viernes, 13 de febrero de 2015

NIEBLA

NIEBLA
Niebla
gris, húmeda, dispersa
envuelta en la mañana de enero,
sentada en mi valle del Ebro.

Niebla
mojada, serena, fría.
Origen y causa de aturdimiento,
algodón flotante en mi pensamiento.

Niebla
cobarde, tímida, serena,
desaliento al sol punzante
sonrojo de tu flaqueza resistente.

Niebla
mezquina, sórdida, miserable.
Empapada sábana sutil.
Nubarrón caído, dormido, pueril.



viernes, 6 de febrero de 2015

BELLEZA Y FELICIDAD

            Deseamos con ansia vivir momentos de placer absoluto y solemos experimentar una sensación de que siempre falta un paso más para disfrutar en plenitud. Sintonizar con la propia esencia del ser humano recogida en la belleza no está al alcance de cualquiera.  Dejar volar a uno de los sentidos, por ejemplo la vista, el oído o cualquier otro, hasta confluir con un estallido de felicidad significa vibrar con una de las aspiraciones humanas más genuinas: tocar la ontología utópica. ¿Cómo calibrar esa realidad misteriosa? Cuando viajamos disfrutamos contemplando un paisaje bello. Nos atrae la belleza de una mujer o de un hombre. Sentimos el placer cuando escuchamos la melodía de una música. Cualquier percepción de lo perfecto en nuestras sensaciones nos impulsa a disfrutar felizmente y deseamos que ese momento no acabe nunca por el placer que nos produce. Sin embargo, sabemos que es demasiado perecedero y pronto ese estado de bienestar pasará, dejando nuestro ser hasta el nuevo encuentro, a otra situación que nos transporte de nuevo a experimentar un cachito de felicidad, tantas veces perdida.

La abundancia excesiva de un momentáneo placer puede contribuir a embotar el resto de los sentidos que disponemos para deleitarnos con amplitud de la belleza. Se aprecia mucho mejor el valor de las cosas cuando se ha experimentado la carencia de ellas. Imaginemos que estamos de visita en un museo de renombre y en una sala amplia se exponen numerosos cuadros del célebre pintor Goya. Instantes antes acabamos de haber contemplado ocho salas con pinturas clásicas de otros grandes autores pictóricos. Posiblemente apenas nos detendremos en analizar y disfrutar de la belleza de uno solo de los cuadros del pintor aragonés. Sin embargo nos acercamos a la ermita de Muel. Este pueblecito está ubicado a pocos kilómetros de Fuendetodos, pueblo zaragozano donde se encuentra la casa natal de Goya, y contemplamos exclusivamente las pinturas de las pechinas, seguramente apreciaremos con más intensidad la calidad de la obra del famoso pintor.

Otra expresión de búsqueda en esta ardua tarea de explorar a tientas un modelo que nos acerque a la felicidad es la preocupación por la belleza personal, por ejemplo cuando pone el acento en la forma de vestir. Se desea ir vestido según unos patrones que los medios de comunicación ya se preocupan de insertar los modelos a seguir a través de la publicidad. Estos medios de comunicación tienen bastante influencia en la apreciación de la belleza. Si nos referimos a la distinción de una persona bella, ésta se valora si se adecúa al estereotipo marcado por la sociedad. Es decir uno está guapo o feo en función de su fidelidad a la moda y por supuesto, hay que gastarse ingentes cantidades de dinero en el vestido y sus complementos respectivos. Así la belleza no emerge desde dentro de la persona sino que llega del exterior invadiendo la libertad de ésta. La percepción sensorial de la hermosura es el resultado de la confluencia de múltiples factores, la figura del cuerpo, la concepción de belleza admitida en función de la zona geográfica donde se vive, la visión personal subjetiva de la persona que la valora, etc. Pero siempre estamos hablando de una percepción exterior de la belleza. Hay gente encantadora, que a primera vista, no parece tener una hermosura extraordinaria, pero una vez que se le conoce con más intensidad, comienza a desprender por todos los poros de su ser una energía especial que la convierte en una persona realmente bella. El cuento de La bella y la bestia expresa esta idea con una simplicidad inmejorable, la belleza habita especialmente en el interior pues está fundamentada en la virtud.

