lunes, 19 de noviembre de 2018

De tarde en tarde


            De tarde en tarde. Cuando la luz baja a las sombras. La tierra recoge los irisados rayos del sol. Se los guarda. Guarda tanta brillantez en sus entrañas que devuelve en vómito lo que nunca quiso.  ¡Basta de esperar a que amanezca! Siempre amanece cuando llega la visita del alba. Pero nadie la espera, nadie la quiere realmente. Solo exprime las primeras luces para fundirlas en el agujero negro de los ideales ajenos.

Se han quedado sentadas las rosas en los balcones del paraíso. Las malvas abrazadas a verdes. Las amapolas distraídas en su juego enamoradizo. Perdida en los caminos se reúne la ontina, amarilla. Más amarilla que el oro en su verde sofá. El viento la mece despacio, muy lentamente, engañando a la tarde. 

Lágrimas escondidas en la duda. Siempre presente. Nunca deseada. Consciente de la inminente noche que se acerca por el camino desconocido. Y, en cada segundo, se retrasa un poco las manecillas del reloj. La saeta se echa a correr, de nuevo. Coge mucha más velocidad que antes, marcando el paso militar, un, dos, un, dos.

Las nubes se han asomado al abismo. Pero ellas no tienen vértigo. Están presentes en los cielos de cada mundo. Grises, a veces, azules. Algodones caprichosos de la fantasía blanca. Dulces amargos, en las esperas del parto de su panza. Allá van. Vienen en lontananza. Están aquí, ya. Presagio de tormentas. Anuncios de esa tierra húmeda, ansiosa de la gorda gota que rompe el terrón de gea, petricor. La ciudad se enfada, expele sus flatulencias, en secreto. Nunca llueve a gusto de todos. Hablar por hablar.

De tarde en tarde, la consciencia de la vida, llama. Una bofetada al sopor de la rutina. Un corte de sable a la línea de vida. Debajo está el abismo. Y te llama a gritos. Solo quieres despertar, despertar inmediatamente, antes de que sea demasiado tarde. O sea la tarde quien te atrape en su nube etérea. Tienes miedo de que te engulla en su enorme barriga, esa que flota en los cielos. Cielos verdes, rojos, violetas, como los deseos del alma.



sábado, 22 de septiembre de 2018

Si tú supieras


Si tú supieras que el sol se apagará mañana
y la luna no vendrá esta noche a visitar tus sueños.

Si tú supieras el final de las horas marcadas
en el reloj vital que te regaló el destino al azar.

Si tú supieras aceptar el último beso
de esos labios rosados apresados a tu boca.

Si tú supieras nombrar el último número,
consciente de que no es infinito, sino el finito.

Si tú supieras rezar como un santo
y las preces cayeran al abismo del sinsentido.

Si tú supieras escuchar la noticia,
jamás esperada y eternamente conocida, sobre ti mismo.

Si tú supieras tanto como todos los dioses juntos
y, a pesar de ello, te aferraras a la negación.

