Quiero
dedicar mi humilde homenaje y reconocimiento a la inmensa mayoría de personas
que intentan vivir con honradez. Esas vidas desconocidas que no salen en las
noticias de la TV, ni de la prensa, ni siquiera se comentan en las
conversaciones vecinales. Son buena gente. Sencilla. Trabajan en lo que les
corresponde. No llaman la atención, ni piden ninguna medalla por sus hermosos
méritos.
Respetan
a todo el mundo. Ayudan a quien lo necesita, sin pedir nada a cambio. Ceden el
asiento en el autobús, saludan con cortesía, sonríen sin más.
Pagan
sus impuestos porque saben que es la manera de tener los servicios que
necesitan los ciudadanos. Son responsables con sus compromisos y no intentan
engañar a nadie.
Acompañan
a quienes se encuentran en la soledad. Escuchan el corazón de sus semejantes
porque es el espejo donde se pueden mirar y admirar.
Al
ingente número de esas personas buenas, escondidas en el anonimato, mi
gratitud, mis mejores deseos para que sigan siendo así. Porque esa es la única
manera de seguir creyendo que este mundo camina en la buena dirección.
Estoy
convencido, amig@ que tú eres un@ de ell@s.
Para
ti, un fuerte abrazo.