Vivir y sentir
Etiquetas
Vidaconsentido
(68)
Poesía
(55)
Mis libros
(49)
Educación
(48)
Vergüenzas
(44)
Autoestima
(23)
vivirysentir
(11)
libertad
(6)
poder
(6)
sentir
(6)
leer
(5)
Felicidad
(4)
borregos
(4)
medios comunicación
(4)
Contacto
(3)
partidos
(3)
paz
(3)
responsabilidad
(3)
derechos
(2)
necedad
(2)
redes
(2)
sumisión
(2)
vivir
(2)
Falta de confianza
(1)
Microrelato
(1)
deberes
(1)
distancia social
(1)
medios de comunicación
(1)
palabra
(1)
sociedad de emperadores
(1)
violencia
(1)
virus
(1)
viernes, 6 de marzo de 2015
domingo, 1 de marzo de 2015
EL ESCRITOR Y LOS BENEFICIOS ECONÓMICOS
Una apuesta por el ánimo de pérdidas y sin ánimo de lucro.
La mayoría
de las personas piensan que un escritor después de escribir un libro, éste aparece en las librerías del país, los
clientes lo adquieren y la cuenta corriente del escritor comienza a incrementar
el saldo a su favor. Error. Nada más alejado de la realidad. Ni siquiera se
puede aplicar a los mejores escritores de reconocida fama.
Lo más
habitual es que un escritor esté apasionado por un tema concreto y desee
comunicarlo a las personas porque le seduce dar a conocer sus ideas, sus
fantasías, sus sentimientos, su forma de ver la vida… Y, como se siente feliz
escribiendo, pasando horas organizando el contenido, dejando volar su
imaginación, consultando libros e información sin descanso, observando la vida,
las personas, las situaciones, consigue plasmar en el archivo de un ordenador,
miles de palabras escogidas, mimadas, excavadas en el fondo del diccionario,
para transmitir su mensaje de la mejor manera posible.
El escritor
o la escritora, en adelante los denominaré autor, sin ánimo de herir
susceptibilidades de género y para no complicar la redacción del escrito. Pues
el autor, después de pasar interminables horas frente a la pantalla del PC
consigue concluir el libro y lo lee y relee una y otra vez. ¡Por fin puede
publicarlo! Desde este punto comienza el camino hacia el calvario de la
edición.
Si además
el autor es novel y no nobel, la cruz que debe soportar todavía es más pesada.
Su primera pregunta es: “Y ahora, ¿a quién le enseño el libro para que se
publique?” La respuesta parece sencilla.
A una editorial, claro. Se envían correos a las editoriales y como mucho te
contestan amablemente. Ellas saben que si quieren tener negocio deben hacer caso
a los autores que hayan vendido más de 5000 ejemplares de alguna de sus
publicaciones. A no ser que algún amigo te asegure el marketing y la publicidad
en los medios de comunicación. Ya se sabe, sólo se vende lo que se conoce.
Como no es
fácil ser principiante e incluso veterano en el arte de escribir, vendiendo esa
cantidad de libros en un santiamén, recurre a las editoriales de autoedición. Éstas publican el libro si lo mandas
corregido totalmente. Con las imágenes correspondientes, prácticamente maquetado,
te dicen que lo distribuirán a no sé cuantas librerías, pero no te explican que
los distribuidores sólo distribuyen los libros que “venden” es decir aquellos
que seleccionan las librerías porque son los que les proporcionan los
beneficios, totalmente razonables, para que mantengan su negocio. Como se puede
apreciar ese libro todavía no se “vende”, simplemente aspira a ello.
El resultado es que la autoedición corre a cargo del autor,
paga la impresión, la supuesta publicidad que te van a dar en las librerías de
venta en e-book, y el sello de la editorial que queda impreso en cada libro.
Todos los gastos son para el autor y le mandan el paquetón de libros a su casa.
Por fin ha conseguido tener mucho más que un archivo en el ordenador, ha
conseguido ocupar parte de la habitación de su vivienda con cajas de libros.
Ya puede
regalar a la familia, a los amigos y a los compromisos que haya adquirido. Eso
es amor al arte y a la literatura. Los bolsillos vacíos y la casa llena de
letras. Romántico, emocionante.
Pero autor es insistente y no se
rinde a la primera. Entonces decide buscar un agente literario. Y con mucha
suerte alguno le responde diciendo que debe invertir en la publicación de su
libro una cantidad de dinero que para conseguirla necesitará vender por lo
menos 1000 libros para recuperar los euros invertidos.
