jueves, 30 de octubre de 2014

CORRUPCIÓN


            Enciendes el televisor y en todas las cadenas suena la palabra corrupción. ¡Qué vergüenza! En plena crisis, donde la mayoría de las personas se tienen que ajustar el cinturón para llegar a fin de mes y muchísimas otras han perdido su puesto de trabajo, tienes que observar cómo hay gente sin escrúpulos que ha robado a manos llenas. Algunos políticos, banqueros y gentuza sin escrúpulos, engañando a la gente de bien que simplemente quiere vivir honestamente. Lo mismo te da hurgar en las cuentas de una alcaldía del pueblecito más pequeño que en instituciones con el apellido más prestigioso. En cualquier espacio te puedes topar con ese bicho.

            El corrupto se caracteriza por su habilidad social para pregonar la ética a quienes les roba sin ponerse colorado. Suele utilizar todas las argucias legales para desviar fondos hacia sus cuentas personales sin que el sistema detecte irregularidades. Las rendijas de la justicia son sus autopistas por donde circula con toda impunidad. Sabe que está perjudicando gravemente a sus congéneres, pero su egoísmo lo justifica todo. Mientras no le pillen…

            Se suelen rodear de los llamados “untados”. Los “untados” son quienes reciben algún favor crematístico cuya labor fundamental es asentir a sus indicaciones y ejecutarlas sin cuestionar su conveniencia. Son unos mandados que no son responsables de nada y aunque vean irregularidades evidentes callan para no perder el favor. El corrupto ejerce la amenaza como una espada de Damocles sobre sus adláteres y ante la menor divergencia les aplasta como a una cucaracha asegurándose que los tiene cogidos por las partes bajas.


            El corrupto es mala persona, muy mala, de verdad.

miércoles, 29 de octubre de 2014

¡PALABRA!

            Palabras. Hablar aquí y allá. Decir innumerables cosas por el mero hecho de llenar vacíos en la comunicación. Contar historias cargadas de fantasías o llenas de estereotipos. Emitir sonidos guturales para demostrar una presencia.  Combinar un sinfín de asonancias y consonancias engarzándolas unas con otras como si de un puzzle se tratara. Hablar por hablar.

            Palabrería. Desde el comienzo de la comunicación con el otro se puede saber de antemano, que lo que va a decir no tiene relevancia alguna. Tiempo atrás, la falta de  coherencia redujo considerablemente la credibilidad y por ello ahora necesita el aval de los hechos. Engendrada en la duda la sospecha se convierte en cedazo para la interpretación de las palabras. Adentrados en este terreno el barro en la comunicación se petrifica y el retraimiento o la frivolidad se instalan en las relaciones.

            Palabra. Afirmación que, muchas veces, pretende llamar la atención de quien escucha y pretende diferenciarla de la palabrería. Indica sinceridad y convencimiento personal profundo. Deseo de convertirla en la realidad desde el mismo instante en que se pronuncia. Aboca al cumplimento del compromiso contraído. En caso contrario la persona que no cumple su palabra se le tilda, y con razón, de hombre o mujer de “poca palabra”.

            Los medios de comunicación han influido, de alguna manera, en confundir los valores y creencias personales con juegos de ideas, sentidos, palabras… La sensación de sentirse manipulado constantemente por los poderes políticos, económicos o sociales  se apodera de las personas sencillas y concluyen sus reflexiones diciendo: “Todo es una mentira”.


            Revalorizar el contenido profundo de la palabra es luchar contra la manipulación y la falsedad. La palabra no es una parte desmontable de la persona, sino que expresa y comunica el ser en su totalidad. ¡Palabra!

