miércoles, 6 de octubre de 2021

Vivir y sentir la mentira

 

Vivir y sentir la mentira

 

         En la actualidad existen dos programas televisivos dirigidos por el mismo comunicador mediático. “Todo es mentira” y “Todo es verdad”. Al primero le dan un toque humorístico y al segundo de investigación. Y, sin ánimo de criticar dichos programas, son ejemplo y modelos de la forma en que los medios de comunicación manipulan a la ciudadanía. Todo el mundo conoce perfectamente que dichos medios comunicativos están dopados con dinero que les regalan los políticos de turno que ostentan el poder. Ese dinero es el que la ciudadanía aporta con sus impuestos para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, los políticos lo utilizan con fines publicitarios para mejorar la intención de voto del partido a que pertenecen y ganar las siguientes elecciones para seguir mangoneando a su gusto.

         No es difícil colegir que si a un medio de comunicación le sueltan una pasta gansa este medio no va a publicar noticias que perjudiquen al político y al partido que le ha beneficiado económicamente. La libertad de prensa y de comunicación está en cuestión. El periodista no va a publicar nada que le pueda cuestionar su puesto de trabajo. La autocensura en las noticias se ejerce sin necesidad de prohibir absolutamente nada. La pena es que la ciudadanía se ha acostumbrado a vivir y sentir la mentira pública como algo natural.

         Demasiados políticos y periodistas han entrado en la dinámica de utilizar la falacia y la paradoja como sus armas preferidas para mantener el puesto. Si ejercen la libertad a pleno pulmón acaban orillados y marginados. Si hacen la pelota y practican la baja tarea de lamer el culo al de arriba, mejoran su economía y su estatus. Y cada uno se decide por lo que quiere en función de sus valores personales.

La falacia es la artimaña o mentira con la que se pretende engañar a una persona para persuadir o manipularla sin que ésta se entere de ello. Y la paradoja es una expresión con ideas contrapuestas que envuelve una contradicción o incoherencia. Falacia y paradoja son dos palabras extraordinariamente representativas utilizadas por los políticos para buscar el lanzamiento hasta el poder. Una vez instalados en el sillón, le corresponde al elector comprobar cuánto hay de mentira o verdad en las afirmaciones que utilizaron sus elegidos en las campañas de captación de adeptos.

      Los ciudadanos ya estamos muy cansados de tantas mentiras, expresadas en forma de falacias y paradojas. Necesitamos comprobar con nitidez las verdades como puños. Los representantes políticos de los partidos nos han acostumbrado a soportarles circunloquios ante cualquier pregunta directa que simplemente tiene dos respuestas: sí o no. Intentan demostrar que un triángulo es cuadrado e incluso redondo y se quedan tan “anchos”. 

     Con estas artimañas han conseguido que las personas de a pie interpreten que el significado más genuino de la política es el arte de mentir. De salir impecable de las situaciones difíciles de resolver, del embrollo. Hay que quedar “bien” a toda costa. “Lo que digo, lo digo ahora, mientras me desdigo de lo que dije, no se vaya a pensar en que dije lo que no dije.” Lo de menos es solucionar los problemas. La mayoría de los políticos se llaman Sisi Nono. Sisi a lo que les pidas y Nono a lo que les exijas. Y todos los partidos, sean del color que sean, son la “única alternativa”. Todas sus verdades son las buenas y salvadoras, frente a las del resto de partidos que todos sus planteamientos son malos y abocados al desastre. 

¿Has pensado cuánto cuesta la mentira cuando está encubierta en la falacia o envuelta en paradojas? 

 

 


sábado, 4 de septiembre de 2021

Vivir y sentir la educación. Septiembre.