Pongamos un ejemplo comparativo:
Una persona contratada cobra unos 800 € al mes. Trabaja unas 160
horas. Veamos que necesita realizar un escritor para llegar a esa cantidad.
Autor apoyado por una agencia literaria:
Un escritor escribe un libro de unas 160 páginas en un mes,
dedicando unas 160 horas si es un experto literario. Si tiene la suerte de que
se lo publica una editorial sabe que si el libro se vende a 10 €, a la imprenta
le corresponde unos 2 o 3 €, el distribuidor se queda 4 o 5 €, la librería que lo vende alrededor
de 3 € y al autor le pasarán 1 € de los cuales debe pagar sus impuestos, con lo
que el autor obtiene unas ganancias de
0,8 € aproximadamente, por cada libro vendido. Es decir que, para ganar 800
€ necesita que la editorial haya vendido 1000 libros, en un mes. Todo un best seller.
Por fin ha
conseguido recuperar el dinero que tuvo que invertir con la agencia literaria
para que le publicaran su libro. Es decir, hasta ahora no ha obtenido ningún
beneficio económico. Necesitará que se vendan otros 1000 ejemplares para poder
cobrar 800 €. Si se da esta situación observaremos que se ha producido el
milagro y nos encontramos ante un aspirante a ser reconocido como un autor muy,
pero que muy, destacado.
Autor que opta por la autoedición:
El mismo
libro descrito en el apartado anterior de 160 páginas. Cuesta alrededor de 2000
€ si imprime 1000 ejemplares. Necesita vender personalmente 200 ejemplares,
entre familia, amigos y conocidos (que son muchos) para poder recuperar los
2000 € de la edición.
Pero si
quiere ganar los 800 € deberá llenar la mochila con 100 libros más y dedicarse
a venderlos puerta a puerta y hacerse un verdadero agente comercial. Estupenda
profesión con la que no esperaba tener que especializarse. Incluso puede
hacerle pensar que su vocación era precisamente esa ser agente comercial. Todo
un descubrimiento.
Menos mal que los verdaderos beneficios no son económicos,
ni crematísticos. Lo que verdaderamente llena al autor es su generosidad al
expresar en unas páginas el pensamiento, la emoción, las cuitas y alegrías del
ser humano, necesidades imprescindibles para hacer de este mundo un lugar de
convivencia y libertad.
lunes, 23 de febrero de 2015
En clave positiva
La vida de una
persona se entiende si conoces, además de su
dedicación laboral, esas otras tareas que se llevan a cabo a lo largo de
los días, de las semanas, de los meses y de los años, diría yo. En el trabajo
diario se manifiesta uno como es, no queda la menor duda. Pero existen otros
aspectos de la vida cotidiana que pueden llegar
a ser mucho más significativos para describir la forma de actuar de las
personas. He visto a gente muy educada en las relaciones laborales y cuando se
mete en un campo de fútbol sufre una transformación en su personalidad
impresionante. A veces, llegas a preguntarte si es la misma persona. Su
vocabulario cambia de forma radical, el volumen de la voz aumenta demasiados
decibelios y el rostro se configura con aire desencajado. Más tarde, a esa
misma persona, la observas en casa acariciando las manos de su bebé de tres
meses y descubres como la ternura se desparrama entre sus dedos transmitiendo
una paz sin medida, un cariño inefable, una sobreprotección que invade el universo
en su totalidad. ¿Puede la misma persona alternar estados anímicos tan dispares
sin despeinarse? La respuesta está clara, por supuesto.
Sin embargo a mí me
resulta muy complicado actuar de esa manera. Los cambios tan bruscos sólo puedo
realizarlos si los medito con anterioridad y decido representar ese tipo de
cambio.
Si he llegado a
amar la tarea educativa ha sido como fruto de un proceso lento en el que he ido descubriendo la importancia de transmitir
los valores que son sólidos
para fundamentar los cimientos de la vida
personal. Ese proceso parte de asimilar que lo bueno y duradero para mí puede
serlo para los demás. Enseñar a apreciar cada minuto de nuestra vida es la
mejor manera de hacerse rico. El tiempo
tiene un valor infinito. Segundo que pierdes jamás podrás recuperarlo. No se puede vivir en el pasado porque ya
pasó, ni en el futuro porque está por venir. Te queda el presente para vivirlo
en plenitud sabiendo que se transforma ineludiblemente en pasado. El tiempo
perdido es el tiempo que has desperdiciado por tu inconsciencia. El tiempo
ganado lo puedes medir por el disfrute
de la riqueza que te ha ofrecido la grandeza de existir. Cada uno decide cuánto
se quiere perder o ganar.