domingo, 26 de octubre de 2014

Escuela pública

            El estado ha ganado la batalla a las personas que conforman una sociedad. Ha conseguido regular al máximo los conocimientos, las actitudes y las aptitudes que se deben aprender en la escuela.  Ha sistematizado los procedimientos organizativos de tal manera que no queda espacio para el libre pensamiento, la búsqueda de los grandes interrogantes de la humanidad. Ha determinado a priori las aptitudes a premiar y aquellas que deben eliminarse del sistema. Con especial cuidado se ha preocupado de la educación para la ciudadanía, so pretexto de garantizar la libertad, ha enmarcado el ámbito que no perjudique la ruptura organizativa de la ideología dominante. Y hasta aquí hemos llegado: a la escuela pública.
            Una escuela pública que destaca el valor de servicio público para la ciudadanía. Una escuela gestionada por la comunidad educativa y que se le asocia, simplemente por ello, el calificativo de democrática. Una escuela gratuita y sostenida con fondos públicos, concepto un poco contradictorio. Sería más sencillo decir una escuela sostenida con las aportaciones de los contribuyentes, al servicio de todas las personas, incluidas aquellas que no tributan.
            Una escuela que se atribuye el mérito de ser compensadora de desigualdades e integradora. Que no hace distinción entre sus educandos por razón social, cultural, económica, religiosa, o de género.  Que se autocalifica de neutral, simplemente porque se desarrolla en un espacio público.  Neutral significa que no presenta ninguna de dos características opuestas, por ejemplo, no es positivo ni negativo; o no muestra ninguna intención o emoción. No sé dónde se encontrarán este tipo de educadores “neutrales”, que ni son positivos ni negativos, o que no muestren ninguna emoción, ni intención…
            Una escuela pluralista que no inculca ninguna creencia. Es decir, no insiste en un tipo de pensamiento determinado, ni en una ideología específica, ni en una cultura  concreta. Dice que utiliza la pluralidad como instrumento de formación ideológica, algo que no acabo de entender muy bien. No veo mucho parecido con la actuación de los grandes maestros de la historia que sí mostraban sus pensamientos, sus creencias y convicciones a sus discípulos.

            Una escuela pública que se define más por el acento que pone en su apellido: “publica” que por el de su nombre: “escuela”. Una tipo de escuela que parece defender su propia identidad denunciando, muchas veces con toda la razón del mundo, las carencias y los fallos de la escuela privada. Quizás tanto la escuela pública como la privada deberían profundizar mucho más en su nombre: ESCUELA. Tal vez así se fuera transformando a las personas para que sean capaces de buscar las mejores soluciones para convivir en este planeta y mejorar su futuro.  

viernes, 24 de octubre de 2014

Compromiso


            Hoy día no está de moda la palabra compromiso. Promesa que se realiza a alguien  y con el cual se asume el cumplimiento de una obligación. El razonamiento interno más común es “Para qué me voy a comprometer si no tengo claro que lo pueda cumplir”. Esta suele ser la razón esgrimida por mucha gente para no implicarse en un tema. En el mejor de los casos se hacen promesas pero sin el aval de su desempeño. “Lo intentaré, aunque no te garantizo que lo haga”. La verdad es que ante esta postura casi sería mejor guardar un discreto silencio. El compromiso es una declaración de principios sobre todas las áreas de nuestra vida, el trabajo, la familia, los amigos, la economía, la política... Muestra a los demás la obligación contraída para cumplir lo que se ha dicho respecto a algo. Existen diferentes niveles de compromiso y cuanto más grave sea mayor exigencia ejercerá en quien lo asume. La convivencia en una sociedad se fundamenta en las relaciones comprometidas de sus individuos porque el bienestar social no se concibe sin la colaboración entre sus componentes. Continuamente se están produciendo acuerdos, pequeños contratos ya sean escritos o verbales, explícitos o implícitos, fruto de las conversaciones que mantenemos con los demás. Por ejemplo si yo le digo a un amigo que mañana le llevaré el libro que me prestó, él espera que cumpla lo dicho. De lo contrario comenzará a dudar de mi palabra y por tanto mi compromiso se verá dañado en un futuro. El coraje de mostrar a los demás nuestras intenciones crea lazos fuertes en las interacciones personales, pero además es digno de admirar si conseguimos evidenciar la correlación que mantenemos entre las palabras y los hechos.
De "Caminar a tientas"