Los educadores son una figura clave en nuestra sociedad. De su saber hacer, de su ejemplo y de sus enseñanzas se descubren los modelos de personas que conforman nuestra sociedad. España no es un país que valore en su medida la labor que ejercen en la sociedad. Ni en la remuneración económica que reciben, ni en el reconocimiento social que se merecen. El salario se remunera por las horas presenciales en los centros y una ínfima parte de otra dedicación para la preparación de las clases, las reuniones, entrevistas, etc. Sin embargo, un educador que se precie, dedica con pasión muchas más horas que las reconocidas oficialmente. Un educador no tiene horario para educar. Lo hace dentro de las aulas y fuera de ellas. Es un estilo de vivir y sentir la educación.

Si hablamos del reconocimiento social que reciben, podríamos expresar en una frase muy extendida: “Los profesores tienen muchas vacaciones”. Sin embargo muchos padres que piensan así, están deseando que llegue septiembre para que sus hijos vayan al colegio. No se entiende muy bien.

A los educadores se les exige un comportamiento intachable ante los educandos. Al más mínimo fallo, los padres se les echan encima, criticando la mala atención, o el mal ejemplo hacia sus hijos. Están en todo su derecho, por supuesto. Pero hay que ser coherentes. Si se quiere una educación de calidad para nuestros hijos es necesario que se valore en su medida y se apoye la labor tan importante que ejerce el profesorado sobre los niños y adolescentes. El componente vocacional del educador es tan relevante como la formación académica que ha recibido para poder dedicarse a la educación. Y esa parte actitudinal no se paga con todo el oro del mundo. Pero el educador que se precie se conforma simplemente con el reconocimiento a su imprescindible labor.

Septiembre es el mes del comienzo del nuevo curso. Ha transcurrido un verano que ha servido para llenar el pulmón del aire que necesita para vivir y renovar la ilusión de educar a los nuevos alumnos. Ha disfrutado de unas vacaciones merecidas que sirven sin lugar a dudas para afrontar, como un profesor novato, el curso entrante.




Dejo en los siguientes párrafos de mi libro “Recetas de aula” la descripción ilusionada de los educadores ante cada curso que comienza:

 

Los despertadores han vuelto a sonar estrepitosamente para alumnos y profesores. Septiembre atrae hacia las puertas del colegio a chicos y chicas cargados de ilusiones nuevas.  Quien más y quien menos piensa: “Este año no será como el pasado”; “desde el principio intentaré que todo funcione”; “tal vez consiga esto y aquello...” La mochila cargada de esperanzas y de libros recién estrenados. La sonrisa dispuesta para conocer a los nuevos y disfrutar del reencuentro con los ya veteranos del centro.

A los profesores también les sucede algo parecido en cada inicio de un curso nuevo. “Esta carpeta, para las nuevas programaciones”; “este curso terminaré tal proyecto”; “ojalá pueda conseguir tal o cual cosa...” Y es que no hay nada mejor que estar ilusionado de verdad. La ilusión es la antesala de la esperanza y ésta es el motor de toda actividad humana.

El derrotista jamás trabaja en otra cosa que no sea su propia desilusión. Allá donde se encuentre la mala cara se justifica diciendo que hay que ser realistas y la falta de ideas la expresa con descalificaciones.

La persona ilusionada siempre trabaja creyendo de antemano que será posible hacer realidad su deseo. Allá por donde pasa genera confianza, no pide explicaciones innecesarias y proclama sus proyectos para contrastarlos y mejorarlos con ayuda de los demás.

 

Septiembre es mes de ilusión y ésta debería alargarse hasta la finalización del curso. Los despertadores habría que sustituirlos por las ganas de comenzar cada día las tareas propias de la apasionante labor educativa. Meter en las carteras lo nuevo y vivo que suele pesar poquito y luego, a lo largo de todo el curso, vaciarlas de cualquier connotación que suene a obsoleto y necrófilo.



