Se cuenta, se
dice que en China un virus real –por lo de corona- está acampando a sus anchas
entre la población. Parece ser una especie de gripe muy contagiosa que solo
afecta a las personas mayores. ¡Vamos! Afectar en el sentido más fuerte. Se van
al otro barrio. Para el resto de la población, pues nada, un resfriadillo del
tres al cuarto. Al mismo tiempo están construyendo a toda máquina hospitales
para tratar al dicho virus, mejor dicho, a las personas que lo padecen. El
médico chino que destapó la pandemia falleció. ¡Qué casualidad! Todo un héroe.
A miles de chinos se les obliga a pasar cuarentena. ¡Qué digo miles, millones! ¡Aquí
no se mueve nadie! Lo ordena la autoridad dictatorial del régimen. ¡Menos mal!
Porque es una de las pocas ventajas de los regímenes no democráticos. Ya se
está difundiendo la noticia de que el número de muertos y contagiados en China
va disminuyendo. Todo un alivio.
En Europa y el
resto del mundo ya se está contagiando del coronavirus, cada país a un ritmo
diferente. Y aquí es donde me encuentro con infinidad de dudas. Si el bicho ese
es tan malo malísimo, por qué no se hace todo lo posible, cueste lo que cueste,
para ganarle la batalla. Creo que no me he enterado bien del tema. Los sesudos
dirigentes científicos y los responsables del gobierno, afirman que hay que
guardar un equilibrio entre el pánico que se puede generar en la población y
las consecuencias económicas de determinadas decisiones. Y para aclararme, me
ponen ejemplos prácticos. Nada de aglomeraciones de personas en eventos.
Partidos de baloncesto, o fútbol a puerta cerrada. Carreras de maratón no, que
pueden venir de fuera y contagiar a los oriundos. Manifestaciones sí, todos
juntitos. Controlar a los que viajan en avión, no. Quienes se acercan a una
sala de espera de un hospital, tampoco. Los policías que vigilan la entrada de
los hospitales van con mascarilla. Las autoridades dicen que las mascarillas
solo las deben llevar quienes portan el virus y el personal sanitario. Como
conclusión final: hay que lavarse las manos las veinticuatro horas del día,
para prevenir. No pasa nada.
Bueno, un
pequeño detalle se me olvidaba. ¿Tendrá algo que ver el coronavirus con la
bajada bestial de las cotizaciones de la bolsa en todo el mundo? Muchas
empresas carecen de suministros para seguir fabricando sus productos. El
petróleo baja su producción, se fomenta el trabajo desde el domicilio familiar,
algunos colegios cierran las puertas durante una temporada. No puedes comprar
una mascarilla en una farmacia, etc… Pero… no pasa nada. Si se nota algún
síntoma parecido a la gripe, tienes fiebre, pues llamas a un teléfono
específico para realizar esas consultas. No puedes hablar con nadie porque el
teléfono, está saturado de llamadas. También puedes llamar al 112 o al 061. Te
recomendarán que no salgas de casa, que te irán a ver. Todo el mundo tiene que
estar tranquilo. ¡Que no cunda el pánico!
Gracias,
muchas gracias por la información, excelentísimos gobernantes. Ahora ya sé qué
es lo que tengo que hacer. Si soy creyente en alguna religión, rezo. Y si no,
espero a las resultas de lo que el destino me tiene preparado.