miércoles, 22 de octubre de 2014

Coherencia

Vivir con coherencia supone mantener una actitud positiva ante la vida. Sostener una actitud negativa ante la vida abocaría a la muerte. Si realmente se fuera coherente quien no cree en la vida en qué cree, si no es precisamente en la muerte. Creer en la bondad de las personas y favorecer las circunstancias que hagan de este mundo un lugar más humano. No hacer trampas a nadie, ni caer en la mentira, seas visto o no. Trabajar con honestidad, intentar hacer las cosas bien porque siempre puede haber alguien que podrá beneficiarse del trabajo bien realizado, es la manera más llana de acercarse a la verdadera coherencia. También exige ser benévolo con los defectos de los demás, especialmente si los comparamos con nuestros propios defectos. Es preciso mantener una manga ancha para saber comprender a quienes no actúan como quisiéramos y mantener una postura crítica con nosotros mismos para poder mejorar nuestras cualidades e ir abandonando los defectos personales. Dicho de esta forma quizás se pueda pensar que la coherencia es prácticamente la perfección. No es exactamente así pero encauza el camino que te lleva a ser mucho mejor de lo que crees.
De "Caminar a tientas"

martes, 21 de octubre de 2014

¿QUÉ MODELO DE ESCUELA QUEREMOS?


                Sin ánimo de manosear los conceptos fundamentales sobre la escuela, hoy más que nunca, se necesita nombrar las claves fundamentales que sustentan su razón de ser. Podemos decir sencillamente que la escuela se dedica a educar. Educar en su etimología latina “educere” se entiende como sacar a flote, extraer y también se puede comprender como “educare” o formar, instruir a las personas. En cualquier caso se trata de activar procesos complejos por medio de los cuales se transmiten valores, costumbres, formas de actuar, conocimientos. Con la intencionalidad de que las generaciones siguientes aprendan y desarrollen la cultura.
                La escuela puede poner el acento en el concepto “educere” tratando de sacar de cada persona lo más valioso que lleva dentro de su ser, para que desarrolle sus sentimientos, actitudes y comportamientos con toda su energía. Confiando en que la propia naturaleza humana tiende hacia lo positivo, hacia lo bueno y sea capaz de dejar a la humanidad un  legado mucho mejor que el que había heredado.
                Pero la escuela puede enfatizar el concepto de “educare”, es decir dar formación e instruir como enfoque principal de su tarea educativa. Posiblemente se pretenda conseguir la mejora de la humanidad, no me cabe la menor duda. Pero desde mi punto de vista no se confía en la bondad de la naturaleza humana y se impone la visión de quienes se otorgan la responsabilidad de instruir y dar la formación a quienes ellos consideran incapaces de adquirir su unívoca forma de pensar, sentir y actuar.
                Pienso que el primer enfoque, “educere” fundamenta los valores del respeto, el diálogo, la autoestima, la reflexión, la participación y el compromiso. Facilita la conformación de sociedades pluralistas y democráticas. Mientras que el segundo, “educare”, tiende a la imposición, obediencia, a la sumisión y el autoritarismo, caracterizado por las sociedades de pensamiento único y dictatoriales.
                Actualmente los gobiernos de los estados y, por consiguiente los responsables de las instituciones educativas, parecen estar más ocupados en controlar los procesos de instrucción y formación basados en el concepto de “educare” que en facilitar, a los individuos de la sociedad que gobiernan,  saquen a flote o extraigan, “educere”, sus verdaderas cualidades y aptitudes.

                ¿Qué modelo de escuela estamos fomentando? 

domingo, 19 de octubre de 2014

jueves, 16 de octubre de 2014

Hace más de 50 años...


