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jueves, 12 de noviembre de 2020

Ley de Pareto y coronavirus

 

La ley de Pareto o la regla del 80/20, propone que el 80 % de las consecuencias proviene del 20 % de las causas. Me atrevo a opinar y aplicar esta regla a las soluciones sobre el coronavirus.

Parece que hay un cierto consenso en que las soluciones para evitar la transmisión del virus pasan por la distancia social, lavado de manos y mascarilla. Ahora parece ser que también es importante los frecuentar los espacios abiertos y la ventilación porque el virus se transmite por aerosoles.

         Soluciones actuales: Multa si no se respeta la distancia social. Cierre hostelería, aforos, etc. En unos casos sí en otros no. Compruébese autobuses, tranvía, metro, en horas punta. Ahí no se transmite por lo visto. Multa por desplazamientos, a unos sí a otros no. Confinamiento perimetral y perifrástico. Multa si no llevas la mascarilla. Multa si te reúnes más de x número de personas y no estás en la élite política, periodística o económica.

         Razones que justifican la mayoría de estas actuaciones: Hay que conciliar la salud y la economía. 50% la salud y 50%  la economía. De acuerdo. Me apunto a esta afirmación.

         Volvamos a la ley de Pareto. Si el 80 % de las consecuencias, es decir número de infectados y muertos se debe al 20% de las causas, ¿por qué no dedicamos el 20%  de los recursos económicos a la detección, aislamiento y curación del virus? Tests masivos, rastreadores, personal sanitario y hospitales.

         Ya sé que muchos me dirán: “Eso es imposible”. Para ello se tendrían que poner de acuerdo los partidos y los políticos. Pero como tenemos una clase política que solo se representa a sí misma y se preocupa de ella misma, ¡pues claro que es imposible! ¡Así nos va!

        

 

martes, 11 de agosto de 2020

¡Atención, atención la libertad está en peligro!

 

         Aunque vivamos en un país democrático como es España, no estamos a salvo de la pérdida de la libertad. Quienes ostentan el poder se preocupan de mantenerlo y, si es posible, para siempre. Da igual el color de la camiseta que lleven o la forma que tuvieron de acceder a su situación privilegiada de gobernar o influir sobre sus semejantes. Mandar sobre los demás, imponer la voluntad propia sobre otros, decidir lo que beneficia individualmente frente a la colectividad del bien común, es una tentación humana demasiado potente como para renunciar a ella cuando hay posibilidades de ejercerla. Se llama poder.

         No nos engañemos, la democracia es un ejercicio de poder. El voto mayoritario hace que una parte de la población imponga sus criterios sobre el resto de la sociedad. Tal vez sea la manera menos mala de establecer unas normas de convivencia para todos. Pero en el fondo, un sistema democrático es un sistema de distribución del poder. Cuanto más democrático sea, menos dependerá de una sola persona que aplique su voluntad al libre albedrío de sus apetencias ególatras.

         Por ello llamo la atención sobre la libertad. La libertad es muy frágil y siempre hay alguien dispuesto a suprimir aquella que es intrínseca del otro. El aserto de que mi libertad termina donde empieza la del otro no está delimitado con nitidez. Y el poderoso siempre traspasa los límites por sus santos bemoles. ¡Atención, atención la libertad está en peligro!

         Al buen entendedor con pocas palabras basta. ¿Quién ostenta el poder? ¿Cómo lo está ejerciendo? ¿Tú te ves más libre, más protegido? ¿Puedes ejercer tu libertad? Las conclusiones están al alcance de tu mano. Personalmente, me siento amenazado por lo políticamente correcto, amordazado con mascarilla, saturado de desinformación, indefenso ante la injusticia y engañado por los partidos políticos. Tengo la libertad alineada en dos raíles, uno la obediencia al poder establecido y, otro, la información de quien ostenta el poder. Y, esta vía no es la de la libertad.

sábado, 2 de mayo de 2020

¡Niños, al recreo!


¡NIÑOS, AL RECREO!

Día 1 de Mayo de 2020:
         a) 24.824 muertos, 281 fallecidos más que el día anterior.
         b) 215.216 contagiados, 1.175 más que el día anterior.
         c) 41.239 sanitarios contagiados, 1.235 más que el día anterior.
Estos datos son los que nos da el Gobierno porque no le queda más remedio. Es decir son datos oficiales. Todo el mundo sabe que son muchísimos más.
Actuaciones del Gobierno:
a)    No funerales, no luto. Arenga: “Estamos doblando la curva entre todos, a este enemigo lo vamos a vencer.”
b)    Mascarilla no es obligatoria. Distancia social recomendable, 2 metros. ¡Quédate en casa!
c)     Eres sanitario, ¡apáñatelas como puedas con los equipos de protección! ¡Sois héroes y los héroes es lo que tiene!
Siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que decía “tests, tests, tests” este gobierno dice que “total para qué”.

Día 2 de Mayo de 2020:

El gobierno decreta recreo para la población en diferentes fases. Fase 0, fase 1, fase 2 y fase 3. Se trata de seguir tal cual pero en el recreo. Con un pequeño detalle, si aumentan los contagios y las muertes la culpa es del pueblo, no del gobierno. ¡Os habéis enterado!

