martes, 12 de julio de 2016

La locura de vivir

                Los partidos políticos a lo suyo. Parece que sólo les gusta presionar la tecla del play y repetir, una y otra vez, la misma monserga que les ha escrito en una octavilla el dirigente de su organización. Son un poco cretinos y piensan que sólo con “su receta” salvarán al país. Las orejas les sirven para apoyar las monturas de gafas que apenas son capaces de soportar los cristales de “culo de vaso”. Total para seguir en su ceguera. No ven tres palmos más allá de sus narices.
                Para el pueblo, pan y circo. Con la Eurocopa se olvidan todos los males. La gente es capaz de llorar de alegría porque un futbolista de su selección nacional que ha metido un gol. Un gol que ha hecho a todo un país feliz. Demasiadas personas son capaces de justificar el fraude fiscal de un excelente jugador de fútbol, incluso se ve con buenos ojos que todo un club de fútbol propague una campaña dándole su apoyo, utilizando el mismo eslogan que el de un asesinado por un terrorista. ¡Nos hemos vuelto locos!
                ¿Dónde se encuentran esas personas que lideren esta sociedad des-estructurada y carente de un horizonte humanizado? ¿Quiénes son referentes del bien ser que se atrevan a separar lo esencial de lo accidental, el grano de la paja?
                Sin ánimo de que flote una visión catastrófica de la sociedad en la que vivimos, me gustaría dejar claro mi convicción de que existen muchos padres y madres, educadores, profesionales, artistas, científicos, escritores, y un largo etc. de personas, que con su voluntad de mejorar esta humanidad, intentan todos los días dejar un mundo mejor que el que se encontraron. A todas ellas dedico las lágrimas de mi alegría, en medio de esta locura de vivir. Como las hormigas, ellas son las que colaboran en soportar el peso de lo que realmente necesitamos.  

        



viernes, 8 de julio de 2016

"SUS SEÑORÍAS"

                Seguramente ya hayan recogido sus actas de diputados (no añado también diputadas porque entonces debería haber comenzado diciendo “sus señoríos” y puede evocar connotaciones peyorativas) que son los documentos que certifican sus cargos como tales porque han sido elegidos por una parte de la población. Pues a “sus señorías” me permito hacerles una consideraciones como ciudadano de a pie.
                ¿Tanto cuesta anteponer el bien común al bien del partido o a la conveniencia personal? Da la impresión de que la única idea válida es la generada por la oficialidad del partido. Sus señorías explican de manera generalista la conveniencia de ponerse de acuerdo con el resto de partidos y de manera partidista su negativa a concretarlo. No creo que sus mentes aguanten tanto nivel de esquizofrenia. Si les digo la verdad, se parecen más a los perritos falderos pendientes en todo momento de su amo que a las auténticas personas libres buscando soluciones para mejorar la situación de sus representados. Esta actitud simplemente se explica porque parecen estar demasiado pendientes del premio de su líder. No vaya a ser que en el reparto de los puestos les dejen sentaditos en el suelo.
                ¿Podrían dejar de descalificar al adversario político y ofrecer alternativas comunes que recojan las mejores soluciones para la mayoría de la sociedad? Me da la impresión que debe ser bastante más difícil construir propuestas que criticar. Pero no se les olvide que han sido especialmente elegidos para lo primero y no exclusivamente para lo segundo.

                Si desconocen los significados de humildad y servicio podrían consultarlos. Les vendría muy bien. El primero, la humildad como actitud (que no hace ostentación de sus virtudes) y el segundo el servicio como tarea (trabajo que se hace especialmente para otra persona). 

jueves, 30 de junio de 2016

Docentes y vacaciones.

