He paseado por las calles iluminadas en
la noche,
he preguntado a la gente dónde se encuentra
el tesoro que busco, el mayor lingote de
felicidad,
la respuesta a la gran pregunta que me
persigue.
He dejado mi espíritu abandonado a su
suerte
y me ha llevado a la cueva del diablo,
me ha subido en la carroza de brillantes
colores
tirada por briosos corceles deslumbrantes.
He probado los manjares más exquisitos,
y
sin necesidad de llegar a los postres
la saciedad se convertía en el principal
enemigo
y recuperaba el agua y el pan, mejores
amigos.
He mirado en los ojos de los que lloran
por haber perdido a quienes más querían.
En sus pupilas se reflejaba mi pregunta
sin resolver, mi duda subrayada.
Por eso me agarro a una flor y me siento
en la luna,
juego con el pelo mojado de las sirenas,
duermo las noches oscuras, cogido por la
mano
de
un suspiro de amor, en una canción de cuna.
Rafa Roldán