¡Gracias maestro, Sánchez! Como veo que es un inútil, me dan igual sus decretos. Me quedaré en casa para no contagiar y no ser contagiado. Me protegeré con las mascarillas que pueda. Me acercaré a quien me dé la gana con las debidas precauciones. Cuando pueda haré los tests necesarios y que me informen de mi situación, sin esperar a sus promesas mentirosas. Defenderé a las personas sanitarias que cuidan de la gente, con mi voto y con mi dinero. Me avergüenzo de tener un presidente ególatra y mentiroso exclusivamente preocupado por su imagen en TV. ¡Que le den!  

domingo, 26 de abril de 2020

ARRESTO DOMICILIARIO


            Los ciudadanos estamos en arresto domiciliario. Nos ha condenado el gobierno, sin juicio previo, ni sentencia condenatoria. Se trata de una pena privativa de la libertad. Estamos arrestados no porque hayamos cometido un delito, sino porque lo podamos cometer.
            En los países donde la justicia no es independiente se limita la libertad de los ciudadanos con el arresto domiciliario. Así también se limita la libertad de expresión y no se pueden reclamar los derechos fundamentales. Son los regímenes totalitarios quienes abusan con este término “jurídico”.
            Pueden salir los niños, los niños no se manifiestan. Pueden salir los policías, guardias civiles y militares, estos no se manifiestan. Pueden salir los sanitarios, los trabajadores “esenciales”, los enfermos camino del hospital, los que tienen perro o niño menor de 14 años, los agricultores y la gente muy necesitada de lo que produce el huerto. Para toda esta gente, no es obligatorio llevar mascarillas o guantes, saber si son portadores de corona virus, porque no se han hecho una prueba eficaz que lo determine.
El resto de la ciudadanía no, que aunque se protejan de la misma manera son más peligrosos. Por eso están arrestados y están predispuestos a cometer un delito y les multarán. Están bajo arresto domiciliario, preventivo. Un ejemplo: dos policías pueden ir en el coche patrulla conductor y copiloto. Pero un camionero tiene que ir solo porque la distancia hasta su copiloto es inferior a dos metros. Un matrimonio no puede ir en su coche, tiene que ir una sola persona, pero si vas en taxi, el virus no tiene probabilidades de contagio. Ejemplos así hasta el infinito y más allá.
Y me pregunto, ¿eso de la desescalada no será una forma sutil de acostumbrarnos poco a poco al sometimiento del poder gubernamental? Eso de que ¿la información veraz es únicamente la que proviene del gobierno, no es un poco sospechoso? Ese interés por ocultar a los muertos ¿no es una forma de mentir sobre la gravedad del problema? Ese paternalismo gubernamental por no dejar a nadie atrás, ¿no será sino la propaganda de un estado comunista cuya finalidad es el empobrecimiento del pueblo y el enriquecimiento de sus líderes? El corona virus, ¿no es la ocasión perfecta para que el gobierno meta el miedo pueblo y así poder hacer lo que le dé la gana? Porque si no es así, no lo entiendo.
El hecho evidente es que sigue falleciendo muchísima gente, el gobierno miente con descaro y desparpajo. Y los ciudadanos condenados en arresto domiciliario.

sábado, 25 de abril de 2020

LOS PARTIDOS DE LA OPOSICIÓN SON UNOS “MINDUNDIS”


LOS PARTIDOS DE LA OPOSICIÓN SON UNOS “MINDUNDIS”
        
Partidos de la oposición, ¿dónde estáis? No se os ve por ningún sitio.
¿Creéis que basta con aplaudir desde los balcones y ya está? Para qué vale eso si los sanitarios siguen sin medios que les garanticen su protección. Les faltan EPIS, guantes, mascarillas, tests con garantías de calidad.
¿Dónde narices os habéis metido? No se os ve en los medios de comunicación denunciando las barbaridades que este Gobierno está haciendo. ¿Tenéis miedo a que la gente piense que no apoyáis a un gobierno en esta pandemia? Y con eso os justificáis. No vaya a ser que se pierdan votos por el camino. ¡No señor! La oposición está para controlar a este gobierno inútil, incompetente y me atrevería decir genocida. Hay que denunciar la carencia de tests, de mascarillas para los ciudadanos y poner manos a la obra para conseguirlos. Hay que denunciar la falsedad de las cifras de muertos. Hay que decirlo. Que la ciudadanía se entere.
Partidos de la oposición, sois unos mindundis. Os habéis confinado en vuestras casas o chalets a la espera que pase la tormenta. ¡No señor!
Se está hundiendo la economía, el país se está yendo al traste, veis que se está disparando el número de empresas que jamás volverán a abrir y la cantidad de trabajadores que han perdido su puesto de trabajo. Y vosotros calladitos, jugando al monopoly con vuestros niños, cantando la canción de resistiré.
Los dos tercios de los fallecidos por coronavirus se están produciendo en las residencias de ancianos. El vicepandemias es el encargado de hacer algo con este tema, ¿lo habéis visto en alguna residencia, al pie del cañón? Pero es que a vosotros tampoco se os ve. Tened un poco de vergüenza y salir en los medios de comunicación. Dar la cara. El presidente y sus secuaces nos dan la turrada 9 horas al día en la tele y vosotros no salís ni un minuto. ¿Es que estáis satisfechos con lo que se está haciendo? Si es así decirlo para saber que sois cómplices de un Gobierno indecente, manipulador, sin escrúpulos y mentiroso.
Sois unos mindundis, señores de los partidos de la oposición.


miércoles, 15 de abril de 2020

¿Qué ley impide que yo salga de casa?