Me gusta hacer
pensar sobre estas cosas porque yo estoy ocupado en ellas. No digo pre-ocupado.
Procuro disfrutar cada momento de lo que me ofrece este mundo tan generoso.
Si estoy en clase
con los alumnos lo vivo como unos momentos de privilegio. Ellos me aportan un
montón de experiencias. Me hacen pensar, reír, trabajar, jugar, decidir,
incluso, por qué no decirlo, llorar. Deseo estar con ellos y al mismo tiempo
necesito distanciarme de ellos para luego acompañarlos con mayor intensidad y
dedicación.
Si no estoy con los
alumnos disfruto del ocio y de la tarea que me proponga. Lo importante es estar en actitud de recibir
lo que te ofrece la vida como un regalo. Hay que abrirlo con la mayor ilusión
del mundo, utilizarlo como algo que has deseado toda tu vida y compartirlo con
quienes te rodean para que se contagien de tu alegría.
miércoles, 18 de febrero de 2015
IMAGEN PERSONAL Y BELLEZA
Es obvio, la imagen
personal, el cuidado del cuerpo infunde autoconfianza. Ir al gimnasio, a
centros de estética, es una práctica habitual de mucha gente que pretende
mantener su aspecto físico bello. Bien es verdad que no todo el mundo va por la
imagen, hay personas que lo hacen simplemente por los beneficios de la salud. En
la actualidad está muy considerada la imagen personal. En nuestra cultura, en
relación con la asunción de la corporeidad, se da la paradoja de no asumir las limitaciones
propias de cada cuerpo. La mayoría no quiere envejecer, asumir que los años han
pasado por su vida. Se pretende instalarse en una juventud eterna. En otras
épocas se practicaba una especie de ascesis orientada a “disciplinar” el cuerpo
a favor de los valores espirituales. Una visión dualista que concebía al cuerpo
como la cárcel del alma. Hoy hemos pasado a optar por todo lo contrario, hay
que inscribirse en los gimnasios para practicar deporte, mantener una figura
ideal a costa de lo que sea, de ahí la aparición frecuente de síndromes de
vigorexia, bulimia, anorexia, en aras de un perfeccionismo que no sabe dónde se
encuentra su meta. A mí me parece una manipulación de la belleza y de la
corporeidad.
Es interesante tener la
capacidad de demostrar en la primera impresión toda la valía personal. A veces,
si se pierde esa oportunidad quizás ya no se tenga ocasión de encontrar un
trabajo, mejorar económicamente, vender un producto o conseguir una influencia
determinada. La fachada de un edificio, supuestamente indica lo que contiene en
su interior las paredes de la casa. Y, es curioso, todo el mundo conoce que no
siempre coincide la apariencia con la realidad, importa demasiado la apariencia
exterior y se descuida con suma frivolidad el contenido del interior. El
aspecto externo de la persona está bien pero no se debe descuidar el aspecto
interno. Si se hace una comparación en el gasto de imagen y en formación
personal, observaremos un fuerte desequilibrio a favor de la imagen. Dicho de
otra manera, al poner en una balanza, el gasto en colonia, maquillaje,
peluquería, etc., pesa más, menos o igual que si en el otro lado de la balanza
depositamos el gasto en libros, cursos de formación, arte, etc. El resultado de
esta comparación nos indicará de alguna manera si existe cierto equilibrio
entre la belleza interior y exterior. La boca habla de lo que sale del corazón,
es decir, sacamos hacia afuera lo que vivimos, sentimos y queremos desde
dentro. Una persona cuyos sentimientos profundos es ayudar a quien lo necesita
manifiesta, sin darse cuenta de una forma explícita, ese sentimiento de
generosidad y la convierte, allá por donde pasa, en una persona atractiva. La
alegría interior de estar satisfecho por el cumplimiento de las
responsabilidades emergerá de aquellas personas que transmiten una confianza
hacia los demás lo que ellas ya están viviendo con su virtud. Una persona que
está descontenta consigo misma por algún motivo, será incapaz de transmitir
alegría hacia los otros para hacer ver que su imagen es divertida.
