domingo, 1 de mayo de 2016

Si sabes que te vas a morir, ¿porqué no hablas de ello?

                Un dicho andaluz: “A la bicha ni mentarla” La superstición hace estragos en quienes creen en ella. Puede que esa sea una de las razones por las que se intenta no hablar de “mi muerte”. Porque de las muertes de otras personas si se puede hablar. Son ajenas a nuestra propia vida. A nosotros no nos va a llamar la innombrable de la guadaña, por lo menos en este instante. En el fondo, sabemos que nos estamos engañando, nadie estamos libre de que en algún momento nos recogerá en sus brazos.
                ¿Pero, para qué tenemos que hablar de este tema? Cuando tenga que llegar ese momento, será y no hay que amargarse “la vida con la muerte”. Porque “a la bicha ni mentarla”. Quizás resulte incómodo hablar de este tema, pero no por ello se tiene que disimular y elevarlo a la categoría de tabú. Es demasiado relevante. ¿Porqué no hablar de la muerte?
                Sin ánimo de explicar nada, simplemente quiero transmitir dos ideas.
-Una, prefiero nombrar a las cosas por su nombre. Y cuando se reconoce por el nombre, se acerca uno a la verdadera esencia de la realidad. Por supuesto  que a cada persona le corresponde indagar, buscar, introducirse en el misterio de su propio ser. Nadie puede sustituirle en esa tarea, tan importante, de intentar encontrar sentido a esta vida que siempre desemboca en la muerte.

-Otra, no ocultar el miedo. Tenemos todo el derecho del mundo a apropiarnos de la cantidad de miedo que queramos, pero también podemos hacernos conscientes de nuestra limitación. Personalmente me quedo con el empeño por disfrutar a tope de esta vida, precisamente porque también soy consciente de la muerte. Esa realidad que no puedo olvidar y que me ayuda a dar más alegría a la vida.

martes, 26 de abril de 2016

5 Pasos: Aprende a ser imperfect@

5 pasos: Aprende a ser imperfect@

                A casi nadie le gusta reconocer las imperfecciones personales. Hemos creado una cultura basada exclusivamente en el éxito y el crecimiento. Nos enseñan a ser perfectos a fuerza de criticar nuestros errores. La norma principal es no equivocarse. El objetivo se resume en ser persona diez.
                Sin embargo la realidad es tozuda. Nada, ni nadie es perfect@. Aunque se intente por todos los medios tapar la imperfección, la impureza, el error, la equivocación, siempre están presentes en la vida de cualquier ser humano.
                Pero parece ser que nadie se preocupa de enseñarte a ser imperfectamente humano. Por eso yo te propongo cinco pasos que te ayudarán a ser feliz con tus errores o, al menos, a ser consciente de que vivir a pleno pulmón y dormir a pierna suelta, se puede conseguir aceptando, como puedas, tu propia realidad.

Paso nº 1: No eres el centro del universo (aunque te lo hayas creído alguna vez).

                Si alguna vez has pensado que eras el centro del universo quizás te hayas dejado llevar por tu propio endiosamiento. No pasa nada si te das cuenta. Pero si no eres consciente de ello, tal vez se convierta en algo enfermizo. Es mucho más sencillo aceptar la vida como un regalo que hemos recibido porque sí. Entonces nos sentimos agradecidos, reconocidos, señalados.  

Paso nº 2: Apasiónate por tus proyectos como si nadie pudiera llevarlos a cabo como tú.
               
                Intenta desarrollar a tope tus deseos más importantes. Pon la pasión como tú y solo tú sabes hacer. Cree en ti siempre. Sabiendo de antemano que no lo sabes todo pero te puedes acercar un poquito más a lo que buscas. Si te equivocas muchas veces es que lo has intentado también muchas veces. Duda de tus certezas y encontrarás nuevos caminos.

Paso nº 3: A cada fracaso acumulado agradécele lo que has aprendido.

                Las cosas nunca salen bien a la primera. Antes de haber llegado a la meta hay que recorrer un sendero repleto de dificultades y en la tarea de superarlas se encuentra más felicidad que en la llegada. Cada pequeño esfuerzo, cada renuncia, cada tropiezo son oportunidades de aprendizaje. Da gracias porque te acompañen los conflictos y los problemas. Son compañeros de viaje para que perfecciones la serenidad.
               
Paso nº 4: No intentes vivir la vida por los otros.           

                Muchas veces crees que sabes cómo afrontar los trances ajenos e intentas hacer lo que no te corresponde a ti. Respeta la          libertad de los demás, deja que vivan su vida. Simplemente acompaña, escucha, mira más allá de lo que parece evidente, intenta comprender. Traspasar el nivel de necedad está al alcance de cualquiera si deja libre albedrío a su ego.

Paso nº 5: Sé humilde y disfruta con los aciertos de los demás.


