martes, 11 de noviembre de 2014

Autoestima

La consciencia de las cualidades personales es fundamental para reconocernos tal y como somos. Si sabemos las potencialidades personales haremos todo lo posible por desarrollarlas y ponerlas en acción. La coherencia nos impulsa a que realicemos todo lo que haga falta para mejorar sin medida la tarea de nuestras responsabilidades. La mejora continua en las pequeñas cosas influye de manera decisiva en los grandes proyectos. Cualquier contratiempo o dificultad se puede convertir en una oportunidad de mejora. Las personas que se caracterizan por el cumplimiento de sus compromisos son fiables. Normalmente suelen estar muy ocupadas pero son las que mejor responden a lo que han prometido.
Yo suelo decir con frecuencia que si quieres pedir algo que necesites hacer, encárgaselo a personas ocupadas y comprometidas, seguramente ellas van a responder con los hechos. Si haces la encomienda a personas desocupadas casi seguro que tu encargo quedará sin respuesta. Cuando alguien coherente te dice que puede llevar a cabo una acción la realizará y su compromiso se habrá convertido en realidad en el tiempo determinado. Pero cuando la persona no es coherente, por no quedar mal con los demás, se comprometerá en un primer instante pero cuando se llegue a comprobar el resultado de su tarea justificará con cualquier excusa que no ha podido realizarlo.
De “Caminar a tientas”
Rafa Roldán



lunes, 10 de noviembre de 2014

LA ESCUELA CATÓLICA


            La escuela católica cuenta en sus fines la promoción de los valores cristianos.  Además de la formación integral de la persona, de la atención a los desfavorecidos, del diálogo, etc.
Se dedica a enseñar los mismos contenidos  los mismos programas que la escuela privada y la pública.
Sus profesores son personas que su profesión es más o menos vocacional y al igual que la mayoría del profesorado recibe su salario por ejercer la docencia. Imagino que impartirán sus clases con calidad, atenderán a las familias con respeto, participarán en los consejos escolares, buscarán la formación integral de su alumnado, etc. De la misma forma que lo hace el profesorado de las escuelas públicas o privadas. ¿Dónde se encuentra el marchamo que les diferencia del resto de profesorado, en que son católicos? Me asalta una gran duda. He oído alguna respuesta a esa pregunta en la línea de respeto al ideario del centro, pero me había creído que el respeto se da  por supuesto en una cultura democrática.
Supongo que el carácter católico no se medirá por las misas que realicen en el centro, las confesiones de su personal, los rezos al comienzo y finalización de las clases o la afinidad de pensamiento con la dirección del colegio. O tal vez sea porque el representante de la institución educativa es un cura o alguien nombrado por el obispo del lugar. O porque la mayoría del profesorado pertenece a una orden religiosa. Habrá algo más, digo yo.
La pertenencia a una estructura eclesial, les incluye unas directrices de adoctrinamiento sobre sus alumnos para que libremente acojan la opción de la fe cristiana.
Pero sigo insistiendo en el nombre, escuela, como la parte fundamental de su tarea. El apellido, católica, no deja de ser un posicionamiento que pretende inclinar a sus educandos hacia una determinada opción de vida. Lo mismo que podríamos decir sobre los enfoques  religiosos  o partidistas, por ejemplo, de la escuela islámica, budista, socialista, liberal, etc..
¿Pero no corresponde a la persona con su capacidad de elegir, cuando es adulta, tomar la opción de vida que más le interese? ¿Por qué siempre aparecen partidarios de enfocar la educación de los niños y jóvenes hacia una determinada cultura, religión o ideología?  


viernes, 7 de noviembre de 2014

Sentido común

Nos hemos vuelto locos. Se ha perdido el sentido común. Si analizamos algunas de las bases que sustentan toda sociedad como son la sanidad o la justicia observaremos con qué facilidad se está perdiendo.

            En sanidad hay que utilizar los recursos sanitarios sin despilfarro, de acuerdo. Pero eso no significa que disminuyendo personal y atención al paciente se mejore el servicio de salud. Cuando los médicos y técnicos sanitarios no pueden dar más de sí porque no llegan a todo el trabajo que tienen, se ralentiza y perjudica la atención al paciente. Si se suprimen camas, se pierde capacidad de hospitalización. Si se carecen de quirófanos las operaciones se demoran en demasía. ¿Cuál es el resultado? Pues el que tiene pelas se contrata un seguro médico o se paga la atención que la seguridad social no le proporciona. Paga al mismo médico que le atiende en la seguridad social, pero ahora lo hace en la clínica privada donde trabaja. Allí le realiza la operación que necesita o se le suministra el tratamiento para su enfermedad. Y el que no tiene dinero, se aguanta o se muere esperando que le pongan una crucecita en la lista de espera. El sentido común dice que por culpa de unos pocos incompetentes que no administran la sanidad pública como se debiera, pagan los platos rotos las personas con menos recursos económicos, que son las que realmente se quedan sin atender. Curiosamente siempre se privatiza la riqueza, las ventajas para unos pocos y se hacen públicos los gastos, es decir las desventajas para la mayoría.
En la justicia también falta  ese sentido común. El pobre infeliz que ha robado cuatro herramientas de trabajo y unos miles de euros, a los dos días lo tienes en la cárcel. Hasta aquí parece justo. Pero si en vez de robar miles de euros roba millones, puede estar tranquilo. Con ese dinero contrata a los mejores abogados, dilata los juicios, encuentra las rendijas de la justicia para salirse por un lado. Incluso se puede permitir el lujo de pagar esa fianza que es calderilla si se compara con el montante de lo que ha robado. Los altos magistrados son capaces de afirmar que la justicia está preparada para “los roba gallinas”. Es decir que no puede responder a los macro sinvergüenzas. Nos hemos vuelto locos. Vaya justicia de mierda. Eso, ¿no es perder el sentido común?