Si alguien me pudiera explicar –sin llevarme a la esquizofrenia- qué ley actual impide que yo salga de casa, se lo agradecería mucho.

-Puedo salir a pasear al perro, doy unas vueltas por donde al perro le apetezca y a casa. No pasa nada. Si voy solo, sin perro, por donde yo quiera, me pueden multar. Debe ser porque el perro se hace responsable de mis actuaciones.

-Puedo ir a trabajar a una empresa del metal que dista de mi casa más de 30 km. Trabajo durante 8 o más horas con otros compañeros de trabajo y vuelvo a casa. No pasa nada. Pero si voy labrar a mi huerto, allí no hay nadie, que dista 20 Km de mi domicilio habitual, me pueden multar. Si quiero coger una borraja me tengo que desplazar a un centro comercial o a la verdulería y en la calle, esperar en la fila a que me toque entrar.

-Puedo ir a la farmacia. Voy compro unas pastillas juanolas o una crema hidratante y a casa. No pasa nada. O comprar el pan. No pasa nada. Allí veo a la farmacéutica, o al panadero según sea el comercio y hablo con ellos.

-Puedo ir a visitar a mis padres ancianos, ver si necesitan algo. Hacerles la compra o limpiarles el baño. No pasa nada. Pero no puedo ver a mi hija, que vive en el otro extremo de la ciudad y aunque lleve una bolsa de plástico, no cuela.

-Puedo ir solo en mi coche y no puedo llevar un acompañante. Pero si cojo un taxi, no pasa nada. Parece ser que el taxista va fuera del habitáculo automovilístico y es totalmente inocuo. Porque el problema está en la finalidad de mi viaje. Que el virus es muy listo y lo sabe todo.

-Estoy geolocalizado con el móvil. El gobierno controla las redes a través de la Oficina de Coordinación Cibernética y el control de bulos a través de las agencias Maldita o Newtral. Todos los días da ruedas de prensa en la tele con los diferentes ministerios. Las preguntas las dirigen los medios de comunicación afines al gobierno. Culmina la actuación informativa con la comparecencia del Presidente en las noticias de fin de semana y da un mitin de más de una hora. En el Parlamento no se contesta a las preguntas de control al Gobierno. No pasa nada.

Parece razonable lo siguiente:
-Me gustaría que me hicieran un test para saber si estoy infectado, pero no hay manera de conseguirlo. Si eres asintomático tienes que ser ministro para ello.
-Llevo mascarilla (la mejor que he conseguido), guantes, y un bote de alcohol o desinfectante. Friego con legía manillas, tiradores, suelos, etc. Zapatos desinfectados, si he pisado fuera de mi casa.
-Guardo la distancia de seguridad de 2 metros.
-Y, por supuesto, evito salir de casa por encima de todo.

No tengo claro que este decreto de confinamiento pueda limitar mi libertad para salir de casa. A no ser que convenga a los poderes públicos usar el miedo y mi privación de libertad para lo que les dé la gana.



lunes, 9 de marzo de 2020

Coronavirus


         Se cuenta, se dice que en China un virus real –por lo de corona- está acampando a sus anchas entre la población. Parece ser una especie de gripe muy contagiosa que solo afecta a las personas mayores. ¡Vamos! Afectar en el sentido más fuerte. Se van al otro barrio. Para el resto de la población, pues nada, un resfriadillo del tres al cuarto. Al mismo tiempo están construyendo a toda máquina hospitales para tratar al dicho virus, mejor dicho, a las personas que lo padecen. El médico chino que destapó la pandemia falleció. ¡Qué casualidad! Todo un héroe. A miles de chinos se les obliga a pasar cuarentena. ¡Qué digo miles, millones! ¡Aquí no se mueve nadie! Lo ordena la autoridad dictatorial del régimen. ¡Menos mal! Porque es una de las pocas ventajas de los regímenes no democráticos. Ya se está difundiendo la noticia de que el número de muertos y contagiados en China va disminuyendo. Todo un alivio.
         En Europa y el resto del mundo ya se está contagiando del coronavirus, cada país a un ritmo diferente. Y aquí es donde me encuentro con infinidad de dudas. Si el bicho ese es tan malo malísimo, por qué no se hace todo lo posible, cueste lo que cueste, para ganarle la batalla. Creo que no me he enterado bien del tema. Los sesudos dirigentes científicos y los responsables del gobierno, afirman que hay que guardar un equilibrio entre el pánico que se puede generar en la población y las consecuencias económicas de determinadas decisiones. Y para aclararme, me ponen ejemplos prácticos. Nada de aglomeraciones de personas en eventos. Partidos de baloncesto, o fútbol a puerta cerrada. Carreras de maratón no, que pueden venir de fuera y contagiar a los oriundos. Manifestaciones sí, todos juntitos. Controlar a los que viajan en avión, no. Quienes se acercan a una sala de espera de un hospital, tampoco. Los policías que vigilan la entrada de los hospitales van con mascarilla. Las autoridades dicen que las mascarillas solo las deben llevar quienes portan el virus y el personal sanitario. Como conclusión final: hay que lavarse las manos las veinticuatro horas del día, para prevenir. No pasa nada.
         Bueno, un pequeño detalle se me olvidaba. ¿Tendrá algo que ver el coronavirus con la bajada bestial de las cotizaciones de la bolsa en todo el mundo? Muchas empresas carecen de suministros para seguir fabricando sus productos. El petróleo baja su producción, se fomenta el trabajo desde el domicilio familiar, algunos colegios cierran las puertas durante una temporada. No puedes comprar una mascarilla en una farmacia, etc… Pero… no pasa nada. Si se nota algún síntoma parecido a la gripe, tienes fiebre, pues llamas a un teléfono específico para realizar esas consultas. No puedes hablar con nadie porque el teléfono, está saturado de llamadas. También puedes llamar al 112 o al 061. Te recomendarán que no salgas de casa, que te irán a ver. Todo el mundo tiene que estar tranquilo. ¡Que no cunda el pánico!
         Gracias, muchas gracias por la información, excelentísimos gobernantes. Ahora ya sé qué es lo que tengo que hacer. Si soy creyente en alguna religión, rezo. Y si no, espero a las resultas de lo que el destino me tiene preparado.  