De “Caminar a tientas”


domingo, 1 de febrero de 2015

ARTE Y BELLEZA

El concepto de belleza suele estar unido a la concepción de arte. Y las obras de arte casi siempre están valoradas por la subjetividad personal. Normalmente se califican de “obra de arte” cuando se produce la excelencia en la obra. Algunos la pueden confundir por la cantidad de dinero que ofrece el mercado, pero se trata más bien de la historia que tiene, de su singularidad, perfección, placer estético, sensibilidad, etc. que transmite el autor. Hay obras de arte que despiertan en algunas personas unas emociones inusitadas y, sin embargo a otras, esas mismas obras, las deja en la indiferencia más anodina. El aspecto subjetivo que lleva consigo el arte y la belleza es determinante para valorar su relevancia en la justa medida. No obstante el arte nos sitúa frente a la belleza, lo cual hace abrir nuestros sentidos al descubrimiento de conceptos abstractos que definen en profundidad los intereses más elevados del espíritu humano. El arte sugiere la capacidad del hombre para acercarse a la idea de la perfección. Le sitúa en el lenguaje simbólico que le comunica con lo misterioso, lo transcendente, la religión. La imaginería es y ha sido fuente de devoción en el creyente. A través de la escultura ya sea de la figura humana u ornamental, el hombre ha representado los diferentes estados psicológicos, físicos y espirituales. La pintura también es una referencia para la contemplación de la belleza en el paisaje, en el rostro humano, en la mezcla de colores que identifica el espíritu y los sentimientos más entrañables del ser humano. No digamos nada de la importancia de la música, la danza, o la poesía como los medios más genuinos para expresar en toda su extensión los sentimientos más profundos de la persona. El hombre moderno, en cierta medida parece estar empeñado en ocultar la belleza. En la arquitectura observamos los edificios actuales que se caracterizan por líneas rectas, espacios decorados con un exceso de minimalismo, cargados de funcionalidad, fríos, anodinos. Si los comparamos con los edificios antiguos donde predominan las líneas curvas, nos daremos cuenta que la diferencia es enorme si compara con otras épocas ya pasadas. Columnas redondas y esbeltas, frisos, volutas, adornos por doquier. Actualmente todo está valorado por la economía, la utilidad. Cuesta concebir el gasto del dinero en cosas inútiles, carentes de utilidad, inservibles. Lo que sirve es lo más valioso y aquello que carece de provecho se desprecia sin compasión. ¿Nadie echa en falta el amor a la belleza? Se vive en la abundancia derrochadora que es capaz de dilapidar los recursos más básicos para la existencia de la humanidad y provocar grandes crisis a nivel económico y social. Sobre la cultura y el arte, la belleza parece estar escondida. Existe poca preocupación por salvar el gran tesoro del mundo: la belleza. ¿Dónde está quedando la pasión por la literatura, la pintura, la escultura, la oratoria, la búsqueda de la sabiduría que da sentido al futuro de cada persona? Lo importante y prioritario es pagar la hipoteca, no perder o encontrar el trabajo que proporciona el dinero necesario para vivir. Disponer de unos días de vacaciones al año para viajar de un lugar a otro, cuanto más lejano mejor, en las que otras personas te sirvan la comida, te faciliten un bienestar soñado durante una semana, quince días o tal vez un mes. Cambiar el automóvil por otro de una gama más alta. Esperar a que abran las puertas de los centros comerciales el día del gran acontecimiento informático que anuncia la salida de un nuevo modelo de iphone como muestra de que eres el paradigma de persona que está al día en las herramientas informáticas de última generación. Un petimetre obsesionado por seguir la moda. El hombre siente un deseo irrefrenable de conseguir cuantas más cosas mejor y al precio que sea devora cada una de ellas tragando el sinsentido del consumo. Y no será porque no haya evidencias de arte por todas partes. Basta echar una mirada a los museos repletos hasta la saciedad de las obras más espléndidas realizadas por los hombres. Se está intentando recoger la belleza y encerrarla en espacios para que se pueda contemplar. La belleza no se almacena. Se ha olvidado estimular los sentidos para que desarrollen la creación de esa misma belleza. Qué persona cuando contempla el lienzo de un pintor clásico se le eriza el pelo, no tanto por la calidad de la obra, que también es posible, sino por sentir en su propio ser la capacidad creadora de la humanidad de la cual él mismo se siente integrado plenamente. Se miran las cosas de forma individual y sólo se repara en el estado momentáneo, “este cuadro me gusta y este otro no”, pero no se percibe el sentido del alma creadora de la humanidad, la belleza, sin la cual esta vida puede aparecer como un absurdo. 