Todos sabemos desenmascarar
las falsedades de los demás cuando no se muestran como son en realidad. La
naturalidad de ser uno mismo es un indicador clarísimo con el que valoramos la
belleza integral de la gente. Nuestra mirada, la forma de caminar, la postura
del cuerpo, la expresión facial, el tono de la voz, son elementos de
comunicación personal que en su conjunto delatan el estado anímico en que nos
encontramos en cada momento. Si entre estos elementos se produce una disonancia
estaremos transmitiendo que existe algo en el conjunto que suena a falso. Por
ejemplo, podemos estar hablando con nuestro vecino intentando convencerle de
que no estamos enfadados con él y al mismo tiempo nuestra voz es excesivamente
altisonante, nuestro rostro serio, adusto y los gestos de nuestras manos
señalándole inquisitoriamente. Sin duda el vecino captará el mensaje
incoherente entre lo que dice y lo que manifiesta con su cuerpo. El ser humano,
en sí mismo, es una gran expresión de la belleza. Vive sin admirar lo que lleva
dentro y se pierde la lindeza de su “posibilidad” y, sobre todo de su
“realidad”. Nuestra mirada se dirige instintivamente hacia las maravillas de la
perfección y nuestra vida las busca para satisfacer el ansia de encontrar su
propio cielo. ¿Acaso no buscamos a tientas como descubrir ese cielo por medio
de la belleza? Quizás esté tan cerca que no apreciamos su presencia.
De
“Caminar a tientas”
viernes, 13 de febrero de 2015
NIEBLA
NIEBLA
Niebla
gris, húmeda, dispersa
envuelta en la mañana de enero,
sentada en mi valle del Ebro.
Niebla
mojada, serena, fría.
Origen y causa de aturdimiento,
algodón flotante en mi pensamiento.
Niebla
cobarde, tímida, serena,
desaliento al sol punzante
sonrojo de tu flaqueza resistente.
Niebla
mezquina, sórdida, miserable.
Empapada sábana sutil.
Nubarrón caído, dormido, pueril.
viernes, 6 de febrero de 2015
BELLEZA Y FELICIDAD
Deseamos con ansia vivir momentos de
placer absoluto y solemos experimentar una sensación de que siempre falta un
paso más para disfrutar en plenitud. Sintonizar con la propia esencia del ser
humano recogida en la belleza no está al alcance de cualquiera. Dejar volar a uno de los sentidos, por
ejemplo la vista, el oído o cualquier otro, hasta confluir con un estallido de
felicidad significa vibrar con una de las aspiraciones humanas más genuinas:
tocar la ontología utópica. ¿Cómo calibrar esa realidad misteriosa? Cuando
viajamos disfrutamos contemplando un paisaje bello. Nos atrae la belleza de una
mujer o de un hombre. Sentimos el placer cuando escuchamos la melodía de una
música. Cualquier percepción de lo perfecto en nuestras sensaciones nos impulsa
a disfrutar felizmente y deseamos que ese momento no acabe nunca por el placer
que nos produce. Sin embargo, sabemos que es demasiado perecedero y pronto ese
estado de bienestar pasará, dejando nuestro ser hasta el nuevo encuentro, a
otra situación que nos transporte de nuevo a experimentar un cachito de
felicidad, tantas veces perdida.
La
abundancia excesiva de un momentáneo placer puede contribuir a embotar el resto
de los sentidos que disponemos para deleitarnos con amplitud de la belleza. Se
aprecia mucho mejor el valor de las cosas cuando se ha experimentado la
carencia de ellas. Imaginemos que estamos de visita en un museo de renombre y
en una sala amplia se exponen numerosos cuadros del célebre pintor Goya.
Instantes antes acabamos de haber contemplado ocho salas con pinturas clásicas
de otros grandes autores pictóricos. Posiblemente apenas nos detendremos en
analizar y disfrutar de la belleza de uno solo de los cuadros del pintor
aragonés. Sin embargo nos acercamos a la ermita de Muel. Este pueblecito está
ubicado a pocos kilómetros de Fuendetodos, pueblo zaragozano donde se encuentra
la casa natal de Goya, y contemplamos exclusivamente las pinturas de las
pechinas, seguramente apreciaremos con más intensidad la calidad de la obra del
famoso pintor.
