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martes, 7 de octubre de 2014

Hablemos claro

Hablemos claro


Los pañales y los políticos han de cambiarse a menudo… y por los mismos motivos. (Sir George Bernard Shasw, Premio Nobel de literatura en 1925).  ¡Qué razón tenía!
Yo ampliaría el alcance a todos los que ejercen alguna responsabilidad sobre personas y especialmente a quienes gestionan o utilizan los recursos económicos de otros. Hablemos claro: a jefes y jefecillos, a quienes les ponen una gorra y se creen los amos del mundo, a quienes prefieren usar la lengua para lamer el culo al inmediato superior y mantener su status, en vez de activarla para pronunciar la verdad donde haga falta. Más preocupados por la mejora de sus bienes que por el bien común.
La autoproclamación de salvador les confiere la seguridad de creerse sus propias mentiras y desde esa atalaya contemplan como todo el mundo se equivoca y camina en sentido contrario al suyo. Su razón les acompaña y es su mejor consejera. La soledad se convierte en su amiga preferida y los razonamientos maquiavélicos, el tratado de lectura a consultar en su mesilla de noche.
No se les puede preguntar absolutamente nada, porque cuestionar sus actuaciones es un delito en sí mismo. Los dictadores sólo admiten la sumisión de quienes están a su servicio. Sus argumentos se basan en la amenaza de una destrucción generalizada que, gracias a su intervención divina, no se va a producir mientras ellos graviten en el cielo. A ellos todo honor y toda gloria. Amén.

Esta es la esclavitud no reconocida del siglo XXI. Dejar hacer, pensar que ya vendrán mejores tiempos. Delegar en los demás la voluntad propia y así se evitan los errores personales. Creer que el de al lado tiene más información, más conocimiento, más fe, más capacidad, más… que nosotros mismos. Así se escurren por nuestras manos la capacidad de construir un mundo más humano. Donde la justicia no se administra en función del nombre de pila y la ética es la característica que define el respeto que se debe a todas las personas.  

domingo, 28 de septiembre de 2014

Acera, carril, calzada

Acera, carril, calzada
El peatón. Le gusta pasear por las aceras de las calles. Tranquilamente, mirando los escaparates o  hablando con la pareja. Y le molesta que pasen las bicicletas a medio metro, cualquier día le dan un porrazo. ¿Por qué tiene que aguantar esta inseguridad?
El ciclista: Le gusta rodar con la bicicleta por la ciudad. No quiere correr, desea disfrutar de sus calles. Le da igual circular por las aceras o por la calzada. Le molesta que pasen los coches a medio metro, cualquier día le atropellan. ¿Por qué tiene que estar pendiente de los peatones y sobre todo de los coches?
El automovilista: Le gusta desplazarse de un lugar a otro de la ciudad sin perder el tiempo. No quiere pasar frío, ni soportar el fuerte cierzo de esta tierra. Pero no puede hacerlo porque delante de él van ciclistas que circulan con lentitud. ¿Por qué tiene que soportar esta situación?
El contribuyente: Le gusta que los peatones puedan pasear por las aceras, los ciclistas por carriles seguros y los automovilistas en calzadas adecuadas. ¿Dónde hay algún gobernante que pueda entenderlo?

El Ayuntamiento de Zaragoza parece que lo tiene clarísimo. 

martes, 16 de septiembre de 2014

¿Noticia?

¿Noticia?
Rojo, negro.
Rojo el color del sayo.
Negro el pasamontañas.

Grana.
Grana el mal en su escondrijo.
Oscura vive la noche en su morada.

De rodillas.
Prisionero en la tierra seca.
Esperando la muerte frente a cámara.

En pie.
El verdugo matarife,
con la hoja del cuchillo afilada.

Roja.             
Roja la sangre derramada.
Negra, la amenaza proclamada.

Sentado,
frente al televisor, avergonzado
por la noticia, maniatado.

¿Noticia?
No es inculcar la angustia y el miedo.
Ni desgarrar la dignidad.

Noticia.
Es mostrar la inteligencia humana.
Es gritar el bien de la justicia.



Rafael Roldán

miércoles, 30 de julio de 2014

La cantidad importa

LA CANTIDAD IMPORTA

            Vivimos en tiempos donde nos hemos acostumbrado a las noticias de corrupción. Parece ser que cuanto más alto es el nivel de corrupción más se protege al corrupto. Echemos un ojo al futbolista de oro defraudando a hacienda, al fundador de la autonomía que encima da clases de ética que no paga al fisco y se lleva el dinero de sus conciudadanos a sus cuentas familiares, a un expresidente de una comunidad mostrado como ejemplo de gestión por el actual presidente de gobierno entrando en la cárcel, a las organizaciones sindicales y empresariales robando dinero destinado a la formación, a sus “supuestamente defendidos”. Al rey actual prohibiendo que la familia real no se meta en empresas privadas para que no les pase lo mismo que a su cuñado. Y tantos otros…
            El mal uso del dinero se puede justificar hasta lo indecible, especialmente por aquellos que se benefician o lo hicieron anteriormente con las actuaciones del corrupto. Porque la cantidad sí que importa.

            Los valores, los principios, los códigos éticos siempre se refieren a la calidad de las acciones. Y de estas cosas sólo se habla para quedar bien ante los demás y conmover el corazón de la gente de bien. Las construcciones seguras se cimentan sobre suelo sólido y no sobre la arena de la playa que el mar se encargará de diluir en sus aguas. Al fin y al cabo las obras duraderas siempre dependen de la calidad de sus fundamentos.