 De “Caminar a tientas”


domingo, 25 de enero de 2015

Verdad o mentira

La verdad es nombrar o hacer referencia a un hecho que se corresponde con la realidad. También es la correspondencia existente entre la idea y la fidelidad a esa idea. Pero muchas veces se usa el término para referirse a la honradez en el sentido de obrar con integridad.
La mentira es  una declaración falsa, de manera parcial o en su totalidad, con la finalidad de ocultar la verdad, con la misma graduación de intensidad parcial o total, ejercida en el engaño. Se puede engañar a la gente con expresiones especialmente genuinas o pintorescas y también se pueden generar mentiras resaltando parcialmente alguna de las partes de la verdad.
A mí me gusta simplificar las cosas al máximo. Como dice el refrán: “Al pan, pan y al vino, vino”. Las personas que van con la verdad por delante no necesitan de grandes frases para explicar la realidad. Ejemplo: “He metido el pie hasta el tobillo en un charco lleno de barro”. Todo el mundo sabe y se imagina la situación. También se puede expresar así: “No hay derecho a que por culpa de la mala gestión que hace el ayuntamiento, disminuyendo en el ejercicio actual la partida de mantenimiento de las infraestructuras de la ciudad, los ciudadanos como yo tengamos que soportar el mal estado de la mayoría de las calzadas, como la que yo transito con frecuencia. A consecuencia de observar el estruendoso sonido de un helicóptero que sobrevolaba encima de mi cabeza, he perdido el sentido de la orientación personal y he terminado extrayendo de un socavón, el pie lleno de barro. Hecho susceptible de denuncia  evidente o, por lo menos, la existencia de una falta de conciencia ciudadana al comprobar que paseaban otras personas junto a mí y fueron incapaces de alertarme sobre semejante peligro”. En este caso no se sabe si lo esencial es el ayuntamiento, el helicóptero o la solidaridad de los ciudadanos.
Pienso que la verdad es muy sencilla de explicar porque cualquier pieza que escojas del puzle siempre encajará en él. Sin embargo en la mentira el trabajo se complica cada vez más porque al tomar una pieza y tratar de encajarla en el puzle no coincide plenamente, con lo cual hay que fabricar nuevas piezas que disimulen el fallo. Y cuando se recoge el puzle y se mete en la caja resulta que, o bien faltan piezas, o bien sobran piezas que antes no estaban. “Antes se coge al mentiroso que a un cojo”.
De las personas que van con la verdad por delante te fías. Sabes que su fidelidad está en la transparencia de su ser. De las personas mentirosas no te fías, no sabes por dónde te van a salir, generan incertidumbre, no suelen cumplir lo que ofrecen y siempre tienen una mano escondida detrás de la espalda.

Quizás sea muy difícil conocer la verdad o la mentira en toda su amplitud. No creo que nadie pueda adjudicarse la potestad de ser el juez universal que dirime la verdad absoluta de la mentira absoluta. Pero tal vez sea más fácil entender que las personas basamos nuestra convivencia en el valor de la verdad. Porque este valor engendra confianza y a partir de ella el crecimiento personal, el bien-estar y el bien-ser se convierten en motores de desarrollo humano.