Otra
expresión de búsqueda en esta ardua tarea de explorar a tientas un modelo que
nos acerque a la felicidad es la preocupación por la belleza personal, por
ejemplo cuando pone el acento en la forma de vestir. Se desea ir vestido según
unos patrones que los medios de comunicación ya se preocupan de insertar los
modelos a seguir a través de la publicidad. Estos medios de comunicación tienen
bastante influencia en la apreciación de la belleza. Si nos referimos a la distinción
de una persona bella, ésta se valora si se adecúa al estereotipo marcado por la
sociedad. Es decir uno está guapo o feo en función de su fidelidad a la moda y
por supuesto, hay que gastarse ingentes cantidades de dinero en el vestido y
sus complementos respectivos. Así la belleza no emerge desde dentro de la
persona sino que llega del exterior invadiendo la libertad de ésta. La
percepción sensorial de la hermosura es el resultado de la confluencia de
múltiples factores, la figura del cuerpo, la concepción de belleza admitida en
función de la zona geográfica donde se vive, la visión personal subjetiva de la
persona que la valora, etc. Pero siempre estamos hablando de una percepción
exterior de la belleza. Hay gente encantadora, que a primera vista, no parece
tener una hermosura extraordinaria, pero una vez que se le conoce con más
intensidad, comienza a desprender por todos los poros de su ser una energía
especial que la convierte en una persona realmente bella. El cuento de La bella y la bestia expresa esta idea
con una simplicidad inmejorable, la belleza habita especialmente en el interior
pues está fundamentada en la virtud.
De “Caminar a tientas”
domingo, 1 de febrero de 2015
ARTE Y BELLEZA
El concepto de belleza suele estar unido a la concepción de arte. Y las obras de arte casi siempre están valoradas por la subjetividad personal. Normalmente se califican de “obra de arte” cuando se produce la excelencia en la obra. Algunos la pueden confundir por la cantidad de dinero que ofrece el mercado, pero se trata más bien de la historia que tiene, de su singularidad, perfección, placer estético, sensibilidad, etc. que transmite el autor. Hay obras de arte que despiertan en algunas personas unas emociones inusitadas y, sin embargo a otras, esas mismas obras, las deja en la indiferencia más anodina. El aspecto subjetivo que lleva consigo el arte y la belleza es determinante para valorar su relevancia en la justa medida. No obstante el arte nos sitúa frente a la belleza, lo cual hace abrir nuestros sentidos al descubrimiento de conceptos abstractos que definen en profundidad los intereses más elevados del espíritu humano. El arte sugiere la capacidad del hombre para acercarse a la idea de la perfección. Le sitúa en el lenguaje simbólico que le comunica con lo misterioso, lo transcendente, la religión. La imaginería es y ha sido fuente de devoción en el creyente. A través de la escultura ya sea de la figura humana u ornamental, el hombre ha representado los diferentes estados psicológicos, físicos y espirituales. La pintura también es una referencia para la contemplación de la belleza en el paisaje, en el rostro humano, en la mezcla de colores que identifica el espíritu y los sentimientos más entrañables del ser humano. No digamos nada de la importancia de la música, la danza, o la poesía como los medios más genuinos para expresar en toda su extensión los sentimientos más profundos de la persona.
El hombre moderno, en cierta medida parece estar empeñado en ocultar la belleza. En la arquitectura observamos los edificios actuales que se caracterizan por líneas rectas, espacios decorados con un exceso de minimalismo, cargados de funcionalidad, fríos, anodinos. Si los comparamos con los edificios antiguos donde predominan las líneas curvas, nos daremos cuenta que la diferencia es enorme si compara con otras épocas ya pasadas. Columnas redondas y esbeltas, frisos, volutas, adornos por doquier. Actualmente todo está valorado por la economía, la utilidad. Cuesta concebir el gasto del dinero en cosas inútiles, carentes de utilidad, inservibles. Lo que sirve es lo más valioso y aquello que carece de provecho se desprecia sin compasión. ¿Nadie echa en falta el amor a la belleza? Se vive en la abundancia derrochadora que es capaz de dilapidar los recursos más básicos para la existencia de la humanidad y provocar grandes crisis a nivel económico y social. Sobre la cultura y el arte, la belleza parece estar escondida. Existe poca preocupación por salvar el gran tesoro del mundo: la belleza. ¿Dónde está quedando la pasión por la literatura, la pintura, la escultura, la oratoria, la búsqueda de la sabiduría que da sentido al futuro de cada persona? Lo importante y prioritario es pagar la hipoteca, no perder o encontrar el trabajo que proporciona el dinero necesario para vivir. Disponer de unos días de vacaciones al año para viajar de un lugar a otro, cuanto más lejano mejor, en las que otras personas te sirvan la comida, te faciliten un bienestar soñado durante una semana, quince días o tal vez un mes. Cambiar el automóvil por otro de una gama más alta. Esperar a que abran las puertas de los centros comerciales el día del gran acontecimiento informático que anuncia la salida de un nuevo modelo de iphone como muestra de que eres el paradigma de persona que está al día en las herramientas informáticas de última generación. Un petimetre obsesionado por seguir la moda. El hombre siente un deseo irrefrenable de conseguir cuantas más cosas mejor y al precio que sea devora cada una de ellas tragando el sinsentido del consumo.