La ilusión vale mucho más que el quejido de un “total para qué”. Anima ver que hay muchísimos profesores, jóvenes y maduros, apasionados por ser buenos educadores. Seguro.



jueves, 19 de agosto de 2021

Impotencia ciudadana

         Te suben la tarifa de electricidad, ¡pues te jorobas. Te acribillan a impuestos de todo tipo, ¡pues te jorobas! Te engañan descaradamente en los medios de comunicación, ¡pues te jorobas! Eliges en las elecciones a un partido y éste, cuando está en el gobierno, hace todo lo contrario, ¡pues te jorobas! Ocupan tu casa, ¡pues te jorobas! Te impiden salir de tu domicilio cuando les interesa, con la excusa garantizar la salud pública, ¡pues te jorobas! Y así con una lista interminable de cosas.

   ¿Qué se puede hacer frente a tanta sinvergüencería? Si eres prudente, esperar a las siguientes elecciones para votar. Intentar cambiar a los que gobiernan para sustituirlos por otros. Todos sabemos que ahí se ven las diferencias: NINGUNA. Si eres de izquierdas, tienes la ventaja de que te puedes pasar todo el día en la calle de manifestación, eso desahoga mucho la mala leche interna. Si tu opción es de derechas, ni se te ocurra salir a la calle, ¡so facha!

        Ahora estamos bajo un régimen socio-comunista. Los problemas son los mismos que cuando gobierna la derecha. La diferencia está en que a los votantes de izquierdas les desaparece la crítica cuando gobiernan los suyos. La razón objetiva y monolítica es “con tal de que no gobierne la derecha”. Son cada vez más pobres, tienen menos trabajo, pagan más impuestos, el gasoil se lo pagan los ricos y por lo menos sus dirigentes roban con su consentimiento, además de vivir como asquerosos capitalistas. El dinero público no es de nadie. Si acaso la deuda que se vaya generando ya la pagarán los biznietos o, mejor aún, no se paga y que la perdonen, o condonen, o se olviden. Gasta hoy todo lo que puedas que mañana, ya si eso, iremos viendo.

         Así que visto lo visto, ante tanta indefensión ciudadana, estoy deseando que lleguen las siguientes elecciones generales para votar, perdón quería decir “vomitar”.

 

viernes, 4 de junio de 2021

EUFEMISMOS Y POSTUREO

 

         ¿Tan difícil es? ¿Por qué no se llama a las cosas por su nombre? Cada vez que me hago esta pregunta termino por concluir que la razón principal está inserta en ese gen que llevamos dentro llamado cobardía. Por lo visto cuesta mucho expresar, con la crudeza que se requiere, la realidad de las situaciones y el estado de las personas y las cosas.

         Es evidente que describir un hecho, no cambia la realidad pero puede distorsionar la percepción que se tiene sobre lo esencial de esa realidad. Por ejemplo, a una persona octogenaria se le puede decir que está muy joven, pero todo el mundo sabe que le quedan cuatro telediarios. Bueno, si tiene mucha suerte, quizás cinco. La estadística nos demuestra que en España pasar de los ochenta y tantos es la excepción y es una de las naciones más longeva del mundo. Da tranquilidad que la gente no se muera sino que pase a mejor vida.

         Pues estamos en una etapa de la historia en la que los eufemismos y el postureo se imponen como determinantes en esta sociedad. Entendiendo por eufemismo la suavización de las expresiones, no caer en la grosería y, especialmente, evitar la descripción franca y directa. Y por postureo, el ejercicio sin medida de intentar quedar bien con todo el mundo para recibir la aprobación pública.

         Toda la vida han existido personas negras y blancas. Sin embargo, ni se te ocurra decirlo, (¡perdón, ya lo he hecho!). Hay personas de color, en vez de color negro. Las personas blancas no tienen color, por lo visto. Mira tú si no se podían llamar personas encarnadas o rosáceas. Los políticos hablan de armonización fiscal para crujirte a impuestos. La violencia de género es mala malísima en comparación con cualquier otra violencia del género humano.

