domingo, 7 de enero de 2018

Ahora no es Navidad

            Ya han pasado los días de Navidad. Se acabaron las felicitaciones típicas, el juego del amigo invisible, los regalos del señor gordito con barba blanca y los que trajeron los reyes mágicos. Se terminaron las cenas y comidas copiosas con  los familiares. Se han recogido los adornos navideños, apagado las tiras luminosas de leds y envuelto las figuritas del belén. Todavía juegan los niños con los juguetes recién estrenados, mientras los papás se disponen a zambullirse en la rutina laboral y doméstica.

            Ha finalizado el tiempo socialmente aceptado de la felicitación, de la alegría, de la solidaridad. Ahora comienzan las rebajas de enero para compensar el despilfarro de las fiestas pasadas y pagadas. Sin la suerte de haber sido agraciado por la lotería y con la misma salud que se tenía antes de las fiestas, siempre y cuando no se haya abusado en exceso de las comilonas. Vuelta al trabajo, al cole, a la inercia rutinaria de cada día. 

            Sin embargo, estos días anodinos son los que más necesitan de alegría y de encanto. El regalo de cada minuto de existencia tiene la fuerza de toda una fiesta. Los miles de besos depositados en las mejillas de los seres amados, la sonrisa ofrecida como señal de acogida y de encuentro, la palabra amable, el silencio educado, el abrazo con ternura, la espera esperanzada, la confianza en las posibilidades ajenas, la caricia afable… estas cosas sí que son auténticos obsequios de la vida.

            Ahora también es tiempo del cariño, de los encuentros familiares, de las llamadas a los amigos, de las visitas deseadas. Ahora se disponen de muchos días para felicitar, para reconocer con gozo el crecimiento ajeno, para hacer reír, para jugar, para quedar a tomar un café, para escribir unas palabras a quienes queremos en la distancia. Ahora se pueden hacer visitas a quien está enfermo, a quienes sabemos que les afecta la soledad. Ahora se puede pasar un rato con las personas mayores que sólo desean a una persona que les haga sentirse importantes. Ahora, es precisamente cuando más se necesita la solidaridad. Ahora no es Navidad.



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