Y no será porque no haya evidencias de arte por todas partes. Basta echar una mirada a los museos repletos hasta la saciedad de las obras más espléndidas realizadas por los hombres. Se está intentando recoger la belleza y encerrarla en espacios para que se pueda contemplar. La belleza no se almacena. Se ha olvidado estimular los sentidos para que desarrollen la creación de esa misma belleza. Qué persona cuando contempla el lienzo de un pintor clásico se le eriza el pelo, no tanto por la calidad de la obra, que también es posible, sino por sentir en su propio ser la capacidad creadora de la humanidad de la cual él mismo se siente integrado plenamente. Se miran las cosas de forma individual y sólo se repara en el estado momentáneo, “este cuadro me gusta y este otro no”, pero no se percibe el sentido del alma creadora de la humanidad, la belleza, sin la cual esta vida puede aparecer como un absurdo.
De “Caminar a tientas”
miércoles, 28 de enero de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
Verdad o mentira
La
verdad es nombrar o hacer referencia a un hecho que se corresponde con la
realidad. También es la correspondencia existente entre la idea y la fidelidad
a esa idea. Pero muchas veces se usa el término para referirse a la honradez en
el sentido de obrar con integridad.
La
mentira es una declaración falsa, de
manera parcial o en su totalidad, con la finalidad de ocultar la verdad, con la
misma graduación de intensidad parcial o total, ejercida en el engaño. Se puede
engañar a la gente con expresiones especialmente genuinas o pintorescas y
también se pueden generar mentiras resaltando parcialmente alguna de las partes
de la verdad.
A
mí me gusta simplificar las cosas al máximo. Como dice el refrán: “Al pan, pan
y al vino, vino”. Las personas que van con la verdad por delante no necesitan
de grandes frases para explicar la realidad. Ejemplo: “He metido el pie hasta
el tobillo en un charco lleno de barro”. Todo el mundo sabe y se imagina la
situación. También se puede expresar así: “No hay derecho a que por culpa de la
mala gestión que hace el ayuntamiento, disminuyendo en el ejercicio actual la
partida de mantenimiento de las infraestructuras de la ciudad, los ciudadanos
como yo tengamos que soportar el mal estado de la mayoría de las calzadas, como
la que yo transito con frecuencia. A consecuencia de observar el estruendoso
sonido de un helicóptero que sobrevolaba encima de mi cabeza, he perdido el
sentido de la orientación personal y he terminado extrayendo de un socavón, el
pie lleno de barro. Hecho susceptible de denuncia evidente o, por lo menos, la existencia de una
falta de conciencia ciudadana al comprobar que paseaban otras personas junto a
mí y fueron incapaces de alertarme sobre semejante peligro”. En este caso no se
sabe si lo esencial es el ayuntamiento, el helicóptero o la solidaridad de los
ciudadanos.
Pienso
que la verdad es muy sencilla de explicar porque cualquier pieza que escojas
del puzle siempre encajará en él. Sin embargo en la mentira el trabajo se
complica cada vez más porque al tomar una pieza y tratar de encajarla en el puzle
no coincide plenamente, con lo cual hay que fabricar nuevas piezas que disimulen
el fallo. Y cuando se recoge el puzle y se mete en la caja resulta que, o bien
faltan piezas, o bien sobran piezas que antes no estaban. “Antes se coge al
mentiroso que a un cojo”.
De
las personas que van con la verdad por delante te fías. Sabes que su fidelidad
está en la transparencia de su ser. De las personas mentirosas no te fías, no sabes
por dónde te van a salir, generan incertidumbre, no suelen cumplir lo que
ofrecen y siempre tienen una mano escondida detrás de la espalda.
Quizás
sea muy difícil conocer la verdad o la mentira en toda su amplitud. No creo que
nadie pueda adjudicarse la potestad de ser el juez universal que dirime la
verdad absoluta de la mentira absoluta. Pero tal vez sea más fácil entender que
las personas basamos nuestra convivencia en el valor de la verdad. Porque este
valor engendra confianza y a partir de ella el crecimiento personal, el
bien-estar y el bien-ser se convierten en motores de desarrollo humano.
sábado, 24 de enero de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)