"Preguntas a alguien qué tal
le va, la respuesta más genérica es “vamos tirando”. Pocas veces se dice con
satisfacción, “estupendamente”. Se vive
una cierta sensación de hacer las cosas a medias, para ir tirando,
mediocremente. Me contaron una anécdota que refleja bastante bien esta
situación.
Se
encuentran dos amigos. Uno de ellos estaba trabajando en una carretera echando
asfalto y el amigo le pregunta.
-¿Trabajas
mucho?
-Para
lo que me pagan... Le responde.
-¿Es
que te pagan poco?
-Total,
para lo que trabajo.
Vivir a
medias no es vivir. Generalmente produce una insatisfacción personal no muy
recomendable. La mediocridad genera un sentimiento de fracaso. No hacer las
cosas como a uno le hubiera gustado realizar es una manera de confirmar las
pequeñas derrotas en el campo de batalla. Conformarse con ser un perdedor, un
ser al que la vida no le ha deparado la suerte y se contenta con mantener las
cosas tal y como vengan. Como decía el escritor británico William Somerset
Maugham, “Sólo una persona mediocre siempre está en su mejor momento”. Porque
la mediocridad cuando se instala en la persona hace que ésta se adapte e imite
al rebaño, encontrándose en ese espacio como pez en el agua. En la sociedad de
hoy te invitan continuamente a vivir a medias. Las prisas apuran para que
realices la mayoría de las cosas con inmediatez, la urgencia prima sobre la
excelencia. Nos hemos acostumbrado a responder a lo socialmente correcto aunque
no estemos convencidos de que sea lo mejor. Justificamos el estado de
mediocridad con el argumento falaz de que todo el mundo lo hace así."
De "Caminar a tientas"
Rafa Roldán
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