10 Principios básicos
de la senectud
La vejez o ancianidad es un estado de
la persona a la que no se llega, conscientemente, nunca. La senectud la han
pasado otras personas que murieron antes o la manifiestan personas, de la misma
edad o mayores, que se creen que son más jóvenes, ya sea por la autopercepción
de su estado físico o psíquico.
En la actual sociedad no hay ni viejos,
ni viejas. En el peor de los casos hay personas mayores. Muy pocos ancianos
mueren de viejos. La inmensa mayoría muere de enfermedades de corazón, de
pulmón, de cáncer, de malas praxis médicas, y algunas, curiosamente con más de
ochenta años, fallecen inesperadamente.
Bien es verdad que existe una parte de
la población consciente de su propia naturaleza humana. Saben que no son seres
eternos en este mundo y que tarde o temprano dejarán de respirar. Así de claro.
Pero hoy quiero destacar una serie de
principios que he observado, a través de mi experiencia personal, en buena
parte de las personas ancianas. Por supuesto ni es un estudio sociológico, ni
psicológico. Simplemente una manifestación de situaciones que pueden ser
puntuales y por mi cuenta y riesgo, con cierta sorna e ironía, elevo a la
categoría de “principios”. Allá van.
Principio
nº 1:
A
mi edad no necesito callarme nada. La desinhibición es mi compañera fiel. Si te
parece bien, bien y si no, te aguantas.
Principio
nº 2:
Digo
si a todos los consejos que me den y después hago lo que me da la gana. Ahorra
muchas energías.
Principio
nº 3:
Nadie
tiene derecho a decirme lo que tengo que hacer. Yo tengo claro lo que me conviene
y mi cabeza funciona perfectamente.
Principio
nº 4:
Las
piernas no me acompañan porque los médicos no tienen ni idea. Con recordarme la
fecha de nacimiento del DNI creen que justifican su ignorancia.
Principio
nº 5:
No
quiero molestar a nadie. Yo me lo haré todo mientras pueda. Lo que pasa es que
a mí me cuesta un poco más tiempo, pero no lo comprenden.
Principio
nº 6:
Mis
enfermedades son muchísimo más graves que las de mis conocidos y las cuento,
antes de que los demás digan tonterías.
Principio
nº 7:
El
mundo funcionaría estupendamente con mis ideas, pero como se ha perdido el
respeto por los mayores, así le va.
Principio
nº 8:
Con
falta de visión y ceguera bien administradas, se puede justificar que puedo
hacer lo que me dé la gana.
Principio
nº 9:
Soy
como el eje de la rueda de la bicicleta. Sin mí, los radios no tienen dónde
sujetarse y la rueda no gira.
Principio
nº 10:
Cuando
me muera hacer lo que os parezca, pero mientras yo esté aquí yo seré quien
tenga el timón del barco.