La escuela era pequeña, tenía dos aulas y cada una de ellas presidida en el centro por una estufa de leña, con un tubo unido al techo por el que salía el humo. Durante los fríos inviernos era muy apreciada por alumnos y maestro. Encima de la pizarra estaba colgado el crucifijo y a la derecha del encerado el dibujo de un calendario con el día, mes y año en curso. Una veintena de pupitres con asientos abatibles de madera. En el centro y a la derecha de la mesa, sendos tinteros de porcelana insertados en unos agujeros destinados para ello. El maestro cada día encargaba a dos niños de llenarlos con tinta azul que previamente había preparado en una botella de relleno. Recordaba la tonadilla de las canciones que enseñaba Don Antonio para que todos los niños aprendieran la tabla de multiplicar. Una por una es una. Una por dos es dos.., El patio escolar no existía y era sustituido por la calle del pueblo. Durante el recreo daba tiempo de acercarse a casa, comer un pequeño bocadillo de salchichón  (¡qué rico le sabía!) y además jugar un partido de fútbol con sus compañeros. Las porterías estaban delimitadas con dos piedras gruesas en medio de la calle y cualquiera de la clase entraba en el equipo que menos gente tuviera. Algún pescozón repartía  el maestro cuando no se cumplía con los deberes estipulados, pero no se tomaban como castigos dañinos, sino como correcciones necesarias para la educación. David recordaba lo mucho que aprendió con aquel maestro. Le impactaba el afán que tenía por aprovechar todos los materiales escolares. Recogía los grandes carteles que anunciaban espectáculos y los recortaba en formato de folio para que los niños pudieran hacer las cuentas por la parte no escrita. De alguna manera se había adelantado a los tiempos actuales cuidando con el reciclado el medio ambiente.

De "El Mago Mangarín"

miércoles, 15 de octubre de 2014

AROMAS


Huele a monte
Huele a tala de pinos, leñador

Huele a prado
Huele a leche fresca, vaquero

Huele a mar
Huele a dolor de huesos, pescador

Huele a cuna
Huele a lindo bebé, mamá

Humo blanco y pan de leña
Verde prado, nata espesa
Pescado, sal, fina arena
Amor materno, paz serena.


Huele al amor

lunes, 13 de octubre de 2014

PIQUITOS DE ORO


            No quiero matar al mensajero. Bastantes intereses existen en los poderosos como para darles razón en sus desmanes. Simplemente quiero pedir a muchos periodistas que hagan el mismo ejercicio de autocrítica que exigen a quienes se les ponen en su camino.
            He zapeado en los canales de la televisión y empezando desde el primer canal hasta el último existe un abrumador despliegue de tertulias sobre el ébola. Periodistas criticando como hienas las incompetencias, la mayoría cargados de razón, de los políticos, de los responsables de la gestión, de los protocolos utilizados, de los fallos que han producido el contagio de una mujer que hoy se encuentra entre la vida y la muerte.
            He escaneado las emisoras de radio y lo mismo. Bla, bla, bla, sobre el mismo tema. Excepto a los periodistas dedicados al deporte. Cuando es sobre el futbol incluso he notado cómo asomaba la campanilla de alguno de ellos gritando gol…durante siete respiros juntos. Creí que se habría producido un milagro para la humanidad. Pero no. Simplemente una pelota había traspasado una línea blanca marcada con yeso en el césped de un campo de futbol.
            Horas y horas de futbol, tenis, fórmula uno, motos GP, gran hermanos, chismes de famosillos y poco más. Todos los programas guiados por tantos y tantos profesionales con un piquito de oro. Así nos entretienen con noticias falaces, así duermen nuestros sentidos, así complacen a sus amos y no muerden la mano que les da de comer. Asisten a ruedas de prensa que no admiten preguntas, pues ¿a qué van? Se sabe lo que van a opinar por la marca de su empresa, ¿dónde está la libertad que pregonan?
            La noticia no es virus que padece Teresa, que ojalá salga de ésta. La noticia es que hay cuatro mil personas que han muerto por causa del mismo virus. Eso sí, de otro color, en otros países. ¿Dónde están los periodistas? Allí no los mandan sus amos. Allí no se ven imágenes, ni se oyen testimonios, ni se entierran dignamente, ni se atienden humanitariamente, ni se preocupan por los perros que conviven con el virus, ni hay manifestaciones de animalistas. Allí no es noticia la muerte.
            Dónde están esos piquitos de oro que hagan conscientes a los estados de estas situaciones. ¿Acaso en el siglo XXI todavía se tiene la creencia de que la humanidad está dividida en hombres de primera y hombres de segunda? ¿Qué enseñan en las escuelas de periodismo? ¿A ser piquitos de oro o mostrar la realidad que ayude a reflexionar sobre el bien común?