Pronto nos quedaremos sin papás y mamás porque solamente se podrán tener “progeniteres”. Si asesinan a tu padre por la espalda, con un tiro en la nuca, se soluciona abriendo un proceso de paz con el asesino para conseguir la estabilidad social. Respetar la identidad de una parte de la sociedad que argumenta su superioridad sobre el resto de la población es derecho a decidir. El paro no aumenta, simplemente hay un descenso de la población activa. La factura de la luz no se encarece, lo que pasa es que no hay una buena distribución de las franjas horarias en el consumo eléctrico. Los alumnos no suspenden, promocionan de curso con carencias en materias no troncales. Hay nubes de evolución, por lo visto hay otras nubes que son fijas y desconozco. En las ruedas de prensa de los dirigentes políticos no se admiten preguntas. ¿Qué son las ruedas, qué es la prensa? No te suben el coste del gasoil, simplemente estás colaborando en la transición ecológica. Los militares siempre están en misiones de paz, los que van a la guerra son los malos y se pelean entre ellos. Se producen víctimas colaterales y no se puede responsabilizar a nadie. No se pierde dinero, es un crecimiento negativo o un aumento del déficit. La pobreza ha desaparecido y los pobres de solemnidad, también. Existen personas en riesgo de exclusión social, pero pobres, no. De igual manera sucede con los países pobres. ¡Qué va! Son países en vías de desarrollo.

Tampoco hay ladrones, sino presuntos individuos con apropiaciones indebidas. No hay despidos masivos sino expedientes de regulación de empleo. Los servicios de acompañamiento, se han sustituido por la prostitución de lujo. Los sobornos son hechos del pasado, ahora hay tráfico de influencias. ¡Vamos! Hemos llegado a vivir en una sociedad en que la gente ya no caga, ni defeca, lo único que le pasa es que tiene tránsito intestinal y la mierda le escurre hasta los zapatos. Como le sucede a cualquier cobarde.

miércoles, 5 de mayo de 2021

Remanso de paz


 

         ¡Qué bueno encontrar un remanso de paz! ¿No has buscado, en muchas ocasiones, un espacio de tu vida en el que sientas la felicidad? ¿No has necesitado dejar la cotidianidad y soñar en un instante sereno donde tú seas tú? ¿Nos has comprobado cómo lo esencial se escurre como el agua entre las manos?

         Y todo se consume en un abrir y cerrar de ojos. Los latidos del corazón solamente se escuchan en la amenaza inminente y, sin embargo, pasan desapercibidos cuando fluyen al compás del diapasón que marca el ritmo de la existencia.

         Se corre de un lugar para otro sin importar el origen ni el destino. La velocidad pasa al primer puesto de la axiología. De esa manera dilapidamos los momentos presentes, nos perdemos el disfrute de la belleza del lugar dónde nos encontramos. Aceleramos y el ruido motorizado de la actividad ensordece la melodía de vivir con intensidad. Se pierde la consciencia del ambiente que nos rodea. Los pájaros siguen cantando y solo se percibe el chirriar de las ruedas metálicas del tren sobre la vía.

         Caminamos hacia ninguna parte donde nadie nos espera. La nada no es atractiva. Pero, por aquello de que no se va a perder el tiempo en cosas que, aparentemente son tonterías,  preferimos no detenernos en el camino. Todas las señales nos indican stop. Pero nos las saltamos con la ilusa pretensión de que llegaremos antes. ¿A dónde?

         ¡Para un momento!

Siéntate.

Calla.

Déjate llevar.

Tranquiliza tu ser.

Abre los sentidos.

Respira.

Solamente respira.

Una y otra vez.


lunes, 22 de marzo de 2021

La necedad

 

         La necedad es la demostración evidente de falta de inteligencia. Lo que se viene describiendo en el lenguaje popular, a través de sus  dichos y refranes, con tanto acierto como sabiduría. “Labrar en barbecho es labrar necio.” No es más tonto porque no se entrena. “El necio cree que todo lo sabe.” “El necio es atrevido y el sabio comedido.” A mí, especialmente me encanta el refrán que reza así: “El sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice”.

