domingo, 29 de enero de 2017

Maleta

Llenaré el equipaje con objetos,
no dejaré espacio para la memoria,
ni lugar para los recuerdos que anuden el pasado.

La maleta repleta del olvido
quedará abandonada en la basura del tiempo.
Esperando la vuelta de su dueño.

Abriré las contraventanas de la casa
iluminando los espacios vividos
y echaré la aldaba por fuera de la puerta.

Me iré con las manos vacías,
limpias de polvo e historias,
a soñar el cielo y acariciar el suelo.

Solo.

Maleta de recuerdos abandonada



lunes, 23 de enero de 2017

¿Mayoría libre?

¿Dónde se puede encontrar a alguien que piense y decida por sí mismo? Sin darnos cuenta hemos conformado una sociedad que se guía por el criterio de la “mayoría”. Esta "señora o señor" –para no ofender a quienes defienden el “los/las”- se puede definir como: conjunto o grupo cuantitativo superior a otro conjunto o grupo que es cuantitativo menor. Como se puede apreciar es muy impersonal, anodino, indefinido, impreciso, incierto, ambiguo e indeterminado, por no alargar más su confusa definición.

     Pero amigo mío, la mayoría es el criterio que lo justifica todo. Existen demasiadas decisiones que se dirimen por este criterio. En elecciones políticas, en comunidades de vecinos, en consejos de administración, en tantas organizaciones sociales, etc. En última instancia la decisión final es acordada por “la mayoría”. No importa si el procedimiento de discernimiento es correcto, si se tiene la información adecuada, si es un bien o un mal, justo o injusto, valor o contravalor. Por supuesto que la democracia se sostiene con el voto de la mayoría, lo cual respeto y apoyo sin ambages.

   La mayoría, en demasiadas ocasiones, es el refugio de los que no quieren pensar y abandonan su voluntad para obedecer ciegamente. En esta sociedad nos estamos educando para ser obedientes. Obedecer a no se sabe qué ni a quién. Sumisión al gobierno, al partido, al consejo de administración, al cliente, al votante, al inversor, al padre espiritual, al dios que designa cada religión, a las normas, a lo establecido. Los hijos a los padres, los alumnos a los maestros, los maestros a la administración educativa, ésta al gobierno de turno y el gobierno al jefe del partido y éste a la “mayoría” que lo ha elegido, en el mejor de los casos.

¿mayoría libre?

      La fortaleza del rebaño social está consiguiendo eximir a todo el mundo de su responsabilidad. Incluso hay interesados en decirnos, según su interpretación, quién es la mayoría social. ¿Nadie manda? ¿No hay personas independientes que tomen decisiones, ya sean beneficiosas o perjudiciales, y asuman las consecuencias? O, tal vez, el mundo se divida en dos tipos de personas: las que dicen “yo no he sido” cuando ha salido algo mal y las que aprovechan la más mínima oportunidad para “ponerse la medalla” ante cualquier logro, sea o no por su intervención.


   Quiero pensar que todavía  hay personas que se resisten a ser “mayoría” aunque ello les suponga en muchos momentos no ser bien visto por ese tipo de  “mayoría”.

viernes, 13 de enero de 2017

¿Eres tú?

¿Eres tú?

porque nadie ausculta tus secretos
y lo que piensas se consume en tus adentros,
a fuego lento, como cigarrillo en labios del fumador.

Te consideras original,
comparando rostros con el que guardas en tus espejos.
Las medidas de tu cuerpo no encajan
con los prototipos de la moda.

Te sientes sublime
Con la pasión de tus sentimientos
ante las gélidas muestras de sensibilidad ajena.
Y, apenas conoces tu corazón.

Acaso te creas lo que no eres,
O, tal vez, seas el estándar que odias.
Las nubes pueden tapar el sol

y encender atardeceres.

Atardecer-vida-sentido

domingo, 8 de enero de 2017

Sin vosotras…no hay Navidad


Sin vosotras...no hay Navidad

Ya se han terminado las fiestas navideñas. Ahora toca volver a la actividad cotidiana. Se acabaron las interminables sentadas con algo que llevarse a la boca. Carne o pescado, dulce o salado, con alcohol o sin él. Charlas, risas, disfraces, abrazos, besos, todo ello mezclado con grandes dosis de recuerdos, unos gratificantes y otros, que solo evocan la tristeza.

Algunas personas están deseando que se pasen estos días y no, precisamente por la alegría con la que se han vivido, sino por la tremenda carga de trabajo que ha supuesto para ellas. Me refiero especialmente a las madres y a las amas de casa. A pesar de vivir en estos tiempos donde se habla mucho de la igualdad, de los derechos de la mujer y las actitudes machistas se denostan con tanta fiereza, resulta que, en la mayoría de las ocasiones, les toca el grueso de las tareas a estas mujeres.  

¿Quiénes preparan todos los menús, van a comprar, cocinan, buscan el mejor regalo para niños y mayores, ambientan el hogar, piensan en cada detalle para que las fiestas de navidad sean auténticamente fiestas? ¿Quiénes son las últimas personas que se sientan a la mesa y las primeras que se levantan, para que todo el mundo esté bien servido? ¿Quiénes se quedan a recoger los restos de la fiesta, cuando todo el mundo se ha marchado con la alegría en el cuerpo, volviendo a dejar todo limpio y en su lugar?

Ya sé, ya. Tal vez haya más de un hombre se haya sentido discriminado con las palabras anteriores. Pero si él ha sido sobre quien ha caído toda responsabilidad familiar de la organización y desarrollo de estas navidades, le felicito de corazón, entra en el escaso círculo de lo que yo llamo, hombres con alma de mujer y no lo digo de forma peyorativa.

Lo único que quiero destacar es la importancia que tienen las madres y las amas de casa en la familia. Agradecerles su entrega desinteresada, su discreta presencia que las sitúa en un segundo plano, cuando deberían recibir el reconocimiento de todos. Son como el palo del almiar, si no fuera por su existencia sería imposible mantener su consistencia.


Sin vosotras… no hay navidad.