jueves, 27 de febrero de 2020

Falsedad


Carece de verdad
la falsedad.
Decir lo que no es,
engañifa aparente
del valor podrido.

Estafar con fraude y
embustes adornados
de colores fatuos
que infundan esperanzas.

Dobleces,
tergiversación de los sentidos,
falacias alevosas
o palabras embrolladas.

Paparruchadas, infundios
vertidos al barro público.
Bulos para manejar conciencias,
falsías hipócritas.

Trolas, fingimientos,
imposturas a conciencia.
Disimulos y engaños.
Simples mentiras.

sábado, 15 de febrero de 2020

¿Sirven los políticos?


Llegué a pensar que los políticos estaban para intentar solucionar los problemas de los ciudadanos. ¡Ingenuo de mí! Los políticos y “las políticas” están a sus cosas.

Que si sois de izquierdas, que si sois de derechas. Tú, sí que eres facha y tú comunista. ¡Ay!, fíjate la herencia que nos dejó el partido “x”. ¡Ay!, lo que nos vamos a gastar  del erario público para mantenernos como el principal partido político. Tal asunto es legal, aunque no sea legítimo, ni ético. Las mayorías democráticas se pueden acallar sembrando las falacias de las mayorías sociales. Las previsiones de crecimiento, la subida del paro, el déficit, la ralentización de la economía, las pensiones dignas, el sueldo de los funcionarios, el salario mínimo…
¡Qué interesante!
Y, a mí,  ¿qué me importa?
Señoras políticas y señores políticos:
Me interesa saber cuánto me suben el sueldo y cuánto se lo suben sus señorías.
Me interesa saber cuánto tengo que cotizar para garantizar mi pensión digna y cuánto cotizan sus señorías.
Me interesa comprobar que sus señorías no tienen ningún privilegio respecto al resto de ciudadanos.
Me interesa comprobar que no son políticos de profesión, sino que sus señorías tienen una profesión y durante un periodo corto están ejerciendo de políticos al servicio de la gente.
Me interesa ver que las listas de espera en la sanidad pública son cada vez menores.
Me interesa comprobar cómo la educación de nuestros hijos es cada vez mejor. Primero, porque se forma a buenas personas y, segundo, porque se preparan profesionales competentes.
Me interesa comprobar que entre la política y la justicia no existen tejemanejes.
Y si evidencio que hay periodistas que lo mismo defienden o critican a partidos de diferente signo, pensaré que estoy soñando.
Por todo ello, me pregunto: ¿los políticos sirven para algo a la sociedad?

domingo, 12 de mayo de 2019

Mejor no pensar

Mejor no pensar en los partidos. No hay partido que represente la mayoría de mis intereses y todos los partidos recogen algunos de ellos. Los partidos están a las órdenes de sus líderes, a sus intereses electorales, a su conveniencia personal. Mientras prometen al pueblo el oro, se dedican a calcular la probabilidad de conseguir sillones, puestos estratégicos con nómina que garanticen el saneamiento económico personal y a ser posible el de sus familiares y amigos.

El jefe del partido dice “A” y sus partidarios, como borregos dicen “A”. Cuando me refiero a partidarios incluyo a diputados, senadores, alcaldes, jueces, periodistas y militantes de su cuerda. Todos a una como los de Fuente Ovejuna.

Nos hemos dado una democracia y la estamos contaminando en lo esencial. Se supone que la democracia se basa en la libertad de los ciudadanos, sin embargo, se está sustituyendo por el sucedáneo de “lo políticamente correcto”. La salida más airosa ante la presión mediática uniforme es la autocensura. Nadie osa criticar, opinar, debatir, lo que no es políticamente correcto. Y, si se atreve, se le aplasta con todos los medios disponibles. El silencio en los medios de comunicación o la descalificación global. 

El debate sobre las ideas se ha sustituido por el arma de las descalificaciones. Las propuestas razonadas se tachan con una “x” y en su lugar se pone el “argumento” izquierda o derecha. Y, por si no ha quedado claro, aparece el sabio de turno, con su aportación lingüística que evidencia la contundencia de la afirmación diciendo: ultraizquierda o ultraderecha. Y zanjado el debate.

         Mejor no pensar en la relevancia que tiene el voto que depositamos en las urnas cuando tocan elecciones. Se te ponen los pelos de punta saber de antemano que lo van a utilizar no para mejorar la situación de las personas, sino para afianzar la intransigencia de sus actitudes partidistas y con ello, impedir la cordura que invita al diálogo real y a la búsqueda de consensos útiles para la mayoría de los ciudadanos.


miércoles, 10 de abril de 2019

Sociedad sin deberes, con personas buenas y malas


                “Hay más personas buenas que malas”. Me lo dijo Andrés, todo un señor de pueblo. Octogenario. Agricultor. Hombre sencillo, cabal. Toda su vida trabajando, para comer, alimentar a su familia, vivir con la dignidad del deber cumplido, una persona que se viste por los pies.