Si tú supieras dejar de suponer.
Si tú supieras, si tú, si…

viernes, 7 de septiembre de 2018

Tertulia televisiva


            Conectas o “conectos” el televisor o “televisora” y aparecen en la pantalla o el “pantallo”: un moderador o una moderadora, dos tertulianos o tertulianas a la derecha o al derecho del presentador o presentadora y otras dos tertulianas, tertulianos o lo que sean –que ya me canso de utilizar el lenguaje o lenguajo sexista o sexisto- a la izquierda. Por especificar un poco más, cuando he introducido el término relacionado con tertulia, me he referido a una reunión de varias personas discutiendo o dialogando sobre un tema, en el cual el moderador da la palabra a quienes quieren intervenir.
            El tema me pareció interesante y puse toda la atención en escuchar lo que allí se debatía. ¡Incauto de mí! Esperaba oír frases completas en las opiniones de los participantes. Fue imposible. Primero me pregunté ¿por qué el moderador no ejercía su función de moderar? Después, ¿por qué todos y cada uno de los tertulianos, no escuchaban y esperaban su turno? Aún estoy intentando descifrar la causa.
            En mi primera observación deduje que estaban representando un sainete sobre los gallineros. Casi llegué a identificar al gallo y la raza de las gallinas. El gallo se distinguía con un kikirikí entonado al mismo tiempo que intervenía una o varias gallinas. ¡Kikirikí, cocoricó, kikirikí, cocoricó…!
Se supone que los medios de comunicación seleccionan a sus comunicadores, por decir algo. Allí cada uno soltaba su consigna. Y la repetía y la volvía a repetir. Por lo visto, eso se ve con nitidez, cada tertuliano estaba cobrando por el número de veces que publicaba el mensaje de su pagador. Los argumentos fundamentados brillaban por su ausencia. Lo más “razonable” que escuché fue por parte del moderador: “Si hablamos al mismo tiempo la audiencia no se entera”. Pero a continuación, kikirikí, cocoricó. Porque lo que realmente importa es el espectáculo, el aumento de audiencia y hacer caja, mejorando resultados económicos del grupo de comunicación.
Este tipo de tertulia televisiva es el mejor exponente de la sociedad que estamos conformando. No escuchar a quien esté al lado. No respetar lo que piense. Interrumpir su participación con la finalidad de hacerle ver que él es inferior, que sus ideas no son válidas. Obedecer al que paga para tener un dinerito más en el bolsillo. Echar los principios y valores a la papelera. Defender una cosa y la contraria. Así, poco a poco, va calando en la ciudadanía que todo es relativo y discutible. Los gallos con su kikirikí y las gallinas con su cocoricó “trabajan” de loritos por un plato de lentejas. Al fin y al cabo, prefieren meterse los principios por sus bajos fondos que ser rigurosos con la información, venga de donde venga.   

sábado, 4 de agosto de 2018

Vacaciones del profesorado


Atrás queda la pizarra borrada un sinfín de veces, los nombres de chicos y chicas impresos en la memoria diaria, las horas empleadas en preparar las clases, las reuniones, las entrevistas, los trabajos corregidos, el repaso a los exámenes para evitar equivocaciones, las palabras de ánimo, las reuniones con los colegas, los claustros.

¡Por fin llegaron las vacaciones!

Es una época ideal para enchufar el cargador de las pilas educativas y dejarlo conectado hasta septiembre. Tomar nuevas fuerzas, dejar que la arena de la playa filtre los cansancios y la mar equilibre la tensión que, tantas veces, se ha disparado a lo largo del curso.

Es buen momento para descansar, leer aquellos libros aparcados que han esperado su turno, felicitarse por el trabajo bien hecho y desear lo mejor a quienes han sido el centro de la tarea durante un intenso curso.

         Es tiempo de reconocer la labor educativa del profesorado. El resultado de su dedicación y profesionalidad suele ser intangible en la mayoría de los casos. Pero no por ello deja de ser relevante para la historia personal de los educandos. A veces, la impronta que el profesorado ha dejado en su alumnado, sólo es evidente con el paso de los años.

Tal vez, con el paso del tiempo, alguien les reconozca la estupenda labor realizada y se les recuerde porque fueron las personas que despertaron las ganas de superación y crecimiento personal.

Quienes se dedican a la educación también se merecen un buen descanso, de verdad. Así, cuando llegue septiembre, los nuevos alumnos y alumnas que pisen sus aulas se encontrarán con personas dedicadas e ilusionadas. Con la frescura y toda la fuerza del mundo para transmitir los conocimientos y valores que ayuden a configurar una humanidad mucho mejor que la que se han encontrado.

                ¡Feliz verano!

Moncayo-estanque



sábado, 9 de junio de 2018

TINTA Y TIEMPO. Acto de presentación del libro.


Si no disponéis del tiempo para visualizar el vídeo, no pasa nada. Leer el libro Tinta y tiempo. Son retazos de vida derramados con tinta, sobre el papel de la vida.


