Me
gustaría comenzar de nuevo mi etapa de profesor para enseñar a mis alumnos a
desaprender lo que se da por supuesto que es lo que hay que saber.
El
aprendizaje es necesario para adquirir las destrezas más elementales. Claro.
Hay que aprender a comer solos. ¿Qué pasaría si tuviéramos la veintena de
años cumplidos y la mamá todavía tuviera que darnos la papilla, cortarnos los
filetes de carne y acercarnos el vaso para beber agua? Difícil de imaginar,
¿verdad? Está claro que conviene saber las operaciones básicas, sumar, restar,
multiplicar y dividir. Hay que alfabetizarse y si es posible doctorarse, por
supuesto.
Pero sobre todo hay que “ser y
ser feliz”. ¿Qué educador se dedica a ello con todas sus energías?
Enseñar a desaprender la competitividad
como elemento que fomenta la exclusión de alguien en beneficio personal.
Enseñar que el fin no justifica los medios y el respeto a mis semejantes en el
camino es más importante que la meta de llegada. Enseñar a disfrutar de las
cualidades personales y ponerlas al servicio de los demás.
Enseñar a no ser
como el resto del mundo, sino a desarrollar las propias capacidades como
aportación genuina a la sociedad. Enseñar la ética que supera la justicia y la
coherencia que concilia la libertad con la responsabilidad.
De mi último libro: "¿Para qué fui a la escuela?"
https://www.youtube.com/watch?v=UXQYEBWPAaA
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