                Curiosamente a este hombre siempre le oído hablar de su trabajo, de sus faenas, sin quejarse, sin reclamar tantos derechos que, seguramente, le son ocultados. Él sólo atiende a sus deberes como persona, como ciudadano, como miembro de una comunidad a la que respeta y colabora con el bien común de todos sus miembros. Es su deber. Además piensa que la mayoría de las personas piensan como él. De ahí su afirmación: “Hay más personas buenas que malas”.

                Frente a esta visión de la vida, se encuentra en la actualidad una sociedad conformada por personas que enfocan su visión exclusivamente en los derechos y olvidan por completo sus deberes. Por lo visto y oído, parece que es fundamental el derecho a una vivienda digna, a un salario digno, a matricularse en la universidad gratuitamente hasta la jubilación, momento en que pasarán a cobrar una digna pensión. Se tiene derecho a todo, dignamente. Por supuesto.

                El deber de esforzarse en los estudios, el deber de colaborar en las tareas domésticas del domicilio familiar, el deber de trabajar en lo que haga falta, el deber de ahorrar para comprar el piso o el coche de sus sueños. El deber de cotizar, pagar los impuestos que le correspondan para mejorar las condiciones de la sociedad en que vive. Sabemos que los derechos siempre van en correspondencia con los deberes. Pero en su vocabulario no existe la palabra “deber”.


                No me gusta una sociedad que reclama derechos y olvida el ejercicio de los deberes. Hay gente que se dedica exclusivamente a reclamar sus derechos y a escaquearse de sus deberes, aunque sea por medio de las rendijas que no contempla la ley. La gente buena prioriza las buenas acciones. La gente mala dedica todos sus esfuerzos a beneficiarse del resultado de los deberes de los demás con la excusa de sus derechos. Y, personas así, “haberlas haylas”. Pese a todo, estoy de acuerdo con Andrés: “Hay más personas buenas que malas”.

sábado, 9 de febrero de 2019

Racanería política


          
    ¿Qué le pasa a la clase política española en la actualidad? ¿No se supone que nuestros representantes políticos, se deben ocupar de buscar las mejores soluciones a los problemas de la ciudadanía?

     No hace falta ser ningún experto en economía, en ciencias empresariales, políticas, laborales o sociales, para saber cuándo se necesitan recursos económicos, si no se llega a fin de mes y no se puede pagar una hipoteca o el alquiler mensual.  En muchas familias, se conoce a algún miembro de ella que está en desempleo. Las principales preocupaciones son la sanidad, la educación, el empleo y las pensiones

       Pues yo no veo a los líderes de los partidos buscar el, tan manido mantra, diálogo, para llegar a acuerdos mayoritarios en estas cuatro cuestiones tan relevantes para la ciudadanía de todas las comunidades autónomas.

        Nuestros representantes y representantas (por recordar alguna de las majaderías con las que nos quieren entretener), sin recurrir al “diálogo”, se ponen de acuerdo entre ellos para pagar menos a hacienda, subirse el sueldo mensual, asegurarse pensiones vitalicias y, “colocar” a sus allegados, en el chollo de tetar de las arcas públicas.

         Estamos en manos de la racanería política. Estamos a merced de “trepas” que buscan, permanentemente, medallas, puestos, sillones y, por supuesto, su beneficio personal. La mezquindad de sus ruines acciones, que se resumen en: mirar más por sus propios beneficios que por los intereses de los demás.  El mezquino perjudica a las personas, sin hacerse responsable de sus actos.

         Alguien, tal vez, podría presentarme a algún dirigente político actual que no fuera un rácano o mezquino. Siempre hay excepciones, pero para ser líder político, no basta con buena voluntad. Se necesita ser inteligente para “dialogar” y tener agallas suficientes de proponer soluciones realistas. Y si no lo consigue, recoger los trastos y marcharse a su casa con la humildad de quien sabe reconocer las propias limitaciones.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Tertulia televisiva