                Sencillamente sé tú. No eres menos, ni más que nadie. No te compares. Admira la belleza, la inteligencia. Felicita los aciertos y apoya a los demás con todas tus fuerzas cuando se encuentren en dificultades. Alégrate cada microsegundo porque respiras. Y, sobre todo, disfruta con los aciertos de los otros, de lo contrario tú te lo pierdes.



jueves, 14 de abril de 2016

Vida y sentido

Y la vida brota siempre. Entre las rendijas que olvida el grisáceo sinsentido. Armonía, contraste, luz y perfección frente a la dureza urbanita. Humildad ofrecida y desnuda, soñando una esperanza.


Hoy puede ser un gran día para disfrutar de la belleza que nos envuelve. Para sumergirnos en el placer de nuestros sentidos. Todos ellos nos recuerdan sutilmente que estamos vivos. ¿Se puede pedir más?



El tiempo detiene la savia y el tronco se desnuda sin miedo. Sabe que su lecho de vida siempre le espera. Sereno, fiel. Dejando su fuerza, abandonado, entregado al ser y repleto de paz.


Tal vez esta gélida blancura esconda las últimas lágrimas del invierno. Empapando el humus del bosque, suplicando la nueva primavera que llama a la puerta desde el cielo.

lunes, 21 de marzo de 2016

INVISIBLES

                Resulta un tanto sorprendente constatar que en un centro educativo, con vocación especialmente social y de origen fundacional con apellido cristiano, se ignore y silencie en sus comunicados  a la sociedad, bien sea por las redes sociales o sus medios informativos, acciones formativas tan relevantes para la formación de adolescentes y jóvenes como lo es el conocimiento de la realidad de las Personas Sin Hogar. Ese mismo día la institución informa en Facebook, con reportaje fotográfico incluido, de los riesgos de internet y las redes sociales, de los viajes de estudios de algunos de sus alumnos, de un taller de impresionismo, de la firma de un convenio con la obra social de un banco o de la visita de otros alumnos a un museo del vino en el país vecino. Y con ello no quiero decir que no se deban comunicar estas actividades que, en sí mismas, ya son interesantes. Lo que resulta raro es que se olvide precisamente la actividad a la que hago referencia.

                Parece que se confirma que no solo las personas sin hogar son personas invisibles para la sociedad sino también lo son quienes intentan concienciar sobre este grave problema. Por suerte, en ese mismo centro, hay muchos educadores preocupados en sensibilizar a sus alumnos y alumnas sobre estas realidades. Gracias a ellos, al menos unos doscientos chicos y chicas, han podido escuchar y compartir alguna de las experiencias vitales con una de estas personas que lo están pasando mal. Una de esas personas que la sociedad ha etiquetado con el apelativo de PSH o persona sin hogar.

                En ninguna de las cinco sesiones que se llevaron a cabo en la institución, se hizo visible en ellas alguno de sus máximos responsables educativos, otras tareas más importantes los excusan. ¿Tanto cuesta una simple misiva expresando su apoyo, su agradecimiento sincero a una colaboración tan importante, a una persona capaz de mostrar su coraje para salir adelante? Todo un ejemplo a no imitar. Supongo que el testimonio de una persona sin hogar no se debe considerar de especial relevancia y categoría social, equivalente a la de un catedrático, doctor de universidad, consejero político o gerente de empresa comprometida con la responsabilidad social corporativa…, ironías aparte.

                La pobreza no siempre es cuestión de carencia de recursos. Por suerte o por desgracia, la educación siempre es necesaria.


viernes, 18 de marzo de 2016

MEMORIA

"Los profesores dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a repetir datos, informaciones, conocimientos que anteriormente han sido descubiertos por otras personas. Repasamos la historia que nos han transmitido, realizamos ejercicios de matemáticas, listamos los afluentes de los ríos o hacemos que conjuguen los verbos, una y otra vez, hasta que se los sepan de memoria. Es bueno y lo veo necesario. Pero si lo único que hacemos es esa tarea, tal vez estemos reduciendo la educación a conseguir personas con una imprescindible y buena memoria. Observa el contenido de los exámenes. Todos los examinandos dedican más del noventa por ciento de sus tiempo en memorizar los contenidos sobre los que se van a examinar. Luego, ¿qué estamos potenciando?: La memoria.


Yo mismo he comprobado que, cuando estoy explicando mis asignaturas y quiero demostrar la falta de atención de mis alumnos, les pregunto con esta o parecidas frases: “¿Puedes repetir lo que he dicho?” Memoria. Pienso en las notas que reciben y al final concluyo que la ponderación más alta de la valoración es su capacidad de recordar conocimientos. Memoria. Estamos convirtiendo a nuestros alumnos en unos magníficos magnetófonos. Primero se les obliga a pulsar el botón de grabación y posteriormente se les exige pulsar el botón de reproducción. Memoria. "
Fragmento del libro: "¿Para qué fui a la escuela?"