         Pues bien, parece ser que estamos rodeados de necedad por doquier. Es una plaga que va en aumento exponencial. Hay un exceso de idiotas que se han adjudicado el carnet de sabios “omni-temáticos”. Saben de todo y lo que es mucho peor, dogmatizan y sentencian con la autoritas que les proporciona su infinita ignorancia. Vociferan el desconocimiento que tienen sobre economía, salud, educación, política, deporte, cultura, etc., con tal desparpajo que llegan a creer que son referentes sociales, poseedores de la verdad absoluta. Simplemente, no saben lo que dicen, son tontos de capirote.

         Suele ser muy fácil caer en sus redes. Los pilares de sus verdades se fundamentan, la mayor parte de las veces, en lo que consideran la mayoría social. Es decir, unos cuantos que opinan como él mismo, el tonto de turno. Y, ¿Por qué opinan de la misma manera? Pues porque ha salido en la tele, en las redes tiene muchos likes, lo ha dicho un famosillo o un líder del partido político al que se le vota con fanatismo por su mano derecha o su izquierda. No merece la pena entrar en discusión con el necio, se acaba en su propio terreno. Porque “todo necio confunde valor y precio”.

miércoles, 3 de marzo de 2021

Distancia social

 

Distancia social

         La pandemia nos está dejando a todos como si hubiera pasado la riada. Nos hablan de números y números. Prohibiciones, cierres de comercios, toques de queda o levantamiento de confinamientos perimetrales. Anuncios sobre anuncios de que llega la vacuna, de que ya están vacunando, de que van por la franja de 80 a 90 años. Datos desastrosos de la economía. Aumento galopante del número de personas que van directamente al paro o, en el mejor de los casos, se acogen a un ERE cuya perspectiva no es que sea demasiado halagüeña. Soñamos en la orilla del mar cuando dicen que estamos esperando una nueva ola y resulta que ese tipo de olas son malísimas de la muerte. Está llegando el momento que no merece la pena lavarse la cara o pintarse los labios. Total, la mascarilla lo tapa todo. La mitad de las expresiones y gestos no verbales, se pierden. Ya no silbamos como antes, ni cantamos canciones  como si no hubiera un mañana. Los besos son ridículos porque se topan con la tela que silencia nuestro cariño.



         Cada día, damos por sentado que lo mejor es distanciarse de los demás. Cuanto más lejos, mejor. Cuanto más aislados menos transmitimos el virus. Se está asumiendo, en aras de la salud como la prioridad por excelencia, que es horroroso el contacto social y las relaciones humanas. Vemos como normal criminalizar a quienes osan abrazar a sus seres queridos sin protección. Hay que usar el preservativo. “Póntelo, pónselo” que rezaba en otros tiempos aquella campaña contra el sida.

         Sólo pido un poquito de “porfavor”. No nos volvamos locos. Las personas somos seres sociales y, como tales, nuestra idiosincrasia nos lleva a acercarnos, a interactuar, a relacionarnos unos con otros. Una cosa es ser conscientes del problema y otra, muy distinta, asumir que el bicho tiene el poder absoluto sobre nuestras vidas. Porque me pregunto, ¿de qué sirve tener una salud de hierro si no puedes disfrutar del amor? Habrá que aprender a vivir con este virus, pero sin abandonar lo esencial de la humanidad. ¡Digo yo!

sábado, 13 de febrero de 2021

Sumisión o libertad

 

         ¿Te crees muy libre? ¿Estás dispuesto a comprobar tu grado de libertad? ¿Quieres hacer una prueba para comprobar el respeto a tus ideas? ¿Piensas que no estas sometido a nadie?

