En la medida que el cuerpo va
envejeciendo también lo hacen sus órganos y es normal constatar cómo la gente
mayor acaba teniendo problemas con sus ojos. Es muy frecuente observar en
personas de cierta edad cómo alejan los textos de la vista y estiran el brazo
hasta encontrar la distancia apropiada que les permita leer. Acompañando con
resignación el siguiente comentario: “Sin gafas no veo ni torta”. Para buscar solución a este problema lo
sencillo es ir al oculista y comprar las gafas que recomiende. En resumen, para
encontrar la solución hay que pagar, bien sea directamente o por medio de la
obligación con el fisco, pero pagar.
Sin embargo hay cegueras que son
retribuidas. Puede sonar a chanza pero no, es mucho más frecuente de lo que
nuestra imaginación pueda alcanzar y nuestra fantasía soñar. No todo el mundo
reúne los requisitos para desarrollar una ceguera retribuida, se necesita
disponer de unas características especiales. En primer lugar valorar el dinero
como motor y gasolina para el movimiento y en segundo lugar, estar
profundamente convencido de que los principios son coherentemente válidos hasta
que se cambien por otros. Como decía Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.”
Con estos dos requisitos se consigue estar en disposición de ejercer la ceguera
remunerada.
Al
ciego remunerado le pagan por ver la realidad que le beneficia, exclusivamente.
Su mirada se concentra en la visión de la realidad que le resulta más
conveniente. Afronta los problemas tomando las directrices que le resulten más
cómodas, aunque tengan malas consecuencias para sus próximos. Y dedica sus
esfuerzos intentando convencer a quienes le rodean de que lo bueno es lo que
ellos ven como tal. Como solía decir Spinoza que los conceptos de “bueno” o “malo”
son como unas proyecciones imaginarias, es decir, no se desea algo porque sea
bueno, sino que se llame bueno porque se desea.
Pensaba
Leonardo Da Vinci que los ojos son la ventana del alma. Por ello el ciego
remunerado evita mirar con transparencia no vaya a ser que descubran sus
verdaderas intenciones y quede en evidencia la calaña de sus deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión me interesa mucho.