y el mar de mis andares,
si duerme durante el día
y braman sus olas en
los ijares.
De un caballo negro
cabalgando a tu orilla.
La luna de mis amores,
con las sirenas en la bahía,
reposa, las noches claras
en la cama del agua fría.
Las tardes limpias,
en las arenas vacías.
Quién canta tiritando
gélido y sin quebrar la voz,
temblando, al ver llegar
a la amada blanca
de noche invisible,
presente de día.
La luna de mis amores
ha mirado en su agonía
matinal, subida
al horizonte, perdiendo
sus ojos vueltos
en la claridad mecida.
En los rumores, siempre
porfía la luz nocturna.
Con eternos menesteres
tránsitos y pudores.
Qué sabrás tú, redonda
encantada, de mis amores.
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