Vivir y sentir
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martes, 8 de mayo de 2018
miércoles, 11 de abril de 2018
Enseñar a ser feliz
Me
gustaría comenzar de nuevo mi etapa de profesor para enseñar a mis alumnos a
desaprender lo que se da por supuesto que es lo que hay que saber.
El
aprendizaje es necesario para adquirir las destrezas más elementales. Claro.
Hay que aprender a comer solos. ¿Qué pasaría si tuviéramos la veintena de
años cumplidos y la mamá todavía tuviera que darnos la papilla, cortarnos los
filetes de carne y acercarnos el vaso para beber agua? Difícil de imaginar,
¿verdad? Está claro que conviene saber las operaciones básicas, sumar, restar,
multiplicar y dividir. Hay que alfabetizarse y si es posible doctorarse, por
supuesto.
Pero sobre todo hay que “ser y
ser feliz”. ¿Qué educador se dedica a ello con todas sus energías?
Enseñar a desaprender la competitividad
como elemento que fomenta la exclusión de alguien en beneficio personal.
Enseñar que el fin no justifica los medios y el respeto a mis semejantes en el
camino es más importante que la meta de llegada. Enseñar a disfrutar de las
cualidades personales y ponerlas al servicio de los demás.
Enseñar a no ser
como el resto del mundo, sino a desarrollar las propias capacidades como
aportación genuina a la sociedad. Enseñar la ética que supera la justicia y la
coherencia que concilia la libertad con la responsabilidad.
De mi último libro: "¿Para qué fui a la escuela?"
https://www.youtube.com/watch?v=UXQYEBWPAaA
lunes, 9 de abril de 2018
Hijos felices
Yo
dedicaría toda la enseñanza a ser feliz. ¡Qué importa más que ésto! Yo quiero
ser feliz y toda mi vida la he pasado buscando lo que me hacía acercarme con
más fuerza a la vivencia de ese estado.
Las personas siempre se quejan cuando
no son felices de verdad. Los padres están pendientes de sus hijos con la única
misión de enseñarles a ser felices. Les educan con esa única finalidad.
Sin
embargo, esta sociedad nos está inculcando el dinero como valor supremo y el
poder como la herramienta más útil. Y ahí están los resultados.
Vivimos
enajenados, pendientes de conseguir más para escalar en la pendiente del tener
hasta la cima del sinsentido. Encerramos a los niños en las guarderías, en las
escuelas, en los centros deportivos, en la vorágine de las actividades
múltiples… con la finalidad de disponer de más tiempo para trabajar y ganar
más dinero. Y, así pagar unos días de
vacaciones en verano. Comprar un modelo de automóvil mejor y con más potencia
que el que tenemos. Viajar lo más lejos posible. Cambiar de casa a otra mucho más
confortable.
La felicidad se nos escurre entre los dedos como la mantequilla en
la sartén ardiente.
De mi último libro: "¿Para qué fui a la escuela?"
https://www.youtube.com/watch?v=UXQYEBWPAaA
lunes, 12 de marzo de 2018
domingo, 11 de marzo de 2018
Verja
Aquí estoy desencajada,
Esperando un destino
o, tal vez, desechada.
Me abrasa la luz,
el dolor me dobla
detrás, las piedras me guardan.
Escucho las sombras,
que ya no me hablan
temerosas del sol a sus espaldas.
Férrea, a martillazos hecha.
Herida del tiempo.
Herrumbre y cardenillo.
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