Vivir y sentir la TV todos los
días. Si al pasar por el cuarto de estar hay dudas de qué es lo que se puede hacer,
se enchufa la TV. Aunque no haya nadie viendo la TV, ésta sigue conectada. El
sonido, las imágenes salpican la vida cotidiana de los ciudadanos todos los
días y a todas las horas. Son muy pocos los hogares donde la TV no está en
funcionamiento al menos cuatro horas diarias. Y en la mayoría de ellos, solo se
desconecta cuando todos los miembros de la casa están durmiendo.
Es uno de los recursos más
utilizados como elemento de distracción y pasatiempo. Lo destaca Pedro Baños en
su última publicación El dominio mental. En la mayoría de los hogares se dedica más tiempo a ver la tele que a dormir.
Sin embargo, en las
conversaciones habituales, los ciudadanos manifiestan que apenas ven la TV.
Unos argumentando que es un rollo, otros que no echan nada interesante, que
solo se ven anuncios, que es un bodrio los programas de entretenimiento, que las
noticias están manipuladas, etc. Ahora bien, si se pregunta por lo que ha dicho
un famosillo en la TV, todo el mundo sabe lo que ha manifestado, por
casualidad. Salir en la caja tonta proporciona una publicidad impresionante.
Quien sale en la tele es alguien y quien no sale en ella, no es nadie.
¿Se ha pensado las consecuencias
de que un medio de comunicación como es la TV nos esté bombardeando con una
información unidireccional? ¿De verdad nos creemos los ciudadanos que tenemos
la capacidad de discernir lo que nos conviene ver o no, en un medio que tiene
el control total de emitir lo que le interesa? Nuestra libertad se limita a
cambiar de canal. Cada día se comprueba que las productoras de la TV dependen
de los mismos poderes fácticos.
Yo me quedo con lo siguiente:
Cuanta más TV consumes, en más pensamiento único te conviertes. Eso sí, te
hacen creer que eres muchísimo más libre (puedes cambiar al canal que quieras).
Rafa, 28-enero-2021
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