domingo, 31 de diciembre de 2017

12 UVAS

                Las 12 uvas de la suerte. Esa suerte que queremos disfrutar a todas las horas. Como si todo dependiese de ella. Esperamos al fin del año para realizar la gran ceremonia de pedir los mejores deseos para el año que viene. Frente a un televisor o en la plaza de cualquier ciudad, delante de un reloj que dé las campanadas. Exactamente doce. Como los doce acasos que quizás se produzcan en el año entrante, uno por mes, uno por intención, uno por expectativa. No nos ha tocado la lotería y ya nos conformamos con la salud. Pero somos pertinaces, si no hemos sido agraciados con el dinero, pues decimos que la salud es lo principal. A partir de ahora a por más. Ponemos nuestras esperanzas en comernos, a golpe de badajo, una uva en cada campanada. Y con eso, casi tenemos garantizada la estrella. Hay que seguir el ritual porque si no, ya tenemos la excusa perfecta para pensar  que la causa es no haber creído en él. Se acompaña de un cava, o cualquier bebida alcohólica y besos para todos y abrazos que jamás te atreverías a dar cualquier día del año.

                Las 12 uvas dan permiso para el desmadre generalizado. Para encasquetarse un gorrito y unas gafas de payaso. Tirar confetis, beber, gritar, saltar y bailar hasta que el cuerpo aguante. Terminar la noche en alguna churrería tomando chocolate con churros antes de meterse en la cama. Despertar lo más tarde posible para volver a reconocer que las fiestas se terminan. Que todo vuelve a la rutina diaria. Que ya se han olvidado prácticamente todos los deseos. De la celebración del año nuevo quizás quede algún recuerdo todavía, gracias a los pequeños trozos de turrón que terminan encajados en algún aparador de un armario. Pero de las uvas, ni rastro y de la suerte, ni se sabe, ni se la espera.   

martes, 26 de diciembre de 2017

Te regalo mi tiempo

He venido a verte,
a contarte un cuento,
a perder el tiempo,
sin mostrar quererte.

Porque sí, sin motivos.
Nada más, no hay razón
y tampoco desazón,
tal vez, algunos mimos.

Te regalo mi oro,
es crono mensajero
del mundo pasajero,
a precio de tesoro.

Envuelto, engalanado
de simple presencia,
escucha y paciencia,
silencio abandonado.

En bolsa de papiro,
con mis letras escrito
versos de tu hálito
que yo mismo respiro.

El tiempo que valoras
no se vende, se siente.
Es ausente presente,
dádiva  de mis horas.





viernes, 22 de diciembre de 2017

VIDA CON SENTIDO: Te desearía una Feliz Navidad

VIDA CON SENTIDO: Te desearía una Feliz Navidad: Te desearía una Feliz Navidad y un próspero año 2018 pero me suena a tópico y cumplido. Por eso te deseo que hoy seas feliz, sin más. En ...

Que hoy seas feliz


    Se acercan días entrañables para la familia. Momentos de recuerdos, de vivencias difícilmente olvidables. Entramos en el mes de diciembre y con este mes invernal llega la celebración de la Navidad. 
    Por ello, te desearía una Feliz Navidad y un próspero año pero me suena a tópico y cumplido. Te deseo que hoy seas feliz, sin más. En este momento tienes la posibilidad de alegrarte de la vida, de reconocer a tus personas queridas como lo mejor que jamás soñaste, de respirar, de sentir, de amar e incluso de sufrir. Si es así, todavía dispones del gran regalo de la vida. ¿Qué más quieres?

No es necesario que digas nada, simplemente sonríe. 
Aunque nadie te vea estarás siendo consciente de tanta riqueza. 
Disfruta sin medida. 
Abraza para sentirte cada vez más cerca de la humanidad. 
Saborea el pan duro que no consumiste el día anterior. 
Recréate contemplando las hojas caídas. 
Mira hacia atrás y ríete de tus payasadas. 
Sueña en la vigilia y duérmete recordando cualquier cuento infantil. 
Tal vez aparezca esa estrella que siempre has estado buscando.





 

martes, 12 de diciembre de 2017

Legión de imbéciles

Vivimos en un mundo donde lo importante es ser conocido. Ya sea como idiota o como listo. Da igual.  “No soy nadie” es la para los mindundis, para quienes se consideran una mierdecilla. Hemos venido a este mundo para destacar ante nuestros congéneres, ¡qué pena! Destacar en el vestido, en la altura, en el color, en el dinero, en el coche, en la casa, en las propiedades, en los números que se  manejan en los bancos.
Las redes sociales son el reflejo de ello. A la caza de muchos k (miles) de “me gusta”. Cuantos más, mejor. Hay que sacar la lengua ante la cámara web, pues se saca. Así  los internautas pulsan un + a la “gracieta” de turno. Meterse una salchicha por la nariz, reírse del tropezón de un viandante o hacerse un selfie comiendo un chuletón de dos kilos, mola. Foto, video o streaming. Hay que facilitar al espectador que no lea ni una sola palabra. No vaya a ser que le robe al intelecto el poco serrín que permanece activo en el cerebro, o lo que quede de él.
Que hablen de ti. Para bien o para mal. Lo interesante es no ser ignorado. Que corra la estupidez en las redes como la pólvora. Que se retuitee la sandez a todos los rincones del planeta. Los “influencers” (actuales generadores de pensamiento, tendencias y cultura en las redes sociales) son reverenciados por los adictos al móvil, quienes entrenan a diario a su dedo pulgar hasta alcanzar las más de quinientas pulsaciones por minuto. Ahí están sus “followers” repitiendo, como loritos las chorradas del instante efímero de la moda.

El pensamiento crítico, la reflexión, la lectura a fondo de los contenidos, el amor a la sabiduría que ejercían con tanta maestría los filósofos clásicos son cosas para “aburridos” y “plastas” y “carcas”. ¡Así nos va, claro!