-Nacho, no sé para qué servimos los profesores. Fíjate en los alumnos de 1º E. –Se refiere a un grupo concreto.
-Podemos
dividirlo en los alumnos aplicados, los normales y los que tienen problemas. Si
dejáramos actuar a los dos primeros tipos de alumnos sin la orientación del
profesor, estoy convencido de que serían capaces de aprobar y seguir en el
curso siguiente sin necesidad de la intervención de ningún maestro. Sin embargo,
los alumnos con dificultades suspenden. Me pregunto si los profesores hacemos
algo en la escuela con este tipo de chavales.
-Hombre, no
seas tan drástico, Manuel. Tampoco es como lo dices.
-Pues,
¡explícamelo! Siempre coincide el número de suspensos con los alumnos que
tienen dificultades. En vez de poner todo el interés y los mejores recursos
sobre ese tipo de chavales, el sistema se encarga de desatenderlos. La
cantinela de algunos profesores es siempre la misma: “estos alumnos me han
llegado con un nivel muy bajo”; “con esa cuadrilla no se puede hacer nada”; “si
no vienen dispuestos a estudiar, para qué se matriculan”. ¿No lo ves así?
-Yo creo que
si el profesorado no hiciera su trabajo, ese grupo que calificas como alumnos
normales, posiblemente no saldrían adelante. Reconozco la existencia de un alto
índice de fracaso escolar. Es verdad. Pero la solución a lo que planteas no es
fácil y lo sabes.
-Ya. Pero,
si la educación no ayuda a los que tienen más dificultades y menos recursos a terminar
con éxito, ¿para qué sirve? Si a mí, don José Antonio, un maestro que tuve en
la enseñanza primaria, no hubiera creído en mis posibilidades y no hubiese
hablado con mis padres para que siguiera los estudios de bachillerato,
posiblemente yo estaría trabajando de peón en alguna obra de construcción. La
intervención providencial de ese maestro para mí fue un gran obsequio de la
escuela. Yo pienso que la educación debe ser un regalo de crecimiento para los
educandos. No una carrera de obstáculos en los que el alumno se vea incapaz de
superarlos y, por tanto, deba abandonar el sistema. Me revienta que nosotros
estemos colaborando con la estructura educativa actual, si ésta no ayuda a que
cada persona descubra sus propias posibilidades de crecimiento y ponga manos a
la obra para desarrollarlas hasta el límite que le permita su libertad. –Manuel
le insiste a Nacho en su pregunta esencial.
Fragmento del libro: "¿Para qué fui a la escuela?