Llegué a pensar que los políticos estaban para intentar
solucionar los problemas de los ciudadanos. ¡Ingenuo de mí! Los políticos y
“las políticas” están a sus cosas.
“Que si sois de
izquierdas, que si sois de derechas. Tú, sí que eres facha y tú comunista.
¡Ay!, fíjate la herencia que nos dejó el partido “x”. ¡Ay!, lo que nos vamos a
gastar del erario público para
mantenernos como el principal partido político. Tal asunto es legal, aunque no
sea legítimo, ni ético. Las mayorías democráticas se pueden acallar sembrando
las falacias de las mayorías sociales. Las previsiones de crecimiento, la
subida del paro, el déficit, la ralentización de la economía, las pensiones
dignas, el sueldo de los funcionarios, el salario mínimo…”
¡Qué interesante!
Y, a mí, ¿qué me
importa?
Señoras políticas y señores políticos:
Me interesa saber cuánto me suben el sueldo y cuánto se lo
suben sus señorías.
Me interesa saber cuánto tengo que cotizar para garantizar
mi pensión digna y cuánto cotizan sus señorías.
Me interesa comprobar que sus señorías no tienen ningún
privilegio respecto al resto de ciudadanos.
Me interesa comprobar que no son políticos de profesión,
sino que sus señorías tienen una profesión y durante un periodo corto están
ejerciendo de políticos al servicio de la gente.
Me interesa ver que las listas de espera en la sanidad
pública son cada vez menores.
Me interesa comprobar cómo la educación de nuestros hijos es
cada vez mejor. Primero, porque se forma a buenas personas y, segundo, porque se
preparan profesionales competentes.
Me interesa comprobar que entre la política y la justicia no
existen tejemanejes.
Y si evidencio que hay periodistas que lo mismo defienden o
critican a partidos de diferente signo, pensaré que estoy soñando.
Por todo ello, me pregunto: ¿los políticos sirven para algo a la sociedad?
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