· 
Las palabras de Ángel Pérez Giménez en la presentación del libro. Merece la pena disfrutarlas. Gracias Ángel, de corazón.

viernes, 8 de junio de 2018

Acto presentación TINTA Y TIEMPO




¡Una gozada! Ayer, en la presentación de mi libro TINTA Y TIEMPO, Ángel Pérez Giménez nos hizo pasar un rato buenísimo. Nos reímos,nos hizo pensar y además nos tocó el corazón. Alegría y poesía, besos, versos y abrazos. Un placer para los sentidos. Muchas gracias a quienes nos acompañasteis. Muchas gracias porque formáis parte importante de nuestra vida. Millones de besos y abrazos.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Presentación del libro TINTA Y TIEMPO

Una ocasión para juntarnos. 
Para disfrutar de la palabra, del abrazo, de los versos y de los besos.


         Tinta y tiempo, palabras escritas con tinta y derramadas sobre un papel en blanco, son evidencias de las historias vividas en el corazón. El tiempo es testigo silente de la emociones, del dolor y del amor. Los versos, besos. Los poemas denuncias encaradas o caricias del alma. La sensibilidad, la ternura, el viento o la mirada, un rumor de tanta felicidad hurgada.

miércoles, 11 de abril de 2018

Enseñar a ser feliz


         Me gustaría comenzar de nuevo mi etapa de profesor para enseñar a mis alumnos a desaprender lo que se da por supuesto que es lo que hay que saber. 

      El aprendizaje es necesario para adquirir las destrezas más elementales. Claro. Hay que aprender a comer solos. ¿Qué pasaría si tuviéramos la veintena de años cumplidos y la mamá todavía tuviera que darnos la papilla, cortarnos los filetes de carne y acercarnos el vaso para beber agua? Difícil de imaginar, ¿verdad? Está claro que conviene saber las operaciones básicas, sumar, restar, multiplicar y dividir. Hay que alfabetizarse y si es posible doctorarse, por supuesto. 

   Pero sobre todo hay que “ser  y ser feliz”. ¿Qué educador se dedica a ello con todas sus energías?

    Enseñar a desaprender la competitividad como elemento que fomenta la exclusión de alguien en beneficio personal. Enseñar que el fin no justifica los medios y el respeto a mis semejantes en el camino es más importante que la meta de llegada. Enseñar a disfrutar de las cualidades personales y ponerlas al servicio de los demás. 

   Enseñar a no ser como el resto del mundo, sino a desarrollar las propias capacidades como aportación genuina a la sociedad. Enseñar la ética que supera la justicia y la coherencia que concilia la libertad con la responsabilidad.


De mi último libro: "¿Para qué fui a la escuela?"
https://www.youtube.com/watch?v=UXQYEBWPAaA

lunes, 9 de abril de 2018

Hijos felices


         Yo dedicaría toda la enseñanza a ser feliz. ¡Qué importa más que ésto! Yo quiero ser feliz y toda mi vida la he pasado buscando lo que me hacía acercarme con más fuerza a la vivencia de ese estado. 

       Las personas siempre se quejan cuando no son felices de verdad. Los padres están pendientes de sus hijos con la única misión de enseñarles a ser felices. Les educan con esa única finalidad. 

        Sin embargo, esta sociedad nos está inculcando el dinero como valor supremo y el poder como la herramienta más útil. Y ahí están los resultados. 

      Vivimos enajenados, pendientes de conseguir más para escalar en la pendiente del tener hasta la cima del sinsentido. Encerramos a los niños en las guarderías, en las escuelas, en los centros deportivos, en la vorágine de las actividades múltiples… con la finalidad de disponer de más tiempo para trabajar y ganar más  dinero. Y, así pagar unos días de vacaciones en verano. Comprar un modelo de automóvil mejor y con más potencia que el que tenemos. Viajar lo más lejos posible. Cambiar de casa a otra mucho más confortable.

       La felicidad se nos escurre entre los dedos como la mantequilla en la sartén ardiente.

De mi último libro: "¿Para qué fui a la escuela?"
https://www.youtube.com/watch?v=UXQYEBWPAaA