            Conectas o “conectos” el televisor o “televisora” y aparecen en la pantalla o el “pantallo”: un moderador o una moderadora, dos tertulianos o tertulianas a la derecha o al derecho del presentador o presentadora y otras dos tertulianas, tertulianos o lo que sean –que ya me canso de utilizar el lenguaje o lenguajo sexista o sexisto- a la izquierda. Por especificar un poco más, cuando he introducido el término relacionado con tertulia, me he referido a una reunión de varias personas discutiendo o dialogando sobre un tema, en el cual el moderador da la palabra a quienes quieren intervenir.
            El tema me pareció interesante y puse toda la atención en escuchar lo que allí se debatía. ¡Incauto de mí! Esperaba oír frases completas en las opiniones de los participantes. Fue imposible. Primero me pregunté ¿por qué el moderador no ejercía su función de moderar? Después, ¿por qué todos y cada uno de los tertulianos, no escuchaban y esperaban su turno? Aún estoy intentando descifrar la causa.
            En mi primera observación deduje que estaban representando un sainete sobre los gallineros. Casi llegué a identificar al gallo y la raza de las gallinas. El gallo se distinguía con un kikirikí entonado al mismo tiempo que intervenía una o varias gallinas. ¡Kikirikí, cocoricó, kikirikí, cocoricó…!
Se supone que los medios de comunicación seleccionan a sus comunicadores, por decir algo. Allí cada uno soltaba su consigna. Y la repetía y la volvía a repetir. Por lo visto, eso se ve con nitidez, cada tertuliano estaba cobrando por el número de veces que publicaba el mensaje de su pagador. Los argumentos fundamentados brillaban por su ausencia. Lo más “razonable” que escuché fue por parte del moderador: “Si hablamos al mismo tiempo la audiencia no se entera”. Pero a continuación, kikirikí, cocoricó. Porque lo que realmente importa es el espectáculo, el aumento de audiencia y hacer caja, mejorando resultados económicos del grupo de comunicación.
Este tipo de tertulia televisiva es el mejor exponente de la sociedad que estamos conformando. No escuchar a quien esté al lado. No respetar lo que piense. Interrumpir su participación con la finalidad de hacerle ver que él es inferior, que sus ideas no son válidas. Obedecer al que paga para tener un dinerito más en el bolsillo. Echar los principios y valores a la papelera. Defender una cosa y la contraria. Así, poco a poco, va calando en la ciudadanía que todo es relativo y discutible. Los gallos con su kikirikí y las gallinas con su cocoricó “trabajan” de loritos por un plato de lentejas. Al fin y al cabo, prefieren meterse los principios por sus bajos fondos que ser rigurosos con la información, venga de donde venga.   

martes, 12 de diciembre de 2017

Legión de imbéciles

Vivimos en un mundo donde lo importante es ser conocido. Ya sea como idiota o como listo. Da igual.  “No soy nadie” es la para los mindundis, para quienes se consideran una mierdecilla. Hemos venido a este mundo para destacar ante nuestros congéneres, ¡qué pena! Destacar en el vestido, en la altura, en el color, en el dinero, en el coche, en la casa, en las propiedades, en los números que se  manejan en los bancos.
Las redes sociales son el reflejo de ello. A la caza de muchos k (miles) de “me gusta”. Cuantos más, mejor. Hay que sacar la lengua ante la cámara web, pues se saca. Así  los internautas pulsan un + a la “gracieta” de turno. Meterse una salchicha por la nariz, reírse del tropezón de un viandante o hacerse un selfie comiendo un chuletón de dos kilos, mola. Foto, video o streaming. Hay que facilitar al espectador que no lea ni una sola palabra. No vaya a ser que le robe al intelecto el poco serrín que permanece activo en el cerebro, o lo que quede de él.
Que hablen de ti. Para bien o para mal. Lo interesante es no ser ignorado. Que corra la estupidez en las redes como la pólvora. Que se retuitee la sandez a todos los rincones del planeta. Los “influencers” (actuales generadores de pensamiento, tendencias y cultura en las redes sociales) son reverenciados por los adictos al móvil, quienes entrenan a diario a su dedo pulgar hasta alcanzar las más de quinientas pulsaciones por minuto. Ahí están sus “followers” repitiendo, como loritos las chorradas del instante efímero de la moda.

El pensamiento crítico, la reflexión, la lectura a fondo de los contenidos, el amor a la sabiduría que ejercían con tanta maestría los filósofos clásicos son cosas para “aburridos” y “plastas” y “carcas”. ¡Así nos va, claro!           

domingo, 3 de diciembre de 2017

Arrebol maldito

Silente, la tarde arrebolada.
En el pueblo sisean mil secretos,
enredados rumores indiscretos,
sobre una mujer enamorada.

Mejilla de arrebol encarnada,
sofocos hinchados, de amor repletos
sollozos declarados incompletos,
al candor natural iluminada.

Cielo engalanado de nubes rosas
en el gris tardío, sol explotando,
dormido en azules mariposas.

Sus manos blancas ocultan llorando  
el desprecio de almas lastimosas,
maltrato social, vergüenza quemando.


sol atardecer


miércoles, 25 de octubre de 2017

3 CLAVES PARA DISTINGUIR A NECIOS, ESTÚPIDOS Y CRETINOS.

3 CLAVES PARA DISTINGUIR A NECIOS, ESTÚPIDOS Y CRETINOS


                Si no te gusta malgastar tu vida y crees que merece la pena aprovecharla sin perder ni un microsegundo, tal vez necesites aprender a reconocer a la parva de necios, cretinos y estúpidos que merodean a tu alrededor. Suelen ser mucho más molestos que las nubes de mosquitos que hay en las riberas de los ríos, en las tardes de verano. Tienen la misma capacidad de crear malestar, picor y desasosiego. Molestan para caminar, te amenazan con incrustarse en los ojos y, sobre todo, estás deseando perderlos de vista.

NECIO:

                El necio se caracteriza por repetir sus errores una y otra vez. Son ese tipo de personas que se acercan para contarte el mismo problema que ya le habías escuchado anteriormente varias veces. Creen que, porque lo cuenten más veces, le vas a comprender mejor y de paso les sirve para justificar su necedad. Lo peor que se puede hacer es entrar en debate con el necio, porque jugarás en su propio reino de necedad y ahí, llevas todas las de perder. El necio no es consciente de ello, no tiene sentido del ridículo en sus actuaciones, lo cual realza su propia desnudez, como El rey desnudo de Christian Andersen.