                Hoy es un gran día para vosotros y vosotras. ¡Por fin llegan las vacaciones! Atrás queda la pizarra borrada un sinfín de veces, los nombres de vuestros chicos y chicas impresos en la memoria diaria, las horas empleadas en preparar las clases, las reuniones, las entrevistas, los trabajos corregidos, el repaso a los exámenes para arrancar las décimas que faltan para sacar adelante la recuperación necesaria e infundir el ánimo en el estudio.
                Hoy es un buen momento para enchufar el cargador de las pilas educativas y dejarlo conectado hasta septiembre. Tomar nuevas fuerzas, dejar que la arena de la playa filtre los cansancios y la mar equilibre la tensión que tantas veces se ha disparado a lo largo del curso.
                Es momento de descansar, de leer aquellos libros aparcados que han esperado su turno, de felicitarse por el trabajo bien hecho y desear lo mejor a quienes han sido vuestra vida durante un intenso curso.
                Ahí va mi agradecimiento por vuestra tarea educativa. Ya sé que el resultado de vuestros esfuerzos es intangible, no se puede tocar. No se puede demostrar el fruto del ejercicio de vuestra profesionalidad. Tal vez con el paso del tiempo alguien reconozca vuestra tarea porque recuerde que tú, maestro, profesora o docente, fuiste quien despertaste las ganas de superación personal y desde entonces una persona más comenzó a crecer y ser lo que siempre había deseado. ¿Te parece poco?
                Por ello creo que los que dedicáis vuestra vida a la educación os merecéis un buen descanso, de verdad. Así, cuando llegue septiembre, los nuevos alumnos y alumnas que pisen vuestras aulas se encontrarán con personas dedicadas e ilusionadas con toda la fuerza del mundo.
                ¡Feliz verano!



miércoles, 22 de junio de 2016

Felicidad vs. violencia

         -Yo dedicaría toda la enseñanza a ser feliz. ¡Qué importa más que esto! Yo quiero ser feliz y toda mi vida la he pasado buscando lo que me hacía acercarme con más fuerza a la vivencia de ese estado. Las personas siempre se quejan cuando no son felices de verdad. Los padres están pendientes de sus hijos con la única misión de enseñarles a ser felices. Les educan con esa única finalidad. Sin embargo, esta sociedad nos está inculcando el dinero como valor supremo y el poder como la herramienta más útil. Y ahí están los resultados. Vivimos enajenados, pendientes de conseguir más para escalar en la pendiente del tener hasta la cima del sinsentido. Encerramos a los niños en las guarderías, en las escuelas, en los centros deportivos, en la vorágine de las actividades múltiples… con la finalidad de disponer de más tiempo para trabajar y ganar más  dinero. Y, así pagar unos días de vacaciones en verano. Comprar un modelo de automóvil mejor y con más potencia que el que tenemos. Viajar lo más lejos posible. Cambiar de casa a otra mucho más confortable. La felicidad se nos escurre entre los dedos como la mantequilla en la sartén ardiente.

         El modelo educativo ha asumido esta dinámica de pensamiento como ideal de vida. Algunos me discutirán que ello es falso. Que en la escuela se enseña a buscar la felicidad, a cuidar el medio ambiente, a querer a los animales e incluso a las personas. Estoy de acuerdo que lo intentan muchos educadores y educadoras. Pero los resultados en la realidad se muestran tozudos hasta la saciedad. El trabajo es el trabajo y ahí está justificado despreciar a la persona, si llegara el caso. Cuando es necesario se apela con la ley en la mano. En pro de los beneficios económicos de una sociedad, se pospone la dignidad de los seres humanos, de los niños, de los inmigrantes. Nos hemos vuelto individualistas con nuestra propiedad privada y socialistas con la propiedad pública. Exigimos la solidaridad de los estados y negamos el saludo al vecino. Vivimos un mundo saturado de injusticia. Ello es así, en buena parte, porque los adultos estamos educando en la injusticia, a veces sin darnos cuenta.


      Existe demasiada violencia porque los niños aprenden de los mayores, no sus teorías sobre la paz, sino sus ejemplos de agresividad. Les pedimos a los más pequeños que se comporten con educación, mientras nosotros nos comportamos como verdaderas acémilas –con perdón de dicha especie-, en algo tendremos parte de responsabilidad los educadores. Decimos unas cosas y hacemos otras y esto nadie lo quiere entender.
Fragmento de mi libro: "¿Para qué fui a la escuela?"

miércoles, 15 de junio de 2016

Palabras al corazón

Aquí dejo derramadas mis palabras.
Envueltas en esta red cibernética
tejida de filiformes y débiles nudos.

Ahí siembro mis pensamientos.
Porque sí. Soñando lazos imposibles.
Sembrando granos de pequeñas esperanzas.

Así se transforma el corazón
con pequeños gestos de cercanía
que toquen el fondo del bien ser.

Acá no espero la vuelta que deseo.
Una señal apenas dibujada
de esa luz impregnada de calidez.

Allá florecen los diminutos brotes
de un sentimiento común,
escondidos aún en la dura apariencia.

Espero siempre, el bien tapado,
la mente liberada de sus propios barrotes,
y al ruiseñor llenando las tardes de verano.