         Nos están metiendo por los ojos la importancia de la libertad de expresión. Y lo creemos a pies juntillas. En las redes sociales todo el mundo puede manifestar su opinión y subir las imágenes o videos que desee. Nadie se lo impide. Pero…

En determinados temas existe la autocensura. No es necesario que te prohíban expresar lo que piensas o sientes. Los medios de comunicación ya se han encargado a base de repetir el mismo mensaje miles de veces y atacar a quienes no han seguido sus directrices con toda la vehemencia posible. Predomina el pensamiento único y unívoco. No se admiten matizaciones en según qué temas. A modo de ejemplo, un botón de muestra:

Tema: Violencia de género.

Valor difundido: La violencia del hombre a la mujer es malo, malísimo. Es evidente.

Valor universal: La violencia es mala, malísima.

Diferencia: género.

         De aquí se pueden deducir muchas conclusiones. Por ejemplo que la violencia es mala si proviene del hombre y no de la mujer. Que dependiendo del apellido de la violencia ésta puede ser hasta interesante. Si es la mujer quien ejerce violencia hacia el hombre no es violencia de género, es violencia doméstica o intrafamiliar. O se le bautiza con cualquier eufemismo que deje duda y ambigüedad. La violencia es violencia, provenga de quien provenga. Creo yo.

Y como este ejemplo, se pueden poner muchos más en diferentes temas.

         La reacción de la opinión pública ante este tipo de afirmaciones que acabo de realizar me las puedo imaginar. Como mínimo se me calificará de facha, machista y calificativos repetidos en la jerga del argumentario del progre. Y para demostrar la contundencia de sus razones, tal vez me insulten, demostrando la coherencia de su pacifismo y la defensa de la no violencia. Yo creo en el respeto personal y en la libertad. Prefiero argumentar con libertad que dejarme llevar por la cómoda opinión mayoritaria y quienes me conocen saben los valores que defiendo.

         Si releen las cuestiones con las he comenzado el escrito, tal vez se comprendan mejor las afirmaciones que planteo. Pero si realmente tienen el valor de opinar sobre algo que no sea dominante en la opinión pública, les aconsejo carguen las baterías de mucha paz y serenidad. Las van a necesitar. ¿Todavía se creen muy libres?

 

 

jueves, 28 de enero de 2021

LA TV

Vivir y sentir la TV todos los días. Si al pasar por el cuarto de estar hay dudas de qué es lo que se puede hacer, se enchufa la TV. Aunque no haya nadie viendo la TV, ésta sigue conectada. El sonido, las imágenes salpican la vida cotidiana de los ciudadanos todos los días y a todas las horas. Son muy pocos los hogares donde la TV no está en funcionamiento al menos cuatro horas diarias. Y en la mayoría de ellos, solo se desconecta cuando todos los miembros de la casa están durmiendo.

Es uno de los recursos más utilizados como elemento de distracción y pasatiempo. Lo destaca Pedro Baños en su última publicación El dominio mental. En la mayoría de los hogares se dedica más tiempo a ver la tele que a dormir.

Sin embargo, en las conversaciones habituales, los ciudadanos manifiestan que apenas ven la TV. Unos argumentando que es un rollo, otros que no echan nada interesante, que solo se ven anuncios, que es un bodrio los programas de entretenimiento, que las noticias están manipuladas, etc. Ahora bien, si se pregunta por lo que ha dicho un famosillo en la TV, todo el mundo sabe lo que ha manifestado, por casualidad. Salir en la caja tonta proporciona una publicidad impresionante. Quien sale en la tele es alguien y quien no sale en ella, no es nadie.



¿Se ha pensado las consecuencias de que un medio de comunicación como es la TV nos esté bombardeando con una información unidireccional? ¿De verdad nos creemos los ciudadanos que tenemos la capacidad de discernir lo que nos conviene ver o no, en un medio que tiene el control total de emitir lo que le interesa? Nuestra libertad se limita a cambiar de canal. Cada día se comprueba que las productoras de la TV dependen de los mismos poderes fácticos.

