
viernes, 10 de abril de 2015
Amigo
Esta poesía es un homenaje personal a todas las personas que sienten el peso de las dificultades en algún momento de su vida y se encuentran sin saber muy bien qué hacer. Personas sin un techo para dormir, sin un hogar donde donde convivir,sin una familia a quien amar. Personas vulnerables que sufren, con demasiada frecuencia, el peso de la soledad en sus vidas.
AMIGO
Amigo,
no sé cómo llamarte.
No sé quién eres.
me dirijo a ti, tal vez a mí.
Hablo de ti, pero no, contigo.
Te nombran usuario,
de servicios, de centros
y… ¿de qué más?
De abolengo: Sin techo.
Ilustre, persona sin hogar.
Algunos, mendigo,
otros transeúnte,
dibujando tu nombre
con el adjetivo de pobre.
Al sol ofreces tu piel,
a la luna tus sueños.
Y en la soledad escondes
tu verdadero ser.
¿De dónde vienes?.
Amigo, ¿a dónde vas?
Las caricias del infierno
hoy, son heridas del ayer.
Caminas y caminas, hacía ti mismo,
con la casa en la mochila
huyes del recuerdo, del pasado.
Alumbrado con la luz de tus
estrellas.
Amigo, no sé quién eres.
Tal vez te llame con mi nombre
y así reconocerán tus ojos
mi mirada.
Rafael Roldán
lunes, 6 de abril de 2015
El mundo de las personas sin techo
Estamos inmersos en una crisis
económica, social e incluso cultural que dura ya demasiado tiempo. Como siempre
sucede, la cuerda se rompe por su parte más endeble. Las consecuencias de la
crisis la sufren las personas más débiles y con menos recursos. Estamos
conociendo todos los días noticias de personas que son desahuciadas y obligadas
a abandonar su domicilio por falta de recursos económicos. Son familias que se
quedan en la calle de un día para otro sin un techo donde cobijarse. Un ejemplo
de la precariedad de vida en la que nos podemos ver abocados por esta maldita
crisis.
Pero además existe un colectivo,
desconocido para muchos, en el que vivir bajo el techo del cielo es su
domicilio habitual. Estamos hablando de los transeúntes o también denominados
“sin techo”. Individuos desarraigados de su tierra, de su hogar que transitan
de un lado a otro en busca de los recursos básicos necesarios para subsistir
cada día. Sin un trabajo que les proporcione una ocupación y una estabilidad
económica digna. Personas que deambulan en solitario por las calles, pueblos y
ciudades, estigmatizados con el sello de la marginación social. Alejados de su
familia, la mayoría de las veces mostrando el aspecto más tosco, incluso
agresivo, que les aísla todavía más de la sociedad. Una sociedad que hace la
vista gorda ante estas situaciones de precariedad humana mientras no las
perciba como una amenaza.
Un colectivo que está a expensas de las
instituciones benéficas que les proporcionan el alojamiento, la comida, el
vestido y la higiene necesaria para
poder subsistir día a día. En su mayoría son hombres pero también mujeres que
han entrado en una espiral de abandono personal, cayendo en lo más hondo del
pozo y se encuentran sin las fuerzas, ni la capacidad para hacer todo lo
posible por salir adelante en sus vidas. Han llegado a bajar tanto en la
pendiente de su autoestima que pueden llegar a sentirse incapaces de integrarse
en la sociedad y simplemente se acomodan a sobrevivir precariamente el día a
día. Con el fracaso como compañero de camino, la frágil salud debida a la falta
de una equilibrada alimentación, la carencia de cuidados, los desequilibrios
psíquicos personales acumulados por las rupturas familiares, el consumo del
alcohol o las drogas, hace muy difícil que estas personas puedan retomar
hábitos saludables en el ámbito físico, psíquico y social.
De todas estas situaciones en la que se
ven sumergidas estas personas, habla el libro “Sin techo y de cartón” e intenta expresar la vulnerabilidad
de la vida reflejada en individuos que deambulan, mendigan, viven e incluso
duermen en las calles protegidos por cartones. A veces se piensa que la vida
que llevan estas personas no tiene nada que ver con nosotros, pero no se puede
olvidar que nadie está libre de ser frágil, de cartón.
“Sin techo y de cartón” es un ejercicio de empatía, de ponerse en la
piel de cualquier persona vulnerable. Pretende hacer reflexionar al lector
sobre el aprendizaje que todos podemos realizar a partir de nuestras relaciones.
Comprender la debilidad del ser humano, saber gestionar las emociones y luchar
contra las adversidades que surgen.
Rafa
Roldán
jueves, 2 de abril de 2015
Presentación "Sin techo y de cartón" en Fundación San Valero
“A quienes no conozcan la realidad de las personas sin hogar, la lectura de Sin techo y de cartón, a través de la mirada de Fran, de sus percepciones y de sus sentimientos, les descubrirá un mundo sorprendente, más allá de estereotipos y mitos. Un mundo habitado por personas de carne y hueso
que se encuentran literalmente sin nada; un mundo de personas profundamente solas, que lo han perdido todo y, a pesar de ello, a veces, al menos a veces, sacan fuerzas para intentar superar su situación.
Sin techo y de cartón intenta expresar la vulnerabilidad de la vida reflejada en personas que deambulan, mendigan, viven e incluso duermen en las calles protegidas por cartones.”
Gustavo A. García Herrero
Director del Albergue Municipal de Zaragoza
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