miércoles, 22 de octubre de 2014

Coherencia

Vivir con coherencia supone mantener una actitud positiva ante la vida. Sostener una actitud negativa ante la vida abocaría a la muerte. Si realmente se fuera coherente quien no cree en la vida en qué cree, si no es precisamente en la muerte. Creer en la bondad de las personas y favorecer las circunstancias que hagan de este mundo un lugar más humano. No hacer trampas a nadie, ni caer en la mentira, seas visto o no. Trabajar con honestidad, intentar hacer las cosas bien porque siempre puede haber alguien que podrá beneficiarse del trabajo bien realizado, es la manera más llana de acercarse a la verdadera coherencia. También exige ser benévolo con los defectos de los demás, especialmente si los comparamos con nuestros propios defectos. Es preciso mantener una manga ancha para saber comprender a quienes no actúan como quisiéramos y mantener una postura crítica con nosotros mismos para poder mejorar nuestras cualidades e ir abandonando los defectos personales. Dicho de esta forma quizás se pueda pensar que la coherencia es prácticamente la perfección. No es exactamente así pero encauza el camino que te lleva a ser mucho mejor de lo que crees.
De "Caminar a tientas"

martes, 21 de octubre de 2014

¿QUÉ MODELO DE ESCUELA QUEREMOS?


                Sin ánimo de manosear los conceptos fundamentales sobre la escuela, hoy más que nunca, se necesita nombrar las claves fundamentales que sustentan su razón de ser. Podemos decir sencillamente que la escuela se dedica a educar. Educar en su etimología latina “educere” se entiende como sacar a flote, extraer y también se puede comprender como “educare” o formar, instruir a las personas. En cualquier caso se trata de activar procesos complejos por medio de los cuales se transmiten valores, costumbres, formas de actuar, conocimientos. Con la intencionalidad de que las generaciones siguientes aprendan y desarrollen la cultura.
                La escuela puede poner el acento en el concepto “educere” tratando de sacar de cada persona lo más valioso que lleva dentro de su ser, para que desarrolle sus sentimientos, actitudes y comportamientos con toda su energía. Confiando en que la propia naturaleza humana tiende hacia lo positivo, hacia lo bueno y sea capaz de dejar a la humanidad un  legado mucho mejor que el que había heredado.
                Pero la escuela puede enfatizar el concepto de “educare”, es decir dar formación e instruir como enfoque principal de su tarea educativa. Posiblemente se pretenda conseguir la mejora de la humanidad, no me cabe la menor duda. Pero desde mi punto de vista no se confía en la bondad de la naturaleza humana y se impone la visión de quienes se otorgan la responsabilidad de instruir y dar la formación a quienes ellos consideran incapaces de adquirir su unívoca forma de pensar, sentir y actuar.
                Pienso que el primer enfoque, “educere” fundamenta los valores del respeto, el diálogo, la autoestima, la reflexión, la participación y el compromiso. Facilita la conformación de sociedades pluralistas y democráticas. Mientras que el segundo, “educare”, tiende a la imposición, obediencia, a la sumisión y el autoritarismo, caracterizado por las sociedades de pensamiento único y dictatoriales.
                Actualmente los gobiernos de los estados y, por consiguiente los responsables de las instituciones educativas, parecen estar más ocupados en controlar los procesos de instrucción y formación basados en el concepto de “educare” que en facilitar, a los individuos de la sociedad que gobiernan,  saquen a flote o extraigan, “educere”, sus verdaderas cualidades y aptitudes.

                ¿Qué modelo de escuela estamos fomentando? 

domingo, 19 de octubre de 2014

jueves, 16 de octubre de 2014

Hace más de 50 años...


La escuela era pequeña, tenía dos aulas y cada una de ellas presidida en el centro por una estufa de leña, con un tubo unido al techo por el que salía el humo. Durante los fríos inviernos era muy apreciada por alumnos y maestro. Encima de la pizarra estaba colgado el crucifijo y a la derecha del encerado el dibujo de un calendario con el día, mes y año en curso. Una veintena de pupitres con asientos abatibles de madera. En el centro y a la derecha de la mesa, sendos tinteros de porcelana insertados en unos agujeros destinados para ello. El maestro cada día encargaba a dos niños de llenarlos con tinta azul que previamente había preparado en una botella de relleno. Recordaba la tonadilla de las canciones que enseñaba Don Antonio para que todos los niños aprendieran la tabla de multiplicar. Una por una es una. Una por dos es dos.., El patio escolar no existía y era sustituido por la calle del pueblo. Durante el recreo daba tiempo de acercarse a casa, comer un pequeño bocadillo de salchichón  (¡qué rico le sabía!) y además jugar un partido de fútbol con sus compañeros. Las porterías estaban delimitadas con dos piedras gruesas en medio de la calle y cualquiera de la clase entraba en el equipo que menos gente tuviera. Algún pescozón repartía  el maestro cuando no se cumplía con los deberes estipulados, pero no se tomaban como castigos dañinos, sino como correcciones necesarias para la educación. David recordaba lo mucho que aprendió con aquel maestro. Le impactaba el afán que tenía por aprovechar todos los materiales escolares. Recogía los grandes carteles que anunciaban espectáculos y los recortaba en formato de folio para que los niños pudieran hacer las cuentas por la parte no escrita. De alguna manera se había adelantado a los tiempos actuales cuidando con el reciclado el medio ambiente.

De "El Mago Mangarín"

miércoles, 15 de octubre de 2014

AROMAS


Huele a monte
Huele a tala de pinos, leñador

Huele a prado
Huele a leche fresca, vaquero

Huele a mar
Huele a dolor de huesos, pescador

Huele a cuna
Huele a lindo bebé, mamá

Humo blanco y pan de leña
Verde prado, nata espesa
Pescado, sal, fina arena
Amor materno, paz serena.


Huele al amor