Yo me quedo con lo siguiente: Cuanta más TV consumes, en más pensamiento único te conviertes. Eso sí, te hacen creer que eres muchísimo más libre (puedes cambiar al canal que quieras).

 

Rafa, 28-enero-2021

www.vivirysentir.es

lunes, 18 de enero de 2021

El poder de la “borregresía”

 

El poder de la “borregresía”

         Hoy está prohibido pensar. La capacidad que tiene el ser humano de formar ideas en su mente y relacionarlas entre sí. La facultad de realizar abstracciones de la realidad o elaborar procesos racionales del intelecto. O, simplemente, la expresión a través de la palabra de los sentimientos o sensaciones que se producen en el ser humano a cada instante de su vida, no se pueden expresar con libertad.

         Nos tienen engatusados con palabras huecas a las que se debe pleitesía, cuando no sumisión absoluta. Los poderes fácticos financian a los medios de comunicación para que se encarguen de transmitir a la población lo que son valores y contravalores. Las ideas que son aceptables y las que deben ser rechazadas de forma radical. Las televisiones utilizan los servicios informativos, las tertulias e incluso la programación de las series, películas o concursos para que puedan ser útiles a la consecución de los objetivos manipuladores de la sociedad. Y estos objetivos, principalmente se ciñen al lema: “Nosotros nos encargamos de todo y tú no tienes que pensar”.

         Para ello todo el mundo tiene que estar controlado, en base de datos, conectado al móvil y geo-localizado. Debe utilizar sólo la tarjeta electrónica y cobrar el sueldo a través de transacción bancaria. Debe tener centralizado su historial sanitario, la medicación que recibe, las operaciones que le han realizado y el calendario de vacunas. Hacienda es sabedora de todos los movimientos económicos que realiza el ciudadano para sustraerle parte de su dinero. La excusa es perfecta. Lo “público” se antepone a lo privado.

         Los movimientos autodenominados sociales están aprovechando estas circunstancias para llevar el ascua a su sardina. Lo público, el estado, el poder único y el pensamiento también único y universal. Hay que conseguir transformar a la sociedad en una “borregresía” o conjunto de borregos que siguen a un pastor. Toda oveja que se desmande será apartada del rebaño, aniquilada o cuando menos, despellejada para escarnio y ejemplo a sus congéneres.

         En esta tarea de aborregamiento contribuyen las redes sociales especialmente. Twitter, Facebook, Instagram, Youtube, etc… En estos momentos ya deciden qué declaraciones de presidentes de gobierno pueden ser difundidas y cuáles no. Las redes se están erigiendo, en la referencia absoluta de lo que es un valor o un contravalor. En lo que es plausible o rechazable. En lo que es bueno o perverso. Ético o inmoral. Están consiguiendo expedir el carnet al ciudadano con el título de apto o no apto para pertenecer a esta “borregresía”. Si no consideran al ciudadano apto, lo censuran, le quitan seguidores, o cierran su cuenta. Si es apto, lo promocionan como influencer, puesto que contribuye a la consolidación de la borregresía.

         Antes había una distinción clara entre “progres y retros”.  El progre se suponía que buscaba la innovación, el pensamiento divergente, la creatividad, etc. Mientras que el retro le gustaba más lo tradicional, amaba las costumbres y repetía lo que había aprendido en generaciones anteriores. Ahora solo se puede ser “borregre”. Hace lo que dice la mayoría. A mayor cantidad mayor razón. No se cuestiona absolutamente nada. Lo público es bueno, lo privado es malo. Repite  el eslogan de moda. Se hace fotos a sí mismo, una y otra vez en busca de “likes” y cree en las empresas que se encargan de decir cuáles son las falsas noticias.

         La filosofía o el amor a la sabiduría es cosa de antaño. ¿Para qué pensar si no se puede hacer nada? Y si se piensa que sea en voz bajita, no vaya a ser que se discrepe de la “borregresía” y anatema seas, condenado a las mazmorras del ostracismo.