ESTÚPIDO:

                Al estúpido le cuesta comprender las cosas. Su torpeza inherente le aboca irremediablemente a la necedad. El estúpido no sólo provoca daño a los demás, de una forma u otra por su estupidez, sino que además él mismo no consigue beneficio alguno. Basa sus principios en manías personales que rayan la psicosis. Su inmovilismo intelectual está tan acentuado que son capaces de pensar que cualquier tipo de giro siempre se produce por la acción de la misma manivela. Les interesa más tener razón que el conocimiento.

CRETINO:

                Y, por último, aparece la figura del cretino. Ese personaje listillo que todo lo sabe. Como dice el refrán: “Necio que sabe latín, doble ruin”. No me refiero a quien padece la enfermedad de cretinismo con un retardo en su crecimiento físico o mental debido al mal funcionamiento de la glándula tiroides, sino a la persona que reúne las dos propiedades anteriores: necedad y estupidez. Se considera al individuo poco talentoso, es decir, lo que solemos entender como “tonto”.  

                Aclarada la terminología apunto  tres claves para sobrevivir en un medio que disponga de tan poco espacio para tanto tonto.
-          Con el necio no se discute, se aplazan los debates para no tenerlos nunca.
-          Al estúpido se le deja una grabadora para que relate sus consejos y jamás se  pulsa el botón de play.

-          Al cretino es mejor dejarle solo, él sabe que es dios y se lo cree.

martes, 10 de octubre de 2017

Política y políticos

POLÍTICA Y POLÍTICOS

                No suelo escribir habitualmente sobre política pero hoy, a falta de unas horas para escuchar la esperada declaración de un presidente que lleva mucho anunciando la independencia de su autonomía, casi me obliga la situación. Sin ánimo de ser cretino y ofrecer una solución al conflicto, simplemente me voy a centrar en la imagen que transmiten los políticos, cuando hacen política de una cuestión tan importante como es la separación de una parte del territorio de la nación.

                En primer lugar, las declaraciones de los principales líderes de los partidos políticos españoles están medidas. No dicen una palabra que pueda ser motivo para perder un solo voto. Traducido y para que se me entienda: La culpa la tienen otros partidos menos el suyo. El diálogo es su bandera y nadie habla a su estilo. Los valores democráticos son encarnados por su partido.  Y, lo mejor de todo, la misma declaración sirve para una cosa y para la contraria.

                En segundo lugar, si el partido disfruta de mayoría ganada en elecciones le sirve de argumento para hacer lo que le plazca, pero si no ha conseguido mayoría en las elecciones se arroga la categoría de mayoría social (interpretada como el sentimiento de los que no le han votado pero ellos se arrogan ser los interlocutores).

                En tercer lugar, ningún líder expone la pérdida de sus remuneraciones bajo ningún concepto.  La pela es la pela. Las pérdidas económicas se reparten entre todos pero “la moto no se toca que es mía”. Ahora bien, si alguno de sus súbditos se desvía de su voluntad puede retirarle toda remuneración.

                En cuarto lugar, del bien común de la ciudadanía mejor no se habla, no vaya a resultar que el pueblo se dé cuenta que no pinta nada en los planes del político de pacotilla. Hay demasiadas decisiones que se toman porque lo permite el derecho, pero no llevan a ningún bien y, mucho menos, a toda la comunidad (común).

                Y en quinto lugar, la política está al servicio de los políticos y no al revés. Las elecciones se convocan cundo conviene a unos determinados políticos y no, cuando corresponden. Las decisiones se toman en función de los votos a conseguir y no en función de la repercusión positiva en la mayoría de los ciudadanos.


                Así nos va, claro. Tenemos derecho a decidir y el deber de responder. La política es convivencia respetuosa entre personas con derechos y deberes. Con leyes y responsabilidades. Con libertad y, sobre todo, con paz. Mucha paz.

martes, 16 de mayo de 2017

El gran mono y sus monitos

No ver, no oír, no hablar
El gran mono y sus monitos

                Una de las características del mono es la trepa o ascenso, sin importar los medios que utilice para lograrlo. Los monos lo hacen para encaramarse en las alturas de los árboles, es una manera de dominar el territorio. Algunas personas, se les olvida su condición de tales y también trepan hacia lo alto de la escala social sin considerar a quien pisan, ni las nefastas consecuencias de sus acciones. Al gran mono todo honor y toda gloria. Porque esas son dos de sus principales consignas: honor y gloria. Honor, como la cualidad que impulsa a hacer lo correcto, el deber moral. Gloria, como felicidad máxima que cumple la voluntad de dios. Pero el gran mono omite, es decir se calla de manera voluntaria, la creencia de que él es el mismísimo dios. El gran mono, por excelencia.

                El gran mono, al fin y al cabo no es sino un mono en fase de aprendizaje. Los monos aprenden observando el comportamiento de las conductas de otros de su especie. En el caso del gran mono, en la especie humana, no es sino una persona que, observando los comportamientos más ruines, aprende a subir a costa de machacar a sus semejantes.

                Pero para llegar a ser gran mono se necesitan monos pequeñitos. Lo grande no existe sin lo pequeño. El gran mono será más gran cuantos más monitos le imiten. El gran mono desaparecerá cuando nadie le siga. Al gran mono le gustan los fastos, las ceremonias, las corbatas, las condecoraciones, las medallas, los fuegos artificiales, los don y los din, especialmente los “din-eritos”. Las reverencias y las eminencias, las coronas de todo tipo, los birretes con borlas, báculos y varas de mando, togas con esclavinas, boatos y si es necesario, se interpreta al beato. Glorias y fuegos fatuos que confundan al vulgo. Luces y timbales que anuncien el honor y tapen el horror y el error.

                Los pobres monitos son los encargados de servir y preparar la gran fiesta del gran mono. Acuden por imperativo legal a los actos de adoración y de oración, si fuera necesario. A inclinar su cuerpo en señal de sumisión, a clavar las rodillas en el mármol de carrara que ha despilfarrado el gran mono. Y de esa manera, podrán pagar las letras del todoterreno recién comprado, o la hipoteca de la casa, o las clases de piano para el niño, o los fines de semana esquiando en la nieve.

                Los monitos solo deben asentir, en todo, al gran mono. De lo contrario perderán la zanahoria que les ha puesto delante de sus narices y de paso también perderán el coco. Poquito a poquito, Despacito… como entona la canción de Luis Fonsi. Hasta quedarse sin criterio y pensamiento propio. Totalmente irresponsables, es decir, incapaces de responder por nada. Simplemente se limitan a imitar al gran mono y ser monitos, que para eso les pagan.


domingo, 7 de mayo de 2017

Falacias y paradojas

Falacias y paradojas

       En diciembre de 2015 escribía el siguiente post. Hoy sigo pensando lo mismo. ¿Por qué no se habla con claridad?
No se oye a nadie decir: “Me equivoqué”. “Lo siento”. “Soy responsable de este fracaso”. “Dejo mi puesto para que otra persona pueda intentar hacerlo mejor que yo”.
Solamente escucho acusaciones al adversario. La culpa es de los demás. Los malos no son de los nuestros. La verdad es de mi propiedad y la mentira siempre es ajena.
         Equivocarse es humano y mentir es aferrarse a la inhumanidad de los cobardes. Las personas valientes son molestas para las mayorías y se suele prescindir de ellas. En la política sucede algo parecido.
         Cito el post mencionado:


La falacia es el engaño o mentira con el que se pretende engañar a una persona sin que ésta se entere de ello. Y la paradoja es una expresión que envuelve una contradicción. Son dos palabras extraordinariamente representativas que utilizan nuestros políticos para buscar el lanzamiento hasta el poder. Una vez instalados en el sillón, le corresponde al elector comprobar cuánto hay de mentira o verdad en las afirmaciones que utilizaron sus elegidos en las campañas de captación de adeptos.

Los ciudadanos ya estamos muy cansados de tantas mentiras, expresadas en forma de falacias o de paradojas. Necesitamos comprobar con nitidez las verdades como puños. Los representantes políticos de los partidos nos han acostumbrado a soportarles circunloquios ante cualquier pregunta directa que simplemente tiene dos respuestas: sí o no. Te intentan convencer de que un triángulo es cuadrado e incluso redondo y se quedan tan “anchos”.
 
Con estas artimañas han conseguido que las personas de a pie interpreten que el significado más genuino de la política es el arte de salir impecable de las situaciones difíciles de resolver, del embrollo. Hay que quedar “bien” a toda costa. “Lo que digo, lo digo ahora, mientras me desdigo de lo que dije, no se vaya a pensar en que dije lo que no dije.” Lo de menos es solucionar los problemas. La mayoría de los políticos se llaman Sisi o Nono. Sisi a lo que les pidas y Nono a lo que les exijas. Y todos los partidos, sean del color que sean, son la “única alternativa”. Todas sus verdades son las buenas y salvadoras, frente a las del resto de partidos que todos sus planteamientos son malos y abocados al desastre. 


Estamos en vísperas de elecciones. ¿Has pensado cuánto cuesta la mentira, esté encubierta en la falacia o envuelta en paradoja? “

lunes, 27 de marzo de 2017

Hablar de política y respeto

                Vivimos en el estado español, que yo sepa. Pero lo digo en voz baja porque siempre aparecerá el autodenominado demócrato o la autadenominada demócrata –para no ofender a los y las- de turno, que afirme que España no es estado sino un país de países, un pueblo de pueblos o una tierra de tierras, claro. En el mapamundi si busco dónde me encuentro se denomina España.
                Pero si quiero hablar de política tengo que tener cuidado en decir que soy español. Por supuesto no se me ocurrirá poner la bandera española en la puerta de mi casa porque puede convertirse en miel para energúmenos y son capaces de romperme los cristales o darle diferentes manos de pintura con escritos de facha a mi fachada o a su fachada, no lo sé.
                Hoy la política se reduce, desgraciadamente, a la defensa de dos visiones de afrontar los problemas de la gente: Los que piensan que su modelo político es el único válido (la derecha de toda la vida y la actual) y los que piensan que su modelo es el único válido (la izquierda de toda la vida y la actual). Cada uno disfrazado con la piel de cordero que más se ajusta a la moda.
                Echo en falta políticos y políticas, en el más amplio sentido de la palabra, que dialoguen con quienes no tienen su misma visión, en vez de cacarear la palabra diálogo. Que ofrezcan soluciones a los problemas y no problemas a las soluciones. Que generen confianza entre los ciudadanos y no fomenten enfrentamientos innecesarios. Que admitan alguna vez que se equivocan y si toman muchas decisiones, que se equivocan muchas veces más. Echo en falta, políticos y políticas que fomente el respeto a todos los niveles. Porque